La Palabra
Enviado por Valeriapasten • 11 de Septiembre de 2013 • 1.737 Palabras (7 Páginas) • 331 Visitas
LA PALABRA
La significación de las palabras1
Martín Heidegger
Traducción de Pablo Oyarzun Robles
(1995)
Tan pronto como hablamos de “significación” de las “palabras”, hemos dispuesto a éstas de conformidad con su sonido verbal (Wortlaut), al cual le está adherida una “significación”. El sonido (φωνή) es, como algo sensiblemente dado, lo más próximo y real. Lo otro le es adherido y sobrecargado, de manera que la palabra, como configuración sonora, se convierte en la portadora de la signifi‐cación.
¿Acaso no se puede comprobar y confirmar todo esto, siempre, en la constancia fáctica del lenguaje? Por cierto. ¿Pero quiere decir esto que el lenguaje es pensado, así, a partir de su “inicio” (“Anfang”)? El inventario en términos de sonido verbal, significación, resulta de la pregunta de esencia: ¿qué es el lenguaje? En qué consiste. Fácilmente se reconoce el carácter metafísico de este inventario. Lo fónico y la fonación es lo físico, la significación es lo no‐sensible (el sentido [Sinn]), es decir, lo metafísico. Pero, pensado más exactamente, el inventario se muestra todavía de otra manera. Está dada la palabra sonora y el objeto designado en ella (la cosa, por ejemplo). Únicamente a partir del [doble] hecho de que la palabra “designa” (“bezeichnet”) la cosa, mientras que el sonido en sí mismo sólo suena y resuena, se llega a la función de designación de la “palabra” con ayuda de aquello que no puede ser ni mero sonido verbal ni la cosa designada: y esto es la “significación”.
1 “Das Wort / Die Bedeutung der Wörter”. Tomado de Zur philosophischen Aktualität Heideggers, Bd. 3, “Im Spiegel der Welt: Sprache, Übersetzung, Auseinandersetzung”, hsg. v. Dietrich Papenfuss u. Otto Pöggeler, Frankfurt/M: Klostermann, 1992, pp. 13‐16. La nota aclaratoria proporcionada por Friedrich‐Wilhelm von Herrmann (editor de las obras completas de Heidegger) indica que este breve manuscrito, hasta entonces inédito, está referido, mediante una inscripción en la portadilla (que lleva el título “La palabra”), a un texto escrito en 1944 bajo el título “Die Stege des Anfangs” (“Los senderos del inicio”). También en la portadilla, así como en la primera página del manuscrito (que lleva el título “La significación de las palabras”), está registrada la palabra “Ereignis”; por último, la portadilla enseña también la seña “vgl. Dichten und Denken — Inständigkeit” (“cf. poetizar y pensar — instancialidad”).
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www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía Universidad ARCIS.
Surge la pregunta de dónde ha de situarse esta forma (Gebilde). Se la confía al representar y opinar. Se ha caído, sin advertirlo, en el círculo de la relación del hombre al ente, en cuanto que en este círculo es posible la concordancia entre representar y objeto, concordancia que se llama “verdad”. El mencionado inven‐tario de la esencia de la palabra y del lenguaje no sólo presupone un saber acerca del ente y del hombre, sino que se mueve en una esencia de la verdad que se ha admitido sin reparo. Dentro de este círculo ya resuelto, que manifiestamente es el de la metafísica, se mueven, entonces, todas las discusiones sobre el lenguaje y la palabra. La metafísica proporciona los ingredientes de las indagaciones de la filosofía del lenguaje y de la ciencia del lenguaje, pero a la vez proporciona inmediatamente y sin que se lo advierta el circuito de los posibles respectos entre los cuales se mueven, en una y otra dirección, las diversas teorías.
Pero si la metafísica como tal no es lo inicial, entonces todo “saber” habido hasta ahora acerca del lenguaje no puede ser lo verdadero (das Wahre).
Mas ¿por qué ha de ser necesario un semejante saber inicial? Ciertamente, no porque se trate de una correcta organización de la investigación, sino porque la palabra y el modo en que ella es contribuye a decidir el destino del hombre (das Geschick des Menschen mitentscheidet).
El perfeccionamiento de la ciencia del lenguaje, puesto como meta de la meditación “sobre” la palabra, sería un motivo demasiado precario para el pensar. Pero aun la amenaza a la esencia del hombre (die Bedrohung des Menschenwesens) a causa de la decadencia (Verfall) del lenguaje y la degradación de la palabra no puede bastar para justificar el pensar “sobre” la palabra, ya, empero, aparente‐mente reflexionado. Además de esto, la decadencia del lenguaje es quizá solamente una consecuencia de la amenaza a la esencia del hombre, amenaza que viene de otro origen. Ella surge del olvido del ser.
Pero la palabra podría, ciertamente, pertenecer a la verdad del Ser (Seyn). Entonces sólo podría hablarse acerca de la palabra (vom Wort nur… sagen) a partir del pensar inicial del Ser. Entonces habría que esclarecer desde allí en qué respecto se encuentra ella con los ingredientes usuales del lenguaje, y sobre todo con aquello que, a diferencia del cuerpo verbal, se denomina “el alma”, con la significación. Si la metafísica acierta con algo correcto, entonces esto correcto, sin importar lo que sea de su verdad, tiene que ser pensado, de todos modos, en su origen.
No por causa del hombre (nicht des menschen wegen) el pensar inicial piensa en pos (nachdenkt) de la palabra, sino en gracia al Ser (dem Seyn zum Dank).
Así podría propiamente acontecer (sich ereignen) que los consabidos ingre‐dientes del lenguaje
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