Filosofia
Enviado por elimarlis • 23 de Marzo de 2014 • 1.937 Palabras (8 Páginas) • 180 Visitas
3. Los escépticos. — Aunque ya la Academia, con anterioridad a Antíoco de Ascalón,
había mostrado, según hemos visto, una marcada tendencia al escepticismo, fue a la
escuela de Pirrón, más bien que a la Academia, a la que consideró como antecesora
suya el nuevo escepticismo. El fundador de la renaciente Escuela, Enesidemo de
Knosos, escribió ocho libros Πυρρωνείων λόγων. Los miembros de esta escuela
trataron de hacer comprender lo relativo de todos los juicios y opiniones, concretando
sus argumentos en pro de tal tesis en lo que llamaron Τρόποι. Sin embargo, aunque se
oponían decididamente al dogmatismo filosófico, no dejaron de reconocer los derechos
de la vida práctica y estatuyeron normas según las cuales pudiese actuar el hombre.
Esto no era ajeno al espíritu de Pirrón, quien, pese a su escepticismo, había declarado
que la costumbre, la tradición y la ley del Estado constituyen unas normas para la
vida práctica.
Enesidemo de Knosos (que enseñó en Alejandría y compuso su obra probablemente hacia el año 43 a. J. C.) ideó diez «tropos» o argumentos en defensa de la posición
escéptica20. Eran éstos:
1) La diferencia entre los diversos tipos de seres vivientes implica diferentes —
y por lo tanto relativas— «nociones» de un mismo objeto.
2) Igual se diga de las diferencias entre los distintos hombres.
3) La diferente estructura y diversa presentación de nuestros varios sentidos
(p. ej., hay una fruta oriental que huele mal pero tiene un sabor delicioso).
4) Las diferencias entre nuestros varios estados, p. ej., de vigilia o sueño, de
juventud o edad avanzada. Así, una corriente de aire puede parecerle a un
joven placentera brisa mientras a un viejo le llena de escalofríos.
5) Las diferencias de perspectiva, p. ej., el bastón inmerso en el agua parece
quebrado; una torre cuadrada parece desde lejos redonda.
6) Los objetos de la percepción nunca se presentan en su puridad, sino siempre
envueltos en un medio, por ejemplo, el aire. De ahí la mezcla ἐπιμιξία. Así, la
hierba parece por la noche de color gris y dorada a la luz del atardecer. El
rostro maquillado de una mujer es muy diferente a la luz del sol y a la luz de
una lámpara eléctrica.
7) Hay diferencias en la percepción que se deben a diferencias de calidad, p. ej.,
un grano de arena parece rugoso, mientras que, si dejamos que la arena se
deslice por entre nuestros dedos, sus granos nos parecen suaves y lisos.
8) La relatividad en general.
9) La diferencia entre las impresiones debida a la frecuencia o a la escasez de
la percepción; p. ej., el corneta, que se ve raras veces, impresiona más que el
sol.
10) Las distintas maneras de vivir, los diferentes códigos de moralidad, la
diversidad de leyes, mitos y sistemas filosóficos (cfr. los sofistas).
Estos diez Τρόποι de Enesidemo fueron reducidos a cinco por Agripa:
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1) La diversidad de opiniones a propósito de unos mismos objetos.
2) El proceso hasta el infinito que implica toda prueba de algo (es decir, que
cualquier prueba o demostración estriba en asertos que han de ser probados a
su vez, y así sucesivamente...).
3) La relatividad que implica el que los objetos les parezcan diferentes a unas
personas y a otras, según el temperamento, etc., del sujeto perceptor y según
su relación con los demás objetos.
4) Lo arbitrario de las afirmaciones dogmáticas que se toman como punto de
partida para eludir el regressus in infinitum.
5) El círculo vicioso en que se incurre al dar por supuesta necesariamente en la
prueba de cualquier cosa la conclusión misma que ha de probarse.
Otros escépticos redujeron los Τρόποι a dos:
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1) De nada podemos llegar a cercioramos nunca por ello mismo, como lo atestigua la
enorme variedad de las opiniones, entre las que no puede hacerse ninguna elección
con certeza.
2) De nada se puede llegar a estar cierto por ningún otro medio, ya que al intentarlo
se incurre o en el regressus in infinitum o en un círculo vicioso.
(Evidentemente, estos argumentos en pro del relativismo giran, al menos la mayoría
de ellos, en tomo a la percepción. Mas la percepción nunca yerra, puesto que no juzga,
y el error reside en el juicio falso. Además, la razón puede prevenir el error evitando
el juicio apresurado, considerando la materia con más detención, suspendiendo el
juicio en determinadas circunstancias, etc.)
Sexto Empírico (c. 250 d. J. C.), que es nuestra principal fuente para los detalles de la
doctrina escéptica, arguyó contra la posibilidad de probar una conclusión
silogísticamente23. La premisa mayor —por ejemplo «Todos los hombres son
mortales»— no puede probarse por una inducción completa, y la incompleta implica el
conocimiento de la conclusión —«Sócrates es mortal»—, porque no tenemos derecho a
decir que todos los hombres son mortales, a no ser que sepamos ya que Sócrates
también es mortal. El silogismo es, pues, un ejemplo de circularidad. (Advirtamos que
esta objeción contra el silogismo, suscitada de nuevo por John Stuart Mill en el siglo
19, sólo sería válida si se rechazara la doctrina aristotélica de la esencia específica y
se adoptase de plano el nominalismo. Es por nuestra percepción de la esencia o
naturaleza universal del hombre por lo que tenemos derecho a afirmar que todos los
hombres son mortales, y no porque nos apoyemos en una observación de
absolutamente todos los casos particulares, lo cual sería aquí imposible. La premisa
mayor está basada, pues, en la naturaleza del hombre, y no requiere el conocimiento
explícito de la conclusión del silogismo. Ésta se halla contenida implícitamente en la
premisa principal, y el proceso silogístico explicita y aclara tal conocimiento implícito.
El punto de vista del nominalismo exige, por supuesto, una nueva lógica, y Stuart
Mill trató de establecerla.) Los escépticos ponían en cuestión también la validez de la
noción de causa, pero no parece que diesen ya con las dificultades epistemológicas que
idearía, andando el tiempo, David Hume24. La causa es esencialmente relativa, y lo
relativo no es objetivo sino que es algo que la mente atribuye de un modo extrínseco.
Añádase que la causa debe ser, o bien simultánea, o bien
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