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Platón Y Nietzsche


Enviado por   •  15 de Diciembre de 2011  •  1.850 Palabras (8 Páginas)  •  422 Visitas

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COMPARACIÓN DEL PENSAMIENTO DE PLATÓN Y NIETZSCHE

El pensamiento de Nietzsche (s. XIX) se caracteriza por ser un vitalismo irracionalista, por tanto, me parece interesante compararlo con un pensador que representa un modo completamente distinto de concebir la realidad, como es el caso del idealismo racional de Platón (s. V-IV a. C.). Nietzsche, como catedrático de Griego que fue en la Universidad de Basilea, es un gran conocedor del pensamiento griego, del que se convertirá en un gran crítico, por considerarlo el origen y fundamento del los grandes males que han aquejado a la civilización occidental.

Antes de hacer referencia a las notables diferencias que caracterizan a ambos pensadores, creo adecuado destacar algunos puntos en común. Hay rasgos comunes en el estilo literario de ambos autores, en cuyas obras es fácil encontrar mitos y metáforas como recursos didácticos, así como, a veces, un estilo poético. También es común a ambos autores la defensa del sentido aristocrático de la existencia, aunque desde perspectivas muy diferenciadas. En ninguno de los dos se trata de una aristocracia de la sangre o el dinero, sino que en el caso de Platón es una aristocracia del conocimiento (los más sabios y generosos son quienes deben gobernar la sociedad ideal dividida en gobernantes, guardianes y productores) y en el caso de Nietzsche de una aristocracia de los creadores de nuevos valores (el superhombre se rige por la “moral de los señores”, propia de espíritus elevados que, curiosamente, son los que afirman la vida terrenal). Esto mismo se pone de manifiesto en ambos autores, desde una perspectiva distinta, cuando Platón recurre al “mito de la caverna” para poner de manifiesto que lo que comúnmente se acepta como verdadero no son más que sombras y que realmente son muy pocos los que tienen acceso al conocimiento de la auténtica realidad (para él, el Mundo de las Ideas). Nietzsche, por su parte, va a criticar los comúnmente considerados valores más excelsos de la cultura occidental –cuyo origen está en el pensamiento platónico- por considerarlos dogmáticos, decadentes y viciados en su origen por su empeño de instaurar la racionalidad a toda costa. El dogmatismo platónico se convierte, de este modo, en el error de base de la cultura occidental, según Nietzsche.

Platón y Nietzsche representan, por tanto, dos modos antitéticos de concebir cualquier dimensión de la realidad, como podemos leer ya en la primera y polémica obra de Nietzsche, cuyo título era El nacimiento de la tragedia a partir del espíritu de la música, de clara influencia wagneriana, donde distingue en el arte y la cultura griegos dos fuerzas contrapuestas calificadas como “espíritu apolíneo” y “espíritu dionisíaco”. En la tragedia griega, el dios Apolo representa los valores de la razón. Apolo es la divinidad de la luz y de la proporción, de la forma y la justa medida, del equilibrio y la serenidad; encontramos su espíritu en la obra bella, equilibrada y perfecta. El hombre apolíneo es aquél en el que predomina la razón. El dios Dionisio, por su parte, representa los valores de la vida. Dionisio es el dios del vino, de la fecundidad; es la imagen de la fuerza instintiva y pasional, de la corriente vital efervescente, del frenesí sexual, la música excitante, lo caótico y desmesurado. El hombre dionisíaco niega la razón y acepta los impulsos vitales.

N. considera que la Grecia presocrática no ha olvidado a ninguno de los dos dioses, como pone de manifiesto la contraposición entre Parménides (el ser es y el no ser no es) y Heráclito (todo fluye; la realidad es devenir), pensador este último muy reverenciado y admirado por Nietzsche. En el ámbito de la poesía destaca a Sófocles y Esquilo. Todo cambia, sin embargo, con Sócrates y su elección de la razón como guía para la vida, que más tarde adoptará su discípulo Platón, convirtiéndola en los cimientos desde los que se construirá la civilización occidental.

Según N., con Sócrates y Platón se inició el predominio histórico de todo aquello que es lógico y racional, es decir, comenzaron la decadencia y el error. Se pierde, por tanto, la ingenuidad de la existencia. Sócrates con su afán por buscar razones, por definir y con su intelectualismo moral que podemos resumir en “razón = virtud = felicidad” hace la equiparación más extravagante que existe, según N., ya que pone la razón en lugar de la vida. En el caso de Nietzsche se podría decir: “vida = instinto = felicidad”.

La metafísica platónica no hace más que profundizar este error. Su concepción de la realidad parte de la existencia de dos mundos: el de las Ideas y el sensible. Éste se caracteriza por el cambio, la mutación, la imperfección, la fugacidad,… pero no es real sino que sólo es apariencia o imitación imperfecta de otro, el verdadero, el mundo de las Ideas, el mundo de las esencias eternas, absolutas, inmutables, universales, inmateriales… en definitiva, un mundo inteligible, donde no existe el cambio ni el devenir. Según N., esto no es más que “egipticismo”, ya que Platón cree haber encontrado la Verdad –no accesible, por supuesto (¡!), a través de los sentidos, sino sólo a través de la razón- cuando momifica la realidad, la diseca, detiene el devenir, en definitiva, la mata. La realidad es terrible: el sufrimiento, el dolor, la lucha, la muerte, el cambio constante,… hacen difícil la vida. Pero la solución no es inventarse otra y negar ésta, la terrenal, la única con que realmente contamos. Son los débiles de espíritu, aquellos que no pueden soportarlo, quienes crean otro mundo distinto a éste, un mundo donde todo lo terrible ha sido eliminado, donde no hay cambio,

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