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Filosofia


Enviado por   •  27 de Mayo de 2013  •  2.520 Palabras (11 Páginas)  •  218 Visitas

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Sófocles y el drama griego

PUBLICADO EL 20 FEBRERO 2013

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JOSÉ VALENTÍN

Lo que llamamos teatro no nace como diversión banal ni propaganda política o especulativa. Eso no es teatro, aunque se disfrace con su manto. El teatro nace al abrigo de ciertas pequeñas representaciones que, vinculadas a los Misterios del Destino y la Naturaleza, intentaban hacer partícipe al oficiante en los ritmos y procesos ocultos de la vida y de Dios.

Era una simbiosis interactuante de la danza, la literatura, la música, el mito, la escenografía y la representación. Estaba escrupulosamente guiado por expertos formados en los colegios iniciáticos. Era un proceso selectivo, pedagógico, catártico y vivencial. La talla de su grandeza e importancia puede medirse en los millares de teatros, millones de representaciones y centenares de dramaturgos que, desde Tespis a nuestros días y con mayor o menor fortuna, han propagado esta religión dionisíaca encarnada en disciplina artística.

El drama, posterior a la tragedia, tiene su origen en la Mansión de la Sabiduría Natural, o Segundo Logos de los antiguos, el eje sabiduría-vida del Espíritu Oculto. Su sentido, lejos del actual concepto de lo “melodramático”, está vinculado a las acciones y aconteceres de aquellos que atesoran cierto idealismo, cierto cariz espiritual de la vida, y dan cabida, junto a la difusa selva de egoísmos, instintos y necedades, a ciertos principios y valores nobles y esforzados. Ello crea una tensión dramática, una puesta en escena de conflictos, nudos y situaciones límite que, en realidad, aunque a menudo nos falte capacidad para verlo así, está contemplada en el Gran Juego de la Naturaleza.

Etimológicamente, drama deriva de dráama, que significa precisamente “acción, negocio, asunto o acción representada”, y al parecer se usaba especialmente para referirse a la representación dramática. Un estudio más profundo de la palabra nos muestra que su raíz viene del verbo dráoo, que significa algo así como hacerle algo a alguien por dentro, afectarle profundamente, en donde subyace una idea de responsabilidad del acto por parte del autor. Este verbo también se usa de forma general para referirse al obrar bien o mal.

Hay otra raíz que deriva de una de las formas verbales de tréjoo en su versión épica (Dramon), que significaría “lo que corrió″, “lo que aconteció″. Sinceramente, creemos que esto último no está directamente relacionado, aunque es interesante tenerlo en cuenta.

Podríamos decir que el drama nace con Sófocles, pues los autores anteriores son creadores de tragedias. De hecho, las primeras obras dramáticas conocidas de Sófocles se acercan notablemente al modelo esquiliano. De todos modos, los márgenes nunca van a estar del todo claros, y para muchos comentaristas Sófocles sigue siendo un trágico.

Desde los tres grandes dramaturgos o trágicos de la cultura clásica griega, Esquilo, Sófocles y Eurípides, las representaciones dramáticas han alcanzado perdurable fama y se han extendido prácticamente a todos los rincones y civilizaciones del planeta. Diversificadas en la trina división connatural de los antiguos, tragedia, drama y comedia han seguido distinto y desigual rumbo.

Sófocles. Biografía

La dilatada existencia de este gran autor dramático se extendió a lo largo del floreciente siglo V ateniense. Las fuentes literarias de que disponemos no coinciden en cuanto a la fecha de su nacimiento. La más probable parece ser la inscrita en el Mármol de Paros, que menciona los años 497-96. Natural de Colono, aldea del Ática, a diez estadios de Atenas, recibió una notable educación gimnástica y musical gracias a la posición distinguida de su padre, Sófilo, que poseía una fábrica de armas. En su juventud obtuvo premios en atletismo y, debido sin duda a su belleza física y dotes musicales, dirigió el coro de efebos que actuó en la danza triunfal con motivo de la victoria de Salamina contra los persas en 480 a.C.

Hay una hermosa leyenda, probablemente verídica, que muestra cómo Esquilo y sus hermanos se desenvuelven heroicamente en la batalla de Salamina, mientras Eurípides llega al mundo, recién nacido, y Sófocles niño encabeza el coro musical en las celebraciones triunfales.

Su vida corresponderá al período que sigue a las Guerras Médicas, en tiempos de Cimón y de Pericles, el más floreciente de su patria, justo antes del declive de Atenas.

Venció veinticuatro veces en los certámenes dramáticos, y en todas las restantes ocasiones quedó en segundo lugar. Nunca fue tercero, y el número de participantes llegó a ser considerable.

Conocemos con exactitud la fecha de su muerte gracias a una noticia facilitada por una biografía de Eurípides y al testimonio de Aristófanes. Según la biografía, Eurípides, al tener noticia de la muerte de su rival dramático, se presentó de luto en el teatro, y el coro y los actores actuaron sin coronas, en señal de duelo, en Las Dionisias del año 406. Los atenienses honraron su memoria elevándole un santuario y ofreciéndole sacrificios anuales como a un héroe.

Dotado de un carácter amable y conciliador, tenía un gran atractivo y era querido por todos los que le frecuentaban. Su espíritu religioso, ético y cívico, difícilmente podía ser superado. Él fue quien recibió la imagen de Asklepios, dios de la medicina, en su hogar, al introducirse su culto en Atenas, hasta que se le construyó un templo público. Compuso también un peán en su honor. Fundó una asociación de artistas con objeto de fomentar el espíritu creador, y fue sacerdote del culto a Herakles en uno de los múltiples santuarios locales.

Además de su amistad con los políticos Cimón y Pericles, contaba entre sus amigos al filósofo Arquelao –maestro de Sócrates–, al historiador Herodoto, al pintor Polignoto y al poeta Ión de Quíos.

Frínico, poeta, cómico, nos dejó esta imborrable semblanza suya: “¡Bienaventurado Sófocles, varón feliz y sabio, que murió tras larga vida, después de componer muchas hermosas tragedias! Tuvo un bello fin y no padeció mal alguno”. Años después se alzó, en el Teatro de Dionysos en Atenas, su semblanza ideal, la estatua de que probablemente es copia el majestuoso mármol del Museo Laterano, que le representa de pie, envuelto en su manto, en perfecta belleza. Y sobre su tumba, en las afueras de Atenas, una sirena simbolizaba el hechizo de su poesía.

Sus obras

Sófocles fue un autor fecundo, pero la historia no ha conservado sino una mínima parte de su abundante producción. Aristófanes de Bizancio da la cifra de 130 obras, y el léxico Sudas dice que fueron 123, aunque reconoce que otros autores

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