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ALGO GENERAL DE LA HISTORIA

Tesis8 de Febrero de 2013

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ALGO GENERAL DE LA HISTORIA

Es necesario iniciar esta reflexión ubicando como punto de partida la comprensión amplia del campo de conocimiento del espíritu emprendedor. Para ello se construye una imagen a partir de los análisis de publicaciones sobre el tema, bajo el supuesto de que estos espacios de socialización del conocimiento son un claro indicador del desarrollo de este campo de conocimiento. Una apreciación general en que concuerdan todos los autores es el estado preteórico (Dery y Toulouse, 1994), su etapa de adolescencia (Gregoire, Déry y Béchard, 2001), su limitado progreso hacia su consolidación como disciplina de conocimiento (Romano y Ratnatunga, 1996; Busenitz et al., 2003). Esta situación puede observarse como una dificultad o como una oportunidad para contribuir a su desarrollo. Para que el campo de conocimiento del espíritu emprendedor sea legitimado en medio de otros campos existentes, se requiere que posea una base ontológica y epistemológica propia, diferenciada y reconocida. Para ello tuvo que partir de discusiones teóricas basadas en modelos conceptuales prestados de otras disciplinas (Bygrave, 1989) y en estudios empíricos que prueban y validan los nuevos modelos teóricos explicativos.

Este proceso debe lograr una nueva teoría articulada, que integre todos los elementos propios del fenómeno emprendedor y sea reconocida por colegas de otros campos de investigación. Un indicador del logro de esta identidad es el contar con preguntas, conceptos y relaciones propuestas, diferentes a las planteadas por otros campos del conocimiento y que se haga explícito que el problema propio del campo no puede entenderse completamente con las “lentes” conceptuales de otros campos. En ese momento se podrá reconocer la existencia de un nuevo campo de conocimiento, el del espíritu emprendedor.

SITUACIÓN HISTÓRICO-ECONÓMICA DEL ESPÍRITU EMPRESARIAL EN COLOMBIA

El beneficio de utilizar una perspectiva histórico-económica al evaluar al empresario colombiano radica en que se utiliza la lógica inductiva para explicar el proceso emprendedor. Esta aproximación inductiva permite obtener una mejor comprensión del problema que la ofrecida por la lógica deductiva, propia de la teoría económica. El estudio del fenómeno emprendedor dentro de la teoría económica se enmarca en una concepción determinista y estructuralista, en la cual el entorno es el que determina el comportamiento del emprendedor y no concibe que el emprendedor pueda modificar el curso de la historia (Braudel, 1985). Por tanto, dado que la perspectiva deductiva sólo permitiría estudiar el impacto de las condiciones del entorno en las características del emprendedor (y no el estudio del emprendedor mismo), se escogió la perspectiva de la historia económica para profundizar la comprensión del empresario y su proceso emprendedor.

Según Dávila Ladrón de Guevara (1997), fue característico del empresario colombiano, durante el periodo 1820 a 1990, contar con una alta diversificación de las inversiones para enfrentar el alto riesgo de la economía colombiana, esto dio como resultado una baja especialización del empresario. Esta situación era común a los empresarios antioqueños mineros, comerciantes, banqueros, cafeteros, colonizadores y luego industriales; igualmente a los pioneros de ingenios azucareros vallecaucanos; a empresarios extranjeros radicados en la costa norte del país; y a familias empresariales de Santander.

De igual manera es importante la presencia de la familia como unidad empresarial que no se limita a las etapas previas a la industrialización. Es característico encontrar fuertes vínculos entre la actividad empresarial y la vida política porque los empresarios asumieron altos cargos en el Estado o sirvieron como banqueros del Estado, como fue el caso en el siglo XIX. La inestabilidad política obligó al empresario a articular sus intereses con los del Estado, siendo, por tanto, tan valiosa la capacidad política como la capacidad empresarial de poder amortiguar los vaivenes del comercio exterior.

En este estudio, Dávila resalta que las diferencias entre las diversas regiones colombianas (en términos económicos, sociales y culturales), hacen importante que se precisen las características de los empresarios regionales. La temprana industrialización en Antioquia condujo a un mayor interés por el estudio del espíritu emprendedor paisa. El primer autor importante que trató el tema fue Parsons, quien, desde una perspectiva geográfico-histórica, publicó una reseña sobre el espíritu independiente de los colonizadores antioqueños de la región del Viejo Caldas colombiano. Afirmaba Parsons, que se constituyó una sociedad democrática de pequeños empresarios cuyo concepto de riqueza no estaba asociado a su origen étnico ni al suelo sino más bien al duro trabajo y la iniciativa.

