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LA PEDAGOGÍA DEL AMOR


Enviado por   •  21 de Noviembre de 2012  •  Ensayo  •  530 Palabras (3 Páginas)  •  597 Visitas

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LA PEDAGOGÍA DEL AMOR

Desde que los Sofistas, en el siglo V a. C., institucionalizaron la enseñanza y fundaron la pedagogía, muchas y muy diversas teorías pedagógicas se han sucedido en el transcurso de la historia. Desde diferentes concepciones de la educación y fundándose en principios filosóficos y antropológicos heterogéneos cada una de ellas ha pretendido diseñar las técnicas y los métodos didácticos más adecuados para desarrollar el proceso educativo de la manera más apropiada y eficaz.

Pero no pretendo ahora exponer y analizar, a modo de compendio histórico, doctrinas tan dispares. Mi propósito es centrar mi reflexión en torno a algo que transciende y, a la vez, envuelve a todas las teorías pedagógicas por muy diversas que sean. Lo he llamado “ pedagogía del amor”. No se trata de una doctrina nueva. No es una teoría propiamente dicha. Es, más bien, un estilo educativo, un talante, una actitud que todo educador debe encarnar. Su validez es pues extensible tanto a los padres como a los profesores.

El eje fundamental que vertebra la pedagogía del amor es, obviamente, el amor, porque él constituye uno de los pilares básicos en los que ha de sustentarse la educación, ya que el amor genera un movimiento empático que provoca en el educador la actitud adecuada para comprender los sentimientos del educando y, en cierto modo, prever su comportamiento. Es necesario, pues, reflexionar sobre el amor y analizar sus implicaciones, exigencias o manifestaciones en el proceso educativo, a fin de perfilar algunos de los rasgos más sobresalientes que configuran la pedagogía del amor, sin la pretensión de agotar el tema y como una mera invitación a la reflexión.

La pedagogía del amor exige reconocer y aceptar al educando tal cual es y no como nos gustaría que fuera, porque sólo conociendo y aceptando sus valores y sus defectos, sus aptitudes y sus carencias propenderemos a potenciar y desarrollar los primeros y a corregir y a enderezar los segundos. Es demasiado frecuente la tendencia de los padres a establecer comparaciones entre los hermanos y de los profesores entre los alumnos. Pero es un error, porque las comparaciones son siempre odiosas y no benefician ni al que es elogiado, porque fomentan en él sentimientos de superioridad y orgullo, ni al que es censurado, porque disminuyen su autoestima. Cada uno es como es y en toda persona hay siempre un acervo de cualidades valiosas. Si le aceptamos, le enseñamos a aceptarse a sí mismo y le demostramos que no le queremos por sus éxitos, sino por él mismo. La aceptación constituye, pues, el punto de partida del proceso educativo.

Pero no es suficiente. La pedagogía del amor exige al educador que reconozca cada uno de los logros del educando y lo felicite por ello, porque su personalidad es inmadura y necesita continuamente del estímulo, del aliento y de la motivación

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