POLITICA DE PLATON
Enviado por francisco0184 • 14 de Noviembre de 2011 • 5.332 Palabras (22 Páginas) • 849 Visitas
El universo griego y el advenimiento de la política
La política y su marco conceptual son productos de un momento singular
en que se entrecruzan dos frutos de la historia griega: por un lado un nuevo
modo de pensar, surgido alrededor del siglo VI antes de Cristo, fundado
en el libre examen e interrogación sobre el fundamento de las cosas, y por
otro una nueva forma de relación entre los hombres que aparece a partir del siglo
VIII a.C. y, cuya matriz de significancia se resume en la noción de polis. Como
resultado de ese entrecruzamiento se anunciaría el surgimiento de la política, que
en concreto podemos sostener es la práctica social de la polis, que al tornarse
consciente de sí misma anuncia –utilizando una significación hegeliana – la existencia
y riqueza de su propio concepto.
De esta forma, la existencia de la polis generó condiciones de posibilidad de
un pensamiento racional sobre la práctica política; esto es, permitió la actuación
política de un número de ciudadanos con conciencia de su dominio sobre las co-
Platón y Aristóteles:
dos miradas sugestivas en torno a la política
Miguel A. Rossi* y Javier Amadeo**
* Licenciado en Filosofía, Profesor de Teoría Política I y II de la Universidad de Buenos Aires, Master
en Ciencias Sociales por FLACSO, Buenos Aires y doctorando en Ciencia Política por la Universidad
de San Pablo.
** Licenciado en Ciencias Políticas, Profesor de Teoría Política I, Universidad de Buenos Aires, doctorando
en Ciencia Política por la Universidad de San Pablo.
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Teoría y filosofía política
sas de la ciudad. En sentido estricto, la política son los negocios –deconstruyendo
el sentido peyorativo del término- de la polis. Esta palabra griega designa urbe
(por oposición al campo), pero también designa civilización (por oposición a
naturaleza o barbarie) y finalmente y sobre todo ciudad-estado, entendida ésta como
entidad comunitaria autónoma en la cual viven algunos miles de habitantes,
al mismo tiempo que se rescata en la noción de estado el elemento político de la
autarquía, dado que una ciudad-estado podía conglomerar en torno suyo varias
ciudades. De esta forma, puede advertirse cómo la política constituye para un ciudadano
griego su horizonte de sentido. No vivir en un estado-ciudad es para un
griego no vivir políticamente, esto es, no vivir civilizadamente (Wolf: 1999), no
tener una vida esencialmente humana
Como bien afirma Vernant (1996), la aparición de la polis constituye un hito
en la historia del pensamiento griego. Es en la polis donde se constituye por primera
vez el espacio público, en tanto sólo en éste ámbito los griegos han pensado
lo ‘político’. La vida política toma forma de agón, es decir una disputa, oratoria,
un combate codificado y sujeto a reglas cuyo teatro será el ágora, un nuevo
espacio social que se configura junto con las transformaciones políticas y sociales.
Desaparecido el papel del antiguo palacio como eje de la vida social, la ciudad
está ahora centralizada en el ágora, espacio común, espacio público en que
son debatidos los problemas de interés general.
Sobre los orígenes del ágora nos dice Poratti (1999): “(...) El lugar pasa ahora
a llamarse ágora, palabra que no significa originariamente un lugar (y menos
el mercado), sino la institución que en Homero era la discusión solemne de los
jefes en presencia del ejército, en la cual el que hablaba estaba religiosamente
protegido por la sustentación del cetro: transposición regulada, pues, del conflicto
de la palabra. Este juego, llevado a cabo ahora por clases, partes y partidos, será
el lugar que ocupe el lugar vacío del Centro. Y con ello tenemos la Ciudad. El
conflicto llevado a la palabra sobre el fondo de la ley será la condición de posibilidad
del lógos” (p. 39).
Para los griegos la esfera de la vida pública tenía dimensiones mucho más amplias
de las que hoy pueden pensarse. Aún no se había producido el fenómeno de
la privatización de la vida pública; el individuo no se había recluido en el ámbito
privado. El campo de la política incluía temas como la ética, problemática fundamental
que no escapará a ninguno de los grandes pensadores del Ática, junto
con la educación, otro de los temas vitales del pensamiento griego. El terreno político
pertenece para los griegos al terreno común, y abarca las actividades prácticas
que deben ser compartidas, que ya no son más privilegio de uno. Hacer política
es participar de la vida común, es la actividad social por excelencia, una
obligación de cada ciudadano para con sí mismo y para con los demás. Renunciar
a hacer política es renunciar a gobernarse, y por tanto, a ser libre.
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La política es la actividad social fundante de la sociedad y la palabra es el
fundamento de la práctica política1, ella ocupa, ahora, el trono del poder; la arché
no puede ser más propiedad exclusiva de determinado grupo social. El Estado se
despoja de su contenido mítico-religioso, y de todo carácter privado y particular,
escapando al control de cierto sector y apareciendo como cuestión de todos.
Podemos resaltar dos características fundamentales de este espacio público
creado a partir del advenimiento de la polis, entendiendo a éste como la matriz en
donde se originan y organizan las relaciones sociales.
En primer término -y como lo mencionamos anteriormente-, una extraordinaria
preeminencia de la palabra sobre cualquier otro instrumento de poder. El lo -
gos se torna el instrumento político por excelencia, la clave de la autoridad en el
Estado, la forma de comando y de persuasión. La palabra se transforma en el elemento
central de la práctica política, una práctica que se configura como debate
contradictorio, discusión y argumentación. Una práctica política que supone el disenso,
la diferencia, el conflicto, pero cuyo medio primordial es el uso de la palabra.
La palabra supone, por otro lado, un elemento central para pensar el espacio
público, la existencia misma de un público, un juez que decida en última instancia
entre los distintos argumentos; una elección del público, una elección puramente
humana, que destierra del terreno político las mediaciones religiosas,
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