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Propiedades trascendentales


Enviado por   •  13 de Julio de 2015  •  1.071 Palabras (5 Páginas)  •  287 Visitas

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1.- Determinada la naturaleza del ente y establecida la síntesis de sus elementos constitutivos, procede avanzar al estudio de las propiedades o atributos del ente como tal. Siempre ha preocupado a los filósofos la cuestión de las propiedades del ente. Los griegos se ocuparon de las nociones de unidad, verdad y bondad. Los escolásticos profundizaron esos temas y distinguieron hasta siete “trascendentales” con los nombres del ente, cosa, algo, uno, verdadero, bueno y bello. En la actualidad siguen preocupándonos la cuestión de los valores supremos.

Tiene el problema tal gravedad que a él se trenza la posibilidad misma del progreso de la metafísica. ¿Debe la metafísica detenerse en el estadio en que la dejamos en el capítulo anterior y limitarse a la contemplación del ente como síntesis de esencia y existencia? La sola formulación de este interrogante nos está impulsando hacia nuevas conquistas en el territorio de la entidad. La pregunta ¿qué es el ente? se ha contestado así: unidad de esencia y existencia. Pero la respuesta está invitándonos a un desdoblamiento de la pregunta fundamental de la metafísica. ¿Qué riqueza encierra la existencialidad y qué perspectivas nos ofrece su consideración? ¿Qué es lo que existe y cómo está constituido el existente?

La primera de estas preguntas parece apuntar a las generalidades del ente, a ciertos aspectos que deben presentarse en todo cuanto existe, cualquiera que sea su modalidad. Estos modos generales del ente suelen llamarse “transcendentales”. El segundo interrogante, por el contrario, se sitúa en la línea de las particularidades del ente, diversificado en ciertos modos que se llaman predicamentos o categorías.

Por ahora nos ocuparemos únicamente de los modos generales o trascendentales. Acabamos de indicar que pasamos a ellos desde el ente por una especial consideración de la existencialidad. Mas, ¿cómo se verifica en concreto este tránsito? La pretensión de ciertos idealistas manejando una pura dialéctica rigurosamente deductiva suele perderse en la esterilidad o dar paso a construcciones que tienen más de líricas que de metafísicas. De la pura razón de ente nada puede sacarse que nos haga avanzar sobre ella misma. Sólo con nuevas apelaciones a la experiencia y merced a un proceso de integración de los elementos más generales de lo real con la experiencia fundamental, ya estudiada, puede la actividad discursiva del entendimiento realizar un progreso en el pensamiento metafísico.

El desarrollo conceptual del ente no se verifica como si la multiplicidad de las ideas surgiera de la idea del ente. El ente como ente no es un surtidor ni un hontanar. Como la idea del ente, todas las demás ideas tienen su origen en la abstracción y en la experiencia. Lo que sí sucede es que todas las demás ideas son determinaciones del ente, “del cual arranca como de su centro toda la concatenación de los conceptos”. En De Veritate, q. 1, a. 1, nos ofrece Santo Tomás un esquema de esta concatenación de los conceptos más cercanos al ente.

Aquello que el entendimiento concibe cono lo más conocido y en lo que resuelve todos los demás conceptos es el ente. De donde se desprende que todos los demás conceptos tienen que formarse por adiciones al concepto de ente. Pero al ente no se le puede añadir nada como cosa extraña, porque cualquier cosa que pudiera añadírsele

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