Historia, Economía y Algunas Invisibilidades
Enviado por mnab0916 • 15 de Agosto de 2014 • 3.734 Palabras (15 Páginas) • 271 Visitas
1. Historia, Economía y Algunas Invisibilidades
La Historia es hecha por los historiadores y ningún acontecimiento se convierte en acontecimiento histórico a menos que un historiador lo declare como tal. El famoso historiador inglés E.H. Carr escribió en su ensayo «¿Qué es la Historia?»: «Se solía decir que los hechos hablan por sí mismos, lo que por cierto es falso. Los hechos sólo hablan cuando el historiador los hace presentes: es él quien decide a cuáles va a darles tribuna, y en qué orden y contexto» . Citando una declaración de Vilhelm Moberg respecto a Suecia, podemos decir que la Historia se refiere «sólo a un grupo de individuos: aquellos que toman las decisiones y que, a nombre del pueblo, deciden las condiciones bajo las cuales éste tiene que vivir» .
Aunque cierta investigación histórica moderna está adoptando una mentalidad más sociológica, por tradición la voz de las masas no ha sido escuchada ni su presencia sentida. Podemos afirmar, junto con Moberg, que en nuestras lecturas de Historia faltaron aquellos «que sembraron y cosecharon los campos, derribaron bosques, abrieron caminos, construyeron palacios, castillos, fortalezas, ciudades y casas. De todos los que pagaron impuestos, mantuvieron a clérigos, ediles y funcionarios sólo hemos tenido visiones fugaces, aquí y allá. De todos aquellos ejércitos caídos por la Madre Patria en tierra extranjera nos faltan los soldados rasos, sus esposas que los esperaban en el hogar, toda la clase de los servidores, hombres y mujeres... los vagabundos desposeídos, los 'indefensos' que no tenían ni tierra ni hogar» .' Esta gente que integra las filas de aquellos «invisibles» a los ojos de la Historia es, paradojalmente, la misma gente que ha hecho posible la Historia «visible».
La economía es diseñada por los economistas. Ningún acontecimiento se convierte en acontecimiento económico a menos que calce con ciertas reglas establecidas por el economista. Como disciplina, la economía se ha convertido repentinamente en una de las materias más importantes de la actualidad. No habría nada de malo en ello si la importancia dada a la ciencia económica correspondiera realmente a su capacidad de interpretar y resolver los problemas que afectan a la Humanidad. Este no es el caso. Sus grandes abstracciones, tales como el P.N.B. (Producto Nacional Bruto), sistemas de precios, tasas de crecimiento, razón capital producto, movilidad de factores, acumulación de capital y otras, aunque reconocidas como importantes, son selectivas y discriminatorias cuando se refieren a la masa de los seres humanos. A través de estas abstracciones la ciencia económica, en vez de convertirse en «disciplina abierta», se convierte en una especie de «club exclusivo».
En realidad, el análisis económico sólo cubre a aquellos cuyas acciones y comportamiento están ajustados a lo que sus cuantificadores (tales como los mencionados) pueden medir. Tomando como ejemplo el P.N.B. lo que pueden medir son actividades que se generan a través del mercado, sin considerar si dichas actividades son productivas, improductivas o destructivas. El resultado de estas limitaciones es que las teorías económicas dominantes no asignan valor a las tareas realizadas a nivel doméstico o de subsistencia. En otras palabras, estas teorías son incapaces de incluir a los sectores más pobres del mundo o a la mayoría de las mujeres. Esto significa que casi la mitad de la población mundial -y más de la mitad de los habitantes del Tercer Mundo- resultan ser, en términos económicos, estadísticamente "invisibles". Los sectores «invisibles» para la Historia son prácticamente los mismos que resultan «invisibles» para la Economía.
Estos «invisibles» son de la mayor importancia y el hecho de que hayan permanecido como tales por tanto tiempo no es casual. Las razones descansan en nuestras tradiciones y evolución cultural, es decir, en la evolución de la rama cultural Occidental, Judeocristiana. Trataré de demostrar este criterio en las siguientes páginas. Sólo quisiera agregar a estas alturas que estos sectores invisibles de la humanidad se han convertido en el principal interés de mi quehacer, no sólo desde un punto de vista teórico, sino también como una experiencia concreta de vida. Es por este motivo que, después de haber trabajado cierto número de años como «economista puro», decidí transformarme en «economista descalzo» y vivir y compartir la realidad invisible. Los próximos pasajes y el capítulo siguiente están destinados a describir e interpretar el pensamiento de los sectores «visibles» de la Historia y de la Economía, así como las aterradoras consecuencias que han acarreado para la Humanidad en su conjunto y para los sectores «invisibles» en particular.
2. Antropocentrismo y el Mito Original
Para que exista la tecnología se requiere tanto de los seres humanos como de la naturaleza. Es concebible que los humanos puedan abstraerse en gran medida de la tecnología para vivir, pero en cambio, no pueden desentenderse de la naturaleza. Por su parte la naturaleza no necesita ni de una ni de otros para cumplir con su programa evolutivo. No se debe quebrantar esta jerarquía orgánica si es que la evolución ha de progresar en condiciones de equilibrio dinámico. Se requiere una forma de integración en la que las reglas de interdependencia primen sobre las de la competencia. Lamentablemente, el esquema no ha operado de esta manera y, aunque es cierto que el mundo ha resistido los embates del comportamiento antropocéntrico por largo tiempo, permaneciendo aparentemente incólume, sus efectos se están empezando a sentir de forma clara en cuanto a la posibilidad muy real de una crisis que afecte no sólo al mundo sino a toda la biósfera.
Cuando hablo de «largo tiempo», sólo lo hago en términos relativos. Si nos imaginamos una línea de dos metros de largo como representación de¡ tiempo transcurrido desde el nacimiento del planeta hasta hoy, la existencia total de la humanidad estaría sólo incluida en el último milímetro. Dentro de esta perspectiva es imposible negar la eficacia de los seres humanos para alterar tan rápida y dramáticamente, un programa que data de más de mil millones de años. Resulta aún más sorprendente cuando uno se percata de que los esfuerzos más intensivos para arrastrarnos a una crisis total sólo han ocurrido en un diez milésimo de milímetro dentro de esta línea imaginaria. También ha sido dentro de este segmento infinitesimal en que la humanidad se ha dividido en lo que he llamado los sectores «visibles» e «invisibles». Si agregamos a esto que los seres humanos fueron los últimos entre las criaturas superiores en emerger a la faz de la tierra, resulta sin duda inquietante
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