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Fundamentos morales de la metafísica


Enviado por   •  26 de Agosto de 2023  •  Informe  •  5.298 Palabras (22 Páginas)  •  56 Visitas

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FUNDAMENTOS MORALES DE LA METAFÍSICA

En Kant, el resultado a que llega crítica a la razón pura es la imposibilidad de la metafísica como ciencia, que pretendiese conocer las cosas en sí mismas. Puesto que conocer es una actividad atravesada por condiciones que hacen que conocer las cosas en sí mismas sea una contradicción. Kant, dice que podría haber otras vías para conocer las cosas en sí mismas que no tienen porque ser los caminos del conocimiento.

¿Existen esas otras vías? ¿Cuáles son? La actividad de conocer es solo una de las tantas actividades que llevamos a cabo los humanos. Entre ellas, hay una forma de actividad espiritual que denominamos CONCIENCIA MORAL. Esta conciencia moral contiene dentro de si un cierto número de principios, en virtud de los cuales los hombres rigen su vida. Es en estos principios donde Kant encuentra la base que puede conducir al hombre a aprehender los objetos metafísicos. Y les da un nombre que ya había acuñado Aristóteles: RAZÓN PRÁCTICA, y tiene este nombre porque el considera que en la conciencia moral hay algo que, sin ser razón especulativa, se asemeja a la razón. Pero no es la razón aplicada al conocimiento, sino que es la razón aplicada a la acción, a la moral.

Esta cuestión de los principios nos lleva a los CALIFICATIVOS MORALES, por ejemplo: bueno, malo, moral, inmoral, etc. Estos calificativos nosotros solemos extenderlos a las cosas, pero no caben, porque en las cosas no hay mérito o desmérito, no puede decirse que tal cosa es buena o mala, solo puede decirse eso del hombre. ¿Por qué del hombre? Porque cuando el hombre actúa distinguimos dos elementos, lo que hace y lo que quiere hacer. Entonces decimos, que los calificativos no caben tampoco para lo que el hombre hace, sino para lo que quiere hacer. Porque lo importante no es el contenido del acto, sino la VOLUNTAD misma del hombre. Y es lo único que puede ser bueno o malo.

Kant dirá, que todo acto voluntario se presenta a la razón en forma de un IMPERATIVO, es decir, cuando se inicia aparece en la conciencia como una especie de mandamiento “hay que hacer esto”. Y de estos imperativos existen dos clases: IMPERATIVOS HIPOTÉTICOS e IMPERATIVOS CATEGÓRICOS.

La forma lógica del imperativo hipotético es la que consiste en sujetar el mandamiento (imperativo) a una condición: “si quieres sanar, tienes que tomar la medicina”. Pero esta condición implica que, si no quiero sanar, el imperativo queda invalidado. En cambio, los imperativos categóricos, son aquellos donde el mandamiento no está puesto bajo ninguna condición: “no matarás”.

¿Cuál de los dos imperativos corresponde a lo que llamamos moralidad? Tenemos que hacer una distinción entre lo que es la legalidad y la moralidad. La legalidad de un acto voluntario consiste en que este se ajuste a lo que dice la ley, pero no basta con que se ajuste a la ley para que sea moral. Para que sea moral es necesario que algo acontezca no en la acción, sino antes de ella, en la voluntad de quien la ejecuta. Para la conciencia moral, una voluntad que hace lo que hace por una recompensa o para evitar un castigo pierde todo valor moral. En cambio, un acto es puramente moral cuando la persona lo realiza porque ese es el acto moral debido. Entonces, no hay moral, cuando un acto categórico es convertido en hipotético.

Para Kant, una voluntad es plena y realmente pura, moral, valiosa, cuando sus acciones están regidas por imperativos auténticamente categóricos. En toda acción u omisión, hay una materia que es lo que se hace, y una forma que es el por qué se hace o por qué se omite. Se debe considerar la forma del deber, sea cual fuese el contenido.

“OBRA DE TAL MANERA QUE PUEDAS QUERER QUE EL MOTIVO QUE TE HA LLEVADO A OBRAR SEA UNA LEY UNIVERSAL” Para Kant, también es necesario expresar la ley moral en una concepción donde se aclare el fundamento tanto de la ley moral, como de la voluntad pura. Y esta concepción la va a encontrar en la distinción entre AUTONOMÍA y HETERONOMÍA de la voluntad.

La voluntad es autónoma cuando se da a sí misma su propia ley, y es heterónoma cuando recibe pasivamente la ley de algo o de alguien. Todas las éticas de la historia resultan ser necesariamente heterónomas, puesto que el hombre debe ajustarse a ella. Y se ajustará por las consecuencias que ese tipo de acción puede acarrearle. Solamente es autónoma aquella formulación de ley que pone en la propia voluntad el origen de la ley. Lo que obliga que no sea una ley de contenido, sino de forma. Por eso la moral no puede consistir en una serie de mandamientos con un contenido empírico determinado, sino que se debe acentuar el lugar psicológico, de la conciencia, en donde reside lo meritorio.

“OBRA DE TAL MANERA QUE PUEDAS QUERER QUE EL MOTIVO QUE TE HA LLEVADO A OBRAR SEA UNA LEY UNIVERSAL” Si la voluntad moral pura, es voluntad autónoma, esto implicaría si o si el postulado de la LIBERTAD DE VOLUNTAD, que es el primer postulado de la razón práctica. Volvemos a la cuestión de los imperativos, ¿cómo una voluntad podría ser meritoria si estuviera sujeta a la ley de los fenómenos, a la causalidad?

El segundo postulado de la razón práctica es LA INMORTALIDAD. Ese mundo inteligible al que penetra nuestra voluntad humana no está sujeto a las formas del espacio, el tiempo y categorías. Kant concibe a la voluntad humana de dos maneras: una manera metafísica y otra histórica. De esta manera, nuestros actos deben ser considerados desde dos puntos de vista, uno dice que un fenómeno se efectúa en el mundo, tiene causas y está determinada, pero considerada desde la manifestación de una voluntad no cae en la causalidad y la determinación, sino bajo el deber, y de ahí bajo a lo moral e inmoral.

Si el hombre purificara, por los medios que sean, su voluntad en el sentido de que esa voluntad pura y libre dependa solo de la ley moral, si el hombre va sujetando cada vez más la voluntad psicológica y empíricamente determinada, al cabo de esta tarea se va a tener un ideal. Que es lo que Kant llama santidad. Un santo, para Kant, es aquel hombre que dominó por completo toda determinación moral oriunda de fenómenos concretos para sujetarlos a la ley moral.

Por último, el tercer postulado tiene que ver con la existencia de DIOS. La existencia de dios viene estructuralmente traída por las necesidades de la estructura moral del hombre. La característica de nuestra vida concreta es la tragedia y el dolor que produce la distancia entre lo ideal y la realidad. Ese acuerdo entre lo que debe ser y lo que es no se da en nuestra vida, porque predomina la causalidad física y natural, por eso se requiere una síntesis superior entre el “ser” y el “deber ser”. Y es esa unión lo que Kant llama dios. Dios sería entonces aquel ente metafísico donde la más plena realidad está unida al más pleno ideal.

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