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Filosofia


Enviado por   •  16 de Febrero de 2015  •  3.160 Palabras (13 Páginas)  •  271 Visitas

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JOSE EDUARDO HERNANDEZ

Hablar de José Eduardo Hernández es hablar del numero 2111111, la famosafrecuencia para solicitar servicios de taxis en Bogotá. También, y en cierta mediad, eshablar del capricho de un hombre que sin embargo, por medio de su constanteesfuerzo logro cumplir su sueño y actualmente sigue expandiendo su empresa.José Hernández estudio algunos semestres de Ingeniería Civil en la Universidad laGran Colombia, sin embargo, cuando se le presento la oportunidad de conducir untaxi, su vida cambio completamente, hasta el punto que nunca termino su carrerainicial y termino estudiando Administración de Empresas.Existe algo que si ha sido constante en el desarrollo de José Hernández y de suempresa es el hecho de encontrar problemas e irlos solucionando poco a poco. Dehecho, la historia de su empresa lo muestra, Cuando José Hernández empezó atrabajar, se encontró con una gran desorganización en el sector del transporte entaxis, de esta manera empezó a buscar soluciones a estos problemas.Inicialmente encontró que podría establecer un número en el cual las personasllamaran, pidieran un taxi, pagaran un pequeño sobrecosto pero tuvieran un mejor servicio y el transporte fuera más seguro. De esta manera, luchando contra viento ymar José Eduardo estableció la primera antena del número 2111111 en el solar de lacasa de su mama, hecha por un amigo suyo con una serie de desperdicios(básicamente chatarra).Después de crear la antena, y al tener pocos afiliados (su segundo problema), decidióbuscarle una solución al mismo y empezó a hablar y a establecer alianzas conconcesionarios de tal manera que se pudiera facilitar la adquisición de los servicios por parte de los usuarios y además los concesionarios incrementaran el volumen deventas que manejaban.El éxito de José fue tal que empezó a vender los taxis, actuando como intermediario,es decir que el cliente contactaba a José, le pedía el auto, José hablaba con elconcesionario, hacia la transacción, equipaba el taxi con calcomanías de la empresa,con el numero de la misma y con radioteléfono y lo entregaba al cliente para queempezara a trabajar desde ese mismo día.Posteriormente se le presento la oportunidad de viajar a Panamá y traer un lote decarros nuevos, el problema surgió cuando tenía que traer estos viajes desde el puertohasta Bogotá, ya que al ser carro nuevo el chofer lo conducía muy rápido (por laemoción de estar estrenando) y lo que terminaba haciendo era que lo acababa muyrápido y el auto quedaba muy depreciado cuando se lo entregaban al cliente.Desde ese problema, José Eduardo encontró otra oportunidad, lo que hizo fue montar una compañía de transporte de automóviles por medio de ³niñeras´. Después de esto,José Eduardo siguió expandiendo su empresa, creo empresas de prestación deservicios médicos para los taxistas.

JESUS GUERRERO HERNANDEZ

A los pocos días de crear Servientrega, en marzo de 1982, Jesús Guerrero usó una doble identidad para expandirse. En la mañana se vestía como ejecutivo y visitaba a sus clientes con unas tarjetas de presentación que le regaló un amigo. En la tarde, se ponía un saco cualquiera para ir a recoger los paquetes que había negociado temprano. Esto despertó algunas inquietudes en sus clientes, quienes le preguntaron por qué él recogía los envíos si decía que trabajaba en una multinacional. Guerrero respondía que tenían mucho trabajo y que por eso se veía obligado a hacerlo él mismo. Pero la verdad era que, en ese entonces, Jesús era el único empleado de Servientrega. Tres días después contrató a un mensajero en el puerto de Buenaventura, y sobre un mapa de Colombia proyectó dónde debía estar en 1990. Aspiraba tener 150 sucursales, 500 empleados, ventas de 500 millones de pesos y 150 vehículos.

Pero los cálculos le salieron mal. El crecimiento fue mucho mayor. En la actualidad, Servientrega tiene 22 mil colaboradores a nivel internacional, entre los que se cuentan sus 10.750 empleados en Colombia. En 2010 realizó casi 150 millones de envíos, a los más de dos mil puntos a nivel nacional y 500 a nivel internacional. Para este mismo año, las ventas fueron de 384 mil millones de pesos, y fue la segunda compañía colombiana con más franquicias solicitadas.

A los quince años de edad, Jesús dejó la vereda Paeces, del municipio de Jenesano, donde nació hace 47 años. A media hora de la capital de Boyacá, este pueblo es conocido por sus ríos, su producción de papa, maíz, arracacha, frijol y arveja, y, sobre todo, por su temperatura: sus 18 grados centígrados le han dado el apelativo del “barrio caliente de Tunja”. También es conocido como “el pueblo sano”, porque su nombre fue puesto en honor al pueblo italiano Genazzano. Jesús llegó a Bogotá en 1979 para reemplazar a uno de sus hermanos en una empresa de transporte como mensajero-cobrador. Ganaba 850 pesos, la mitad de un sueldo mínimo de la época. Recuerda que a su llegada no conocía nada de la ciudad. Rodrigo Vásquez, el contador de esta compañía, le explicó en qué sentido y cómo estaban ubicadas las calles y carreras. Jamás se perdió. Siempre fue andariego, por eso hoy en día prefiere hacer visitas a sus clientes que permanecer todo el día en una sede.

Jesús Guerrero cuando se desempeñaba como Gerente Comercial en 1983. La primera sede de Servientrega fue en su casa paterna, en el barrio Veraguas, de Bogotá.

Después de haber trabajo los primeros tres años, llegó a ganar un sueldo mensual de $4.500. Su retiro se debió a que notó que los activos de la empresa eran de $3’500.000, la misma cantidad desde su llegada. No había crecimiento. Pese a que Jesús sólo tenía 18 años, estaba indignado por la situación. Entró sin vergüenza a la oficina del gerente y le dijo que era un incapaz. Fue despedido y su liquidación fueron 32 mil pesos. Invirtió 15 mil pesos en cinco vestidos de paño y corbatas, que compró en el barrio Ricaurte. El resto de dinero fue el capital inicial para Servientrega, 17 mil pesos que se convirtieron en una de las grandes fortunas de Colombia. ¿Cómo un campesino de un pueblo perdido de Boyacá pudo lograrlo? ¿Cómo el niño que jugaba con un carro hecho de tapas de cerveza cuenta hoy con 2200 vehículos ‒entre camiones, furgones y mulas‒, dos aviones de carga y uno privado?

Los negocios de Jesús Guerrero empezaron con cilantro, conejos y salchichón. No se trata de la fórmula de su alimentación, sino de ideas de emprendimiento que le enseñaron a moverse en los negocios. Después de pactar con su papá, Concepción, un pedazo de tierra dentro del minifundio familiar de quince hectáreas, dedicó su niñez a sembrar y comercializar cilantro. Desde los siete años de edad hasta los doce, vendía atados a cinco pesos todos los fines de semana en la plaza de mercado de Jenesano. El dinero que ganaba

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