Este hecho llamó la atención de varios investigadores que observaban un comportamiento emprendedor atípico en un país que se caracterizaba presuntamente por otorgar poco aprecio social al trabajo manual y a la iniciativa empresarial.

Es así como Hagen, citado por Dávila (1997), aventuró una explicación psicológica de este hecho, explicando este espíritu emprendedor como una respuesta por medio del éxito económico a la discriminación social, fruto de la pérdida de estatus de la sociedad antioqueña frente a la clase dirigente del resto del país. Esta discriminación se explicaba por el hecho de que los antioqueños asumieron el trabajo manual porque no contaron con esclavos que realizaran esta labor.

Los estudios posteriores de Safford y Twinam, citados por Dávila (1997), refutaron la explicación dada por Hagen por falta de sustentación en hechos históricos. Específicamente, Safford, afirmaba que el desarrollo paisa estuvo jalonado por la gran cantidad de oro con que contaba, fruto de la labor minera, que fue muy bien recibido en las demás regiones del país donde ellos invertían.

Twinam explicó que los orígenes de la actividad empresarial antioqueña se dieron alrededor del oro, al igual que Brew, citado por Dávila (1997), quien, además, afirmó que los patrones de conducta de la minería condujeron a la industrialización, donde el desarrollo caficultor acentuó el desarrollo industrial ya iniciado. Retomando las ideas de Twinam plantea lo siguiente:

Los altos riesgos, la alta liquidez y el carácter esporádico de los retornos en la minería y el comercio fueron determinantes de una conducta empresarial caracterizada por la continua reinversión y muy alta diversificación que llevó a los paisas a destacarse como mineros, comerciantes, colonizadores, banqueros, cultivadores de tabaco, constructores de ferrocarriles, productores de café, y finalmente como industriales. Minería y comercio, y no la posesión de la tierra, fueron las bases de estatus y poder que se reflejaron en una élite en que los más ricos mineros y comerciantes dominaban el cabildo de Medellín a fines de la Colonia.

Para complementar la discusión sobre la diversidad regional, es interesante observar algunas características de los líderes regionales representativos. Recientemente se publicó una reseña periodística sobre seis líderes regionales. En el artículo “Los cacaos regionales” (Casa Editorial El

Tiempo 2000), cinco de los seis líderes son grandes empresarios y el sexto un sacerdote con amplia influencia en una región caracterizada por el civismo: Monseñor Corredor Chaparro. El líder regional antioqueño, Gilberto Echeverri Mejía, gerente del actual Plan Estratégico de Antioquia (PLANEA), se caracteriza por la discusión de temas como la tecnología, el desarrollo económico y la seguridad, al tiempo que insiste en la necesidad de mantener los valores del hogar.

En el caso del Valle del Cauca, Ernesto de Lima, se caracteriza por querer ser el puente entre el sector público y el sector privado, propugnando siempre por la transparencia en la política y los negocios. Este líder fue uno de los fundadores del Comité Empresarial Permanente del Valle del Cauca que representa los intereses de la región en el ámbito nacional y plantea directivas para el desarrollo empresarial regional desde el sector privado a través de la Cámara de Comercio de Cali. Los otros tres líderes se caracterizan igualmente por su vinculación a organismos no gubernamentales que interactúan con el Estado para mantener su presencia influyente en el nivel regional y nacional.

Es posible identificar dos aspectos sociales que influyen en las características del empresario colombiano: la movilidad social, fruto de una sociedad individualista sin conciencia social del bien común, planteado por Gómez Buendía (1999) y la aculturación rentística propuesta por Garay (1999).

La movilidad social está basada en las posibilidades con que cuenta todo individuo de ascender en una sociedad que aplaude a la persona exitosa. Esta es una condición favorable para el desarrollo del empresariado colombiano. El problema surge al encontrar que los caminos para ascender socialmente no están sólo basados en el trabajo, el ahorro y la reinversión, sino en prácticas no productivas. Tal es el caso del ascenso social fruto del acceso a puestos del Estado por clientelismo o a través del enriquecimiento por cuenta de la participación en actividades de narcotráfico.

Estas prácticas son posibles en una sociedad donde hay un acuerdo tácito para maximizar el bienestar individual a costa del bienestar colectivo. En estas circunstancias es claro que predomine la ética del rebusque definida como

“no dar papaya”, es decir: no dar opción alguna para que otro saque provecho de uno. La lealtad es local cuando no hay instituciones impersonales

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