Justicia Y Libertad

En la presente reflexión pretendemos abordar la problemática nacional como una falta de apropiación real de la practica democrática y esbozar una posible solución a esa problemática desde la EDUCACION, es decir plantear que desde la educación básica y media se les den las herramientas a los estudiantes, para que a futuro puedan hacer de nuestro país una sociedad mas justa en la medida en que haya una mayor apropiación de los valores democráticos.

PREGUNTA PROBLEMATIZADORA

Dada la necesidad de la sociedad de construcción de realidades concretas, a partir de problemas sociales, como la falta de apropiación de principios democráticos, pérdida de confianza y búsqueda constante de su desarrollo; estas situaciones están vinculadas con la apatía de los individuos, trasladando las doctrinas impuestas, la no apropiación de las ideas, la falta de aprehensión a la norma. La creación de imaginarios colectivos no vivenciales, el no proponer experiencias donde halla aproximaciones claras de democracia , donde surge como interrogante, ¿es pertinente realizar una construcción de justicia y libertad como un cercamiento practico en un ejercicio que permita afrontar indispensablemente la creación de instituciones educativas justas, democráticas y participativas para generar no solo realidades fácticas, sino asumirlo como pilar fundamental del desarrollo de democracia?.

La Propuesta desde el proyecto de democracia

Es preciso tener en cuenta que a través de la educación el niño empieza por sentirse miembro de comunidades: familiar, religiosa, grupo de edad; pero también miembro de una comunidad política, en la que ha de sentirse acogido desde el comienzo, porque cada niño se encuentra en el contexto de una realidad social determinada que le ayudará a desarrollar sus predisposiciones en un sentido u otro. Y, como muy bien apuntan los «culturalistas» frente a los «genetistas», el medio en el que se desenvuelva es esencial para el desarrollo de unas tendencias u otras. Como en las primeras etapas del desarrollo, necesita forjarse una identidad desde los grupos a los que pertenece; la comunidad familiar y la comunidad religiosa, en su caso, van ofreciéndole esos vínculos de pertenencia que constituyen una necesidad psicológica. Asi también la comunidad política tiene la obligación de hacer sentir al niño que, además de ser miembro de una familia, de una iglesia, de una etnia, de una cultura, lo es también de una nación, que espera de él que participe activamente como ciudadano y como miembro de una comunidad educativa siendo sujetos autónomos, capaces de la toma de ecisiones, lideres que argumenten y construyan equidad.

Formar competencias ciudadanas es una necesidad indiscutible en cualquier institución, pero en las circunstancias actuales que vive la comunidad educativa se constituyen en un desafío inaplazable que convoca a los estamentos . Sin lugar a dudas, la Escuela es el lugar ideal para desarrollar esta tarea, porque en ella el ejercicio de convivir se pone en práctica todos los días.

Según Delgado, R. y Lara-Salcedo, L. en su documento De la mediación del conflicto escolar a la construcción de comunidades justas “para lograr una convivencia democrática en la cotidianidad escolar, es necesario implementar modelos de prevención de la violencia, enfoques de conciliación y mediación escolar, reflexionar en torno a la relación poder-autonomía del estudiante, y construir, con la participación de la comunidad unos minimos de convivencia”.

Existen otra serie de elementos que merecen resaltarse, debido a las implicaciones que tienen en el campo de la participación de estos ciudadanos: el desarrollo de las competencias propositivas y argumentativas, generación de espacios para la imaginación, la creatividad, la exploración y el autocuidado de talentos. Estos aspectos constituyen un reto para la escuela que esta llamada a crear conciencia de la necesidad de cambiar las formas de construcción de la democracia, la relación de las practicas de la cultura de paz y de una comunidad justa y democrática .

Debemos crear dentro de la comunidad educativa la promoción de una nueva cultura de convivencia, de sensibilización, participación y relación interpersonal, mejorando conductas inadecuadas o situaciones de conflicto y trabajando en valores básicos.

La descentralización del poder, para promover la participación, es un elemento clave en el proceso de construcción de comunidades democráticas.

La Ley 115 establece que: en todos los establecimientos de educación básica y de educación media y en cada año lectivo, los estudiantes elegirán a un alumno del último grado que ofrezca el establecimiento, para que actúe como personero de los estudiantes y promotor de sus derechos y deberes .

Esta participación estudiantil hace indispensable el estudio de la problemática que se vive en la institución, para llevar este tipo de inquietudes al seno de dicho Consejo. Se propicia, por lo tanto, que la institución educativa se convierta en un objeto de investigación y de reflexión para los estudiantes, de modo que el trabajo que sobre ella se haga permita la construcción de proyectos tendientes a la solución de sus problemas.

Los estudiantes, gracias al proyecto de gobierno de democracia, podrán expresar su sentir a través de su representante en el Consejo Directivo. Esta oportunidad tiene una doble implicación para los estudiantes; en primer lugar requiere de organizar el proceso de elección, lo que supone participar en toda la logística que este tipo de eventos encierra: diseño del cronograma de actividades, definición de las reglas para llevar a cabo la elección, planeación de momento electoral, entre otras.

Esta oportunidad de tener los estudiantes a uno de sus compañeros en la tarea de contribuir al cumplimiento de sus deberes y derechos humanos, muestra cómo con el nuevo espíritu que inyecta la Ley General de Educación, se quiere que ellos sean participantes activos del quehacer escolar y no, como tradicionalmente se ha venido haciendo, sólo los receptores de normas y exigencias elaboradas por los adultos (directivas y docentes).

Los educadores tienen también un nuevo papel que desempeñar en la Ley General de Educación, en aras de contribuir a la construcción de una Escuela y una sociedad cada vez más democrática, para plantear lo que debe ser la nueva actitud en el marco de construir en y desde la Escuela nuevas formas de expresión democráticas, para lograr este objetivo se debe partir del análisis de las prácticas cotidianas

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