La Función Mediadora Del Docente Y La Intervención Educativa.

Hoy más que nunca la docencia desafía diversos retos y demandas en lo referente a la calidad educativa. Es un clamor social que la labor docente no se debe limitar solo a una mera transmisión de información, y que para ser un docente eficaz no es suficiente dominar una materia o disciplina. El acto de educar envuelve interacciones muy complejas, las cuales involucran cuestiones simbólicas, afectivas, comunicativas, sociales, de valores, … de tal manera que un profesional de la docencia debe ser capaz de ayudar positivamente a otros a aprender, pensar, sentir, actuar y desarrollarse como personas.

Desde diferentes aspectos pedagógicos, al docente se le han asignado diversos roles entre los cuales están: el de facilitador, transmisor de conocimientos, el de animador, el de supervisor o guía del proceso de aprendizaje, e incluso el de de investigador educativo.

En tal sentido, se puede decir que la función del maestro no puede reducirse ni a la de simple transmisor de la información ni a la de facilitador del aprendizaje, en el sentido de concretarse a arreglar un ambiente educativo enriquecido, esperando que los estudiantes por sí solos manifiesten una actividad auto-estructurante o constructiva aunque es conveniente decir que el docente se constituye en un organizador y mediador en el encuentro del alumno con el conocimiento.

De igual forma, uno de los importantes roles que desempeña el docente de este nuevo milenio es el de servir de mediador entre la cultura y el estudiante y no sólo, como se creyó tradicionalmente, transmitir los conocimientos propios de la asignatura que orienta sino también constituirse como un organizador y mediador en el encuentro del alumno con el conocimiento.

De acuerdo a lo señalado por Coll (1990), el docente debe regular la dificultad de las tareas y proveer al estudiante la ayuda necesaria para afrontar el reto escolar. El papel de la motivación en el logro del aprendizaje significativo se relaciona con la necesidad de fomentar en el estudiante el interés y el esfuerzo necesarios, siendo labor del docente ofrecer la dirección y la guía pertinentes en cada situación. La motivación en el aula depende de la interacción entre el profesor y sus estudiantes. En los estudiantes, la motivación influye en las metas que establece, la perspectiva que sume, sus expectativas de logro y las atribuciones que hace de su propio éxito o fracaso.

De acuerdo a Rogoff (1984) hay cinco principios generales que caracterizan las situaciones de enseñanza aprendizaje, en las que se da un proceso de participación guiada con la intervención del docente:

1. Se proporciona al estudiante un puente entre la información de que dispone (sus conocimientos previos) y el nuevo conocimiento.

2. Se ofrece una estructura de conjunto para el desarrollo de la actividad o la realización de la tarea.

3. Se traspasa de forma progresiva el control y la responsabilidad

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