El Principe

EL PRINCIPE

Es un tratado relativamente corto acerca cómo un príncipe puede conservar el poder en un estado.

Maquiavelo divide a los príncipes en dos categorías: aquellos con poderes hereditarios, que sólo necesitan mantenerse en su posición, y los nuevos príncipes que deben establecerse ellos mismos para demostrar rápidamente su poder.

Todos los estados han tenido y tienen soberanía sobre los hombres, son repúblicas o principados.

Los principados se gobiernan de dos maneras distintas: ya sea por un príncipe soberano que otorga a sus siervos la gracia de ejercer algún ministerio en su representación, ayudándole a los asuntos del gobