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La Hermeneutica


Enviado por   •  14 de Abril de 2014  •  1.736 Palabras (7 Páginas)  •  283 Visitas

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la hermenéutica no es un método; la entenderemos aquí desde una perspectiva general, como una teoría general de la interpretación pero, sobre todo, como una postura filosófica que acepta, en mayor o menor medida, que “no hay hechos, sólo interpretaciones”.

En este sentido, más que hablar de La Hermenéutica (como un ente único), sería prudente hablar de las hermenéuticas. Una de ellas, la hermenéutica analógica, será el punto de partida de esta disertación. Por ello, el segundo apartado de este ensayo estará dedicado a exponer, someramente, las características de la misma.

La hermenéutica analógica propone la existencia de dos extremos interpretativos o hermenéuticas extremas: la univocista y la equivocista, entre las cuales media la analogía. Partiendo de ello, podemos asegurar que el currículo, en cuanto texto, puede ser escrito con miras a ser interpretado de manera unívoca, equívoca o analógica, lo que representa la aportación que este ensayo desea brindar a la teoría curricular y que se detallará en el tercer apartado del mismo.

Por último, se hará una breve disertación basada en lo dicho sobre el estado actual del currículo en México, para vincularlo con el paradigma univocista, de tal manera que se pueda observar, prácticamente, cómo aterrizar lo que se dice en la teoría y, a partir de ahí, sugerir algunas vías de trabajo hermenéuticas.

El currículo como texto

Según nos dice Beuchot (2002: 15) “la hermenéutica es el arte de interpretar textos, entendiendo por textos aquellos que van más allá de la palabra y el enunciado”, pero no sólo hay que entenderlos como textos escritos; nos dice también que “Gadamer insistió en que el diálogo también es un texto, más abierto aún que el escrito, el cual es un texto cerrado; y también Ricoeur hizo hincapié en que el texto es igualmente la acción significativa” (Beuchot, 2006: 34; 2002: 160). Pero también los objetos pueden llegar a ser considerados como textos.

Siguiendo a Echeverría (2001) podemos decir que, en el proceso de producción cultural, cuando el ser humano interviene en la naturaleza para transformarla, se lleva a cabo un proceso de semiosis o de acción comunicativa, en la cual el sujeto impregna al objeto de cierto significado que debe ser descifrado por él mismo o por otro a la hora del disfrute. Así, por ejemplo, en el momento de transformar un pedazo de madera en una silla, dicha transformación (cambiar la forma) implica que la nueva forma del objeto le indique, de alguna manera, a quien va a disfrutar de ese objeto que está diseñado, específicamente, para ese tipo de disfrute y no para otro. Sin esa codificación, la transformación carece de sentido y el producto final no podría ser consumido o se podría consumir de cualquier forma distinta. De ahí que la producción y el consumo de objetos (materiales o imaginarios) y la producción y el consumo de significados no sean dos momentos separados, sino parte de uno mismo: producir un objeto es siempre producir un significado y consumir dicho objeto es siempre consumir un significado.

Así, podemos afirmar que producir cualquier objeto (material como una mesa o inmaterial como una teoría) es producir significados, y como para el consumo debemos descifrar este significado, podemos afirmar que lo que hacemos es leer el objeto para comprender su finalidad y poder consumirlo. Entonces, también los objetos pueden ser entendidos como textos.

De tal suerte, la hermenéutica como perspectiva teórica ve a sus objetos de estudio como un texto que hay que interpretar, porque no son claros por sí mismos, es decir, porque ocultan más de lo que muestran. Donde hay claridad no cabe la interpretación. Los discursos, las acciones y los objetos ocultan más de lo que muestran y, por ello, deben ser interpretados para ser comprendidos, es decir, para vincularse con la intencionalidad de su autor. El deseo de comprender al otro, de acercarse a él, de penetrar en su mundo es el principio de la actitud hermenéutica, y al vivir en una sociedad estamos siempre vinculados a otros. La comprensión de la propia cultura es tarea de la educación y, como tal, es una tarea hermenéutica.

Siendo el currículo un objeto cultural, un producto de la acción humana significativa, entonces también es un texto, y está justificado un abordaje hermenéutico del mismo.

Hay otra forma de acercarnos al currículo desde una perspectiva hermenéutica. Esto es porque el currículo no existe, es una interpretación. No hay una realidad empírica material o inmaterial que corresponda directamente a lo que denominamos con este término. Existen planes, programas, leyes, intenciones, acciones, promesas, historias y otros elementos mediante los cuales, a través de la interpretación, generamos una idea más o menos clara de lo que es el currículo. En algunos casos, se seleccionan sólo los planes de estudio como objeto de interpretación para determinar la noción de currículo; en otros, se recuperan elementos de la práctica diaria del proceso educativo real; en otros más, se incluyen factores socioculturales ajenos a la propia escuela pero que afectan o generan nociones alternativas de currículo.

En todos casos, sin embargo, el currículo no aparece por sí mismo, no se muestra, se desvela a través de la interpretación. Grundy

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