EL ALMA DE LA TOGA

EL ALMA DE LA TOGA

Autor: Angel Ossorio

Alexia Reza

Para iniciar me gustaría decir que el libro me pareció bastante interesante y apegado a la realidad porque aborda valores principales del derecho y por los cuales ha de guiarse, me gusto también por la claridad del lenguaje y la simplicidad en la que el autor acerca a los conceptos de Derecho.

El autor preveía al Derecho como medio para alcanzar la justicia y así debería ser, sin embargo, no todos abogados persiguen a la par el mismo fin, esto se debe a la preparación del que ha de ser en un inicio Licenciado en Derecho, dice el autor que en las aulas no se ve realmente la función social del abogado, sus obligaciones y deberes, solo se evocan a la ciencia del derecho y creo que eso mismo hace que se pervierta la esencia misma él.

Para comenzar retomare una frase del primer capítulo: “La abogacía no es una consagración académica, sino una concreción profesional”. En este capítulo la opinión popular sobre el abogado, hace verlo como el que estudia o se va por lo fácil y pienso que en parte ha sido cierto pues la creencia de que en derecho sólo nos limitamos a replicar conceptos de derecho de todos nuestros catedráticos.

Es de mencionar que el autor refiere a la Facultad como la proveedora de técnica porque la formación cultural es distinta de la profesional, se deja de lado la esencia del abogado que abandona su ser para convertirse en un doctrinario detestable, así demostrando que “la ciencia no es más que un ingrediente”, no sirve ser un jurisconsulto si no se enseña con pasión al estudiante.

Más allá de ser un doctrinario, el abogado, debe ser sensible y crítico, ya que su misión se expresa en el arte de sentir suya la situación de otro (cliente), sobre poniendo la rectitud de su profesión, y eso, no se enseña en las aulas. Hemos creído que el saber códigos, leyes, doctrinas y principios nos vuelve abogados, pero al replicar, nos volveremos un Licenciado más en Derecho.

Es importante para sintetizar estos párrafos, la siguiente cita “En el abogado la rectitud de la conciencia es mil veces más importante que el tesoro de los conocimientos. Primero es ser bueno; luego, ser firme; después, ser prudente; la ilustración viene en cuarto lugar, la pericia, en el ultimo.”

Como he mencionado, el libro hace en repetidas ocasiones que ser crítico para el abogado es parte intrínseca de sí mismo, así también lo es la moral y la confianza; ésta última es la clave para no desconcentrarnos o perdernos en doctrinarismos. La palabra cordial nos induce a perder el sentido propio a puro recabar los ajenos. Al dejarnos saciar por pensamientos o corrientes, hasta cierto punto, frívolos, nos orilla a perder el pensamiento y la crítica personal por la duda sembrada por otros y cultivada por nosotros mismos, perdemos el conocimiento de la ética y el sentido común, así como la razón. Debemos ser responsables del actuar propio frente a la opinión o crítica ajena.

En la abogacía actúa el alma sola, sólo es obra de la conciencia, pues el alma aplica e interpreta al derecho. El equilibrio de las emociones es fundamental, el control de la ira ante la injusticia, ser paciente e ignorar necedades

El Derecho y su estudio no han

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