La filosofía como una forma de pensamiento radical
Enviado por Milagros Manrique • 5 de Septiembre de 2019 • Apuntes • 2.189 Palabras (9 Páginas) • 238 Visitas
La filosofía como una forma de pensamiento radical.
Empezamos esta clase para establecer algunas referencias obligatorias en las lecturas que nos posibiliten conversar en los encuentros tomando como punto de partida lo que decimos y pensamos nosotrxs, y por otra parte lo que dicen lxs autores; como una manera de enriquecer y poner en diálogo nuestras perspectivas.
La primera tarea a la que nos abocamos es a intentar definir esta materia, o disciplina que se llama Filosofía. ¿Qué es la Filosofía? ¿A qué se dedica? ¿Todxs podemos hacer filosofía? ¿En qué se diferencia de la ciencia?
La primera lectura, de Comte Sponville, después de dar algunas precisiones que nos indican qué no es la filosofía, se detiene en una primera definición que resulta productiva, y nos abre algunas puertas. La filosofía es una práctica ( no una obra terminada) teórica (investiga más allá de lo particular, como por ejemplo una investigación periodística) discursiva ( no es muda, pues apela a lo dicho o escrito, a lo materializado en prácticas discursivas) razonable y conceptual. Es una práctica además, que por varias razones se diferencia de la ciencia.
Al final del texto afirma “aspira menos a conocer que a pensar o poner en cuestión, menos a aumentar nuestro conocimiento que a reflexionar sobre lo que sabemos o ignoramos” (p.28).
Esta idea de pensar, y no de conocer también la presenta Feinmam, en el video ¿Por qué es el ente y no más bien la nada?
Feinmann nos invita a acercarnos a la filosofía mediante una pregunta fundamental, que hizo uno de los pensadores más importantes del s. XX, Martín Heidegger. Una pregunta fundamental, que remite a cuestiones esenciales, a lo que nos sostiene, a lo que hay - o no hay- en el fondo: ¿Por qué es el ente y no más bien la nada? Es una pregunta definitiva, qué sólo podemos hacerla los seres humanos, cuando damos cuenta de nuestra condición.
En términos de Feinamnn:
Porque el ser humano es el único que se hace estas preguntas. El ser humano, que es un ser imperfecto en medio de un mundo y un Universo perfecto, que es un ser finito en medio de la temporalidad infinita del Universo, que es un ser carenciado en medio de la abundancia que lo rodea, se siente muy pequeño ante tanta grandeza. Y al sentirse así, quizás afrontar ese sentimiento es la muestra más palpable de su grandeza, porque Hegel lo decía: “la Tierra es un cascote que meramente gira alrededor del Sol”; y eso le entrega al hombre la pequeñez que es ante la inmensidad del Universo. Pero –dice Hegel- en este cascote que es la Tierra hay un ser metafísico que se pregunta por el sentido del Universo. Es decir, ese ser metafísico es el hombre. El hombre está en un cascote, el hombre es un ser pequeño, finito, mortal, lleno de angustia, lleno de miedo, destructivo, autodestructivo; pero tiene la grandeza de saber que muere y seguir viviendo y tiene la grandeza además de preguntarse por todo esto, por la totalidad. La totalidad es todo lo que hay y la pregunta por todo lo que hay la formula aquí el hombre, el ser humano. Se pregunta por qué hay algo y no más bien nada.
La pregunta que titula el video de Feinmann nos interpela concretamente: hay preguntas que invitan a pensar, que son filosóficas porque quizás no tengan respuesta, o tengan muchas. Que constatan que hay en nuestra existencia preguntas fundamentales que no pueden ser respondidas desde la ciencia. O que constatan, como reza la frase de Woody Allen, que Dios no juega a los dados, juega a las escondidas. Que Dios esta pavorosamente ausente de los terribles dolores que aquejan a los hombres
Esta pregunta, como cualquier otra pregunta filosófica nos enfrenta a reconocer nuestra condición de seres finitos, mortales. A reconocer la única certeza en un mundo de incertidumbre: que vamos a morir. Hacer filosofía es reconocer este punto de partida, frágil, humano, contradictorio, y dar cuenta de que estamos inmersos en un mundo que no tiene respuestas a las grandes preguntas de la vida. Pero sobre las que es necesario pensar, ahondar, domorarnos.
Comenzamos a pensar cuando apagamos el televisor de las verdades que atiborran nuestros sentidos. Cuando recuperamos algo de nuestra libertad subjetiva: “Cuando un tipo apaga el televisor porque sabe que desde ahí le están quitando la libertad subjetiva que él merece tener, ahí comienza su libertad”.
Las preguntas filosóficas.
No solemos hacernos tan seguido preguntas filosóficas, o al menos no solemos detenernos a pensarlas. Estamos apuradxs, y casi siempre solemos encontrar algo que las tape, o las reemplace. Afirma Feinmann; “toda la existencia humana, el entero planeta en el que habitamos, está organizado para que el hombre no se las haga”.
Algunas de las preguntas que propusieron en el foro ¿Quién soy? ¿Tengo algún propósito? ¿Qué es ser libre? ¿Qué me motiva a buscar la libertad? ¿Es la ética y la moral una forma de domesticar? ¿Por qué soñamos? ¿Somos libres? ¿Qué es el tiempo? ¿Qué es la vida?¿Hay vida después de esta? ¿Existirá un mundo después de este? Qué significado tiene el haberme traído a mí mismo hasta este lugar? ¿Dios logró o cómo logró crear el mundo en 7 días?
Son preguntas fundamentales, que pueden surgir del asombro, o de la duda o de las situaciones límite. Darío Sztajnszrajber (2018), recupera a los existencialistas y presenta al extrañamiento como condición de posibilidad de las preguntas filosóficas.
“Hacer filosofía es colocarse en un lugar de extrañamiento frente a todo lo que nos rodea, lo que se nos presenta como obvio. Todos podemos desmarcarnos de lo cotidiano e ingresar a la penumbra del extrañamiento, que no es más que recuperar de alguna manera nuestra capacidad de asombro” (p.26).
El asombro de los griegos como origen de la pregunta; la duda como apuesta al pensamiento, el abandono de la ingenuidad y de la obediencia como el inicio del ejercicio de pensamiento. Cuando comienzo a dudar, dice Descartes, comienzo a ser libre. Descubrir la pregunta dice Darío:
Preguntar es un ejercicio de desmontaje de aquellas certezas que a lo largo de la historia se instalaron como capas de verdades imponiendo la tiranía de lo obvio. Y cada capa, y cada verdad, y cada certeza, siempre al servicio de otras capas, de otras verdades, de otras certezas, conformando una red que se cierra en sí misma y se impone sin dar lugar a la pregunta (p.28).
Preguntar como una práctica de libertad. Y de la libertad, podríamos decir, consiste en rebelarnos con lo que intentan hacer de nosotros. Y allí también reside un gran ejercicio filosófico: revisar lo que hicieron con nosotros, desarmarlo, deconstruirlo, pensarlo, y así sí, reinventarnos.
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