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TEMA 7: TRANSFORMACIONES AGRARIAS Y EXPANSIÓN INDUSTRIAL EN EL S.XIX


Enviado por   •  3 de Marzo de 2014  •  3.174 Palabras (13 Páginas)  •  577 Visitas

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T.7 TRANSFORMACIONES AGRARIAS Y EXPANSIÓN INDUSTRIAL EN EL SIGLO XIX

1. Las transformaciones de la agricultura

La transformación de la agricultura española del siglo XIX fue lenta e insuficiente, hecho que explica la marginación de España del proceso de industrialización europeo.

1.1 La consolidación de la propiedad privada de la tierra

Los gobiernos liberales progresistas, partían de una concepción jurídica de los derechos de propiedad que implicaba la liquidación de formas propias del Antiguo Régimen (señorío, mayorazgo, bienes comunales…) y la consolidación de la propiedad privada de la tierra. En sus decisiones influyeron los graves problemas agrarios, la resistencia de los campesinos a continuar pagando y la necesidad de que los sectores nuevos estuvieran interesados en el progreso y la modernización agraria.

Emprendieron una reforma agraria liberal que se llevó a cabo a través de un conjunto de medidas cuyo objetivo era liberar la tierra de las trabas del Antiguo Régimen al desarrollo de la propiedad privada y de la economía e mercado. Las principales medidas fueron la abolición de señoríos y derechos jurisdiccionales, desvinculación de la propiedad y desamortización de las tierras en manos de la Iglesia y Ayuntamientos. Tras las reformas, la tierra pasó a ser una reforma que podía ser vendida y comprada libremente.

1.2 Los efectos de la reforma agraria

La abolición de los señoríos y derechos jurisdiccionales, no significó la pérdida de los derechos sobre la tierra. Muchos campesinos pleitearon contra estas resoluciones, aspirando a ascender a la propiedad de la tierra, pero los tribunales fallaron a favor de la nobleza, considerada propietaria natural, y solo en el caso de que los campesinos poseyeran contratos les era adjudicada. Tras la reforma se convirtieron en arrendatarios de un propietario privado, y el jornalerismo se hizo aun más grave.

La desvinculación de la tierra y las desamortizaciones produjeron una profunda modificación de la propiedad territorial. Mediante la desamortización la mayoría de los medianos y pequeños campesinos se convirtieran en propietarios no se consiguió, ya que, compraron tierras quienes ya las tenían y quienes contaban con recursos para adquirirlas (funcionarios, comerciantes, militares…).

Que la desamortización no cumpliera las grandes esperanzas no debe llevar a considerarla un fracaso, ya que cumplió con algunos de sus objetivos: financiar la guerra contra el carlismo, paliar la grave situación de la Hacienda Pública, fomentar la construcción del ferrocarril, y poner una considerable proporción de la tierra en manos de individuos.

1.3 Los límites del crecimiento agrario

La consecuencia más importante de la reforma agraria liberal fue el aumento de la roturación de tierras hasta entonces incultas: la superficie agraria pasó en el siglo XIX de 10 a 16 millones de hectáreas, permitiendo de esta forma un crecimiento sostenido de la población.

La mayor parte de la expansión se produjo en los cereales, el segundo protagonista fue la vid (producto de exportación), también se extendió el cultivo de maíz y patata. La ganadería ovina y lanar sufrieron un notable retroceso, aumentó la cabaña porcina. El aumento de la producción agrícola se consiguió gracias a un incremento de la superficie cultivada y no por la modernización de las técnicas de cultivo.

El lento aumento de la productividad puede atribuirse a un marco natural (orografía, suelo y clima) poco favorable, pero sobretodo a una estructura de la propiedad que no fomentaba la mejora técnica.

2. La evolución demográfica

2.1 El crecimiento de la población

A lo largo del siglo XIX, la población española pasó de 10’5 a 18’5 millones, un aumento superior al 75%. Las causas más importantes de este incremento fueron la desaparición de epidemias, la mejora de la dieta y la expansión de algunos cultivos, el crecimiento demográfico español fue uno de los más bajos del continente.

La natalidad y mortalidad española resultaba muy inferior a la media europea, incluyendo la mortalidad infantil. La esperanza de vida en 1900 era solo de 34’8 años, estas magnitudes explican el limitado crecimiento de la población española, que hasta bien avanzado el siglo XIX no experimentó la transición hacia una demografía moderna.

El mantenimiento de una limitada mortalidad fue debido a las malas condiciones sanitarias y al impacto de las epidemias, relacionadas con la pobreza de la población. Una mala cosecha era suficiente para provocar una gran escasez de alimentos. Las recurrentes epidemias de cólera, tuberculosis y fiebre amarilla fueron las enfermedades más relacionadas con la falta de higiene.

2.2 Éxodo rural y crecimiento urbano

A lo largo del siglo XIX, el proceso de urbanización español fue limitado, a consecuencia de la transformación industrial y del atraso agrario. Pero a pesar de este predominio del mundo rural, el crecimiento de las ciudades fue constante, aunque lento.

Hasta 1860, las emigraciones internas resultaron de escasa magnitud, pero a partir de esta fecha, la población inició un lento éxodo rural que comportó el aumento de la población urbana. El crecimiento más importante se dio en 1850 en Madrid y Barcelona.

El aumento de tamaño de algunas ciudades obligó a programar su ampliación con planes de reforma urbana (los ensanches). La transformación urbana comportó la apertura de avenidas y calles amplias, la construcción de estaciones de ferrocarril, el inicio del alumbrado público de gas y la construcción del alcantarillado.

A pesar de la creciente urbanización, la mayoría de la población española continuaba siendo rural. El resultado de esta irregular distribución de población fue un dualismo entre el campo y la ciudad, origen de numerosas tensiones políticas y sociales.

2.3 Las migraciones transoceánicas

En las décadas finales del siglo, la tensión entre el aumento de la población y las escasa oportunidades de empleo obligó a muchos españoles a emigrar a ultramar.

Los principales focos de emigración fueron Galicia, Asturias, Cantabria y Canarias, zonas con escasez de tierra y de puestos de trabajo. También Cataluña proporcionó un importante contingente migratorio hacia Cuba. El destino más importante era Latinoamérica, y en particular Argentina, México, Cuba y Brasil. Hasta 1860 se calcula que partieron algo más de 200 000 emigrantes de España hacia América, por las oportunidades del nuevo continente y por la facilidad del viaje a vapor.

Esa emigración española a América por razones laborales tuvo su cresta más importante entre 1900

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