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La Historia De Las Normales Rurales


Enviado por   •  11 de Enero de 2015  •  2.194 Palabras (9 Páginas)  •  318 Visitas

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La historia no contada de Ayotzinapa y las Normales Rurales

La desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa por un grupo armado reavivó la discusión sobre las Escuelas Normales Rurales, bastiones de la estrategia educativa en México a principios del siglo XX, que hoy pelean por su supervivencia. Ésta es la historia del olvido y la inanición que ha sufrido por décadas este modelo de educación que hoy agoniza.

Por Roberto Arteaga y Francisco Muciño

“La mayor parte de nuestras comunidades rurales ofrece, entre numerosas carencias, la de una casi total desorganización, que las sitúa en el más amplio subdesarrollo. Sus niveles económico, social y cultural son apenas perceptibles. Muchas carecen de tierras de cultivo, otras de agua potable y comunicaciones en casi todas. Las causas están diseminadas”, dijo Raúl Isidro Burgos a sus alumnos de la generación 1964-1970 de la Normal de Maestros de Ayotzinapa una tarde de agosto de 1970.

La realidad que retrataba el académico, que da nombre a la Normal Rural de Guerrero, se parece mucho a las condiciones que siguen prevaleciendo en la mayor parte del país. Más de 46% de la población mexicana vive en la pobreza, mientras que 11% sobrevive en condiciones de pobreza extrema, de acuerdo con los últimos datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

Las Escuelas Normales, en particular las Rurales, nacieron con la idea de dar la oportunidad a las comunidades más pobres de México de acceder a una educación que ayudara al mejoramiento de sus vidas. Pero el abandono de este modelo educativo hizo que muchas desaparecieran y que las restantes lucharan por sobrevivir.

“Creo que el plan del gobierno antes de Ayotzinapa era que las Escuelas Normales murieran de inanición, y eso es una verdadera vergüenza. En lugar de enfrentar el problema, lo que decidieron fue ahogarlas económicamente”, asegura Manuel Gil Antón, investigador del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México (Colmex).

Para evitar morir de hambre, las escuelas normales rurales salen todos los años a exigir a los gobiernos estatales que, primero, abran la convocatoria de nuevo ingreso para seguir operando, y, después, más recursos para mantener y dar clases a sus alumnos.

El futuro de la educación básica en México parece encontrarse en un volado con una moneda de dos caras: la exigencia de una mayor calidad de los educadores mexicanos para terminar con la desigualdad y el olvido de las Escuelas Normales de Maestros.

Educación contra la marginación

Raúl Isidro Burgos, maestro que da nombre a la Normal Rural de Ayotzinapa. La

credencial forma parte de los documentos que la familia del ilustre maestro compartió en exclusiva con Forbes México.

El 2 de septiembre de 1930, Raúl Isidro Burgos miró un panorama desolador al recibir una nueva encomienda en su carrera profesional. Al ser nombrado director de la Escuela Normal Rural Conrado Abúndez, ubicada en la población de Tixtla, en Guerrero, recibió una institución que no tenía un edificio propio.

Su antecesor, Rodolfo Bonilla, había conseguido que la Junta de Beneficencia de Tixtla le concediera 7 hectáreas de terreno en lo que fuera la ex hacienda de Ayotzinapa. Pero los recursos para construir el edificio eran inexistentes por parte de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

Los impedimentos económicos no fueron pretexto para que Burgos iniciara la obra. El maestro solicitó un préstamo personal a la Dirección de Pensiones Civiles de Retiro y donó el dinero para iniciar la construcción de la ansiada escuela.

Maestros y alumnos aportaron parte de sus sueldos, así como sus becas. El 14 de marzo de 1932, Raúl Isidro Burgos organizó el traslado de la institución educativa a los terrenos prometidos en donde campesinos, alumnos y el propio académico se encargaron de colocar cada una de las piedras que dieron vida a la Escuela Normal de Maestros de Ayotzinapa.

En el gobierno de Lázaro Cárdenas, las Escuelas Normales Rurales recibieron un fuerte impulso. Llegaron a existir hasta 36 en todo el país.

Durante la década de los veinte se crearon las primeras Escuelas Normales Rurales en Tacámbaro, Michoacán; Molango, Hidalgo; Acámbaro, Guanajuato, e Izúcar de Matamoros, Puebla.

“Las escuelas tenían un sentido muy profundo, como era enseñar las letras y las matemáticas, pero también las Escuelas Normales eran los agentes de modernización de las poblaciones en donde se instalaban”, explica Manuel Gil Antón.

“La escuela rural mexicana nace para servir a los grandes y pequeños grupos tradicionalmente marginados para elevarlos de planos inferiores de vida a planos cada vez más elevados”, dicen los documentos personales del maestro Isidro Burgos a los que tuvo acceso en exclusiva Forbes México.

“Estas escuelas cuentan con una formación marxista-leninista, y uno de los requisitos para tener acceso es que los estudiantes sean de escasos recursos. Se les otorga una suerte de beca a los estudiantes que cubre su internado y alimentación”, explica Zósimo Camacho, jefe de redacción de la revista Contralínea, quien durante años ha realizado diversas investigaciones sobre las Escuelas Normales Rurales de todo el país.

Prestar apoyo especial al alumnado que vive en zonas urbanas marginales y en zonas rurales, para lograr la igualdad en la educación, así como garantizar una formación suficiente de los educadores, son parte de las Metas Educativas 2021 que publica la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

“México hoy no sería entendible sin el apoyo de las Escuelas Normales”, dice el académico del Colmex.

Actualmente existen 245 Escuelas Normales Públicas en las 32 entidades federativas del país, 17 de las cuales son Escuelas Normales Rurales, de acuerdo con el conteo del Coneval. Antes llegaron a existir hasta 36 centros de este tipo.

Zósimo Camacho explica que después de Cárdenas y el cambio de modelo educativo en el país, las Escuelas Normales perdieron apoyo hasta que algunas desaparecieron o se convirtieron en otros centros educativos, como telesecundarias.

Para Gil Antón, la reforma educativa representó un duro golpe para las escuelas de maestros, ya que se estableció la evaluación para permitir la entrada de nuevas profesiones al terreno que antes era dominado por los normalistas a través de una plaza que le era

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