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Levi Strauss


Enviado por   •  10 de Junio de 2014  •  8.293 Palabras (34 Páginas)  •  256 Visitas

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Claude Lévi-Strauss,

fundador del posestructuralismo

Eduardo Viveiros de Castro*

I

Debo comenzar diciendo que soy muy sensible al honor que se me hace aquí, al invitarme a abrir con esta alocución el Coloquio Lévi-Strauss: un siglo de reflexión. No consigo explicarme que me hayan escogido, entre tantos colegas aquí reunidos — todos con mejores credenciales que yo para esa distinción—, salvo por la contingencia de ser un etnólogo nacido en Brasil, que estudia pueblos indígenas brasileños. Así, veo en esta invitación una especie de homenaje indirecto a mi país, donde Lévi-Strauss hizo sus primeras armas como etnólogo, pero sobre todo a los pueblos indígenas brasileños, pueblos cuyo pensamiento, al contribuir de modo decisivo a formar el del propio Lévi-Strauss, llegó por fin a irrigar la tradición filosófica de Occidente después de cinco siglos de olvido o descuido, en el preciso momento en que esa tradición necesita como nunca toda la ayuda externa que pueda conseguir. Pues finalmente el Occidente empieza a comprender que no pasó de ser un accidente, un gigantesco accidente antropológico que podría cerrar la carrera de la especie sobre la Tierra.

La segunda razón que se me ocurre para explicar tan distinguida invitación sería por así decirlo intrínsecamente lévi-straussiana o estructuralista, a saber: me han llamado a hablarles porque, como pueden percibir, yo no hablo la lengua de ustedes, sino una lengua gemela de ella. Sabemos que la característica fundamental de los gemelos en la mitología amerindia es ser ligeramente, pero crucialmente, desiguales, asimétricos. Esa asimetría es palpable en el caso de nuestras lenguas, en el que el portugués desempeñaría el papel de gemelo lunar, menor, con algo de engañoso en su vocalismo nasal y elusivo, en contraposición al español solar, cristalino, magnífico, que sería el gemelo mayor, el demiurgo de la pareja. Lo que ustedes están oyendo en este momento, por lo tanto, es el seductor tratando de hacerse pasar por el demiurgo, como sucede en tantos mitos del continente. Como sabemos también, el primero siempre fracasa, de un modo al mismo tiempo cómico y grotesco.

Comoquiera que sea, esta conferencia se coloca por entero bajo el signo de los gemelos, ya que éstos son, como dice algo enigmáticamente Lévi-Strauss en su libro más profundo —me refiero a Historia del lince—, “la clave de todo el sistema”. El maestro francés se refiere aquí al sistema mítico panamericano analizado en la serie de las Mitológicas; pero yo me refiero al sistema teórico del estructuralismo. Si es que es realmente posible distinguir los dos sistemas.

II

El título que irresponsablemente se me ocurrió dar a esta conferencia es “Claude Lévi-Strauss, fundador del posestructuralismo”. Temo que es necesario justificarlo. Para eso, empezaré por hablar de otro título. Hace pocos días terminé de escribir un libro sobre Lévi-Strauss que se titula Isso não é tudo: Lévi-Strauss e a mitologia ameríndia [“Eso no es todo: Lévi-Strauss y la mitología amerindia”]. “Eso no es todo” (ce n’est pas tout) es una fórmula que el autor emplea con mucha frecuencia, especialmente en las Mitológicas, al punto de que podríamos considerarla como un manierismo diacrítico. La “pequeña frase de Lévi-Strauss” (la llamo así en homenaje a la “petite phrase de Vinteuil” de En busca del tempo perdido), marca el surgimiento casi prestidigitatorio de otro eje más, siempre “otro eje” de transformación, colocado de través, en diagonal a los varios ejes que hasta ahí venían guiando la comparación; anuncia la presencia de una torsión suplementaria totalmente imprevista, que abre súbitamente una progresión que todo encaminaba hacia el cerramiento; señala la revelación de un vínculo adicional, implicado, oscuro, compactado en el texto que se está analizando, que súbitamente se explica y se aclara, y al mismo tiempo se multiplica y se difracta en perspectivas que, literalmente, se pierden de vista en el horizonte.

El movimiento que la pequeña frase señala ocurre con mucho más frecuencia que ella; ella es opcional, pero él nos parece necesario, intrínseco al procedimiento lévi-straussiano, procedimiento que jamás termina, al contrario de lo que perezosamente se acostumbra a enseñar, con el establecimiento de oposiciones binarias; en verdad, comienza en ellas, y acaba por complicarlas. Recordemos sobre todo la profunda observación del “Finale” de El hombre desnudo: “El problema de la génesis del mito se confunde con el del pensamiento mismo, cuya experiencia constitutiva no es la de una oposición entre el yo y el otro, sino la del otro aprehendido como oposición” (pp. 539-40). De donde se puede concluir, en sintonía con otros pasajes del autor, que el yo es un caso particular del otro, así como la oposición, tanto como la identidad, es apenas un caso particular de la diferencia.

Para nuestro autor, en efecto, una oposición binaria es cualquier cosa menos un objeto simple, o simplemente doble, o siquiera simplemente un objeto; tal vez ni siquiera —pero aquí es posible que estemos yendo demasiado lejos— una oposición. Léanse las páginas luminosas del Origen de las maneras de mesa o de La alfarera celosa sobre la naturaleza exacta, o más bien “anexacta”, de la relación entre el Sol y la Luna en la mitología amerindia, y se tendrá una idea de lo que quiero decir.

La petite phrase en realidad cumple una función conceptual fundamental dentro de la economía teórica del estructuralismo. Apunta a la perpetua inconclusión del análisis estructural, sugiriendo que la razón de esa inconclusión es la multiplicidad virtual de todo objeto determinado por el análisis estructural, en la medida en que el objeto es siempre un estado particular de un sistema de transformaciones cuyos límites son radicalmente contingentes, y además definibles únicamente en forma relacional. La “in-terminabilidad”, en los dos sentidos (sin fin o término, y sin posibilidad de determinación unívoca de lo que es un término y una relación), del análisis mítico es un principio fundamental de las Mitológicas, enunciado de inmediato al inicio de Lo crudo y lo cocido: el carácter abierto, intensivo, iterativo, en nebulosa, poroso, “conexionista” de los sistemas míticos que reconstruye. “Eso no es todo”, entonces, porque nada es todo, en ningún momento se alcanza una totalización. “Eso no es todo” proyecta un concepto de estructura (y una concepción del análisis) que no privilegia ninguna voluntad de cerramiento, completamiento, compacidad. Con “eso no es todo” comenzamos a vislumbrar la posibilidad de un Lévi-Strauss posestructuralista.

Naturalmente, eso no es todo. La pequeña frase, como una llave, puede ser

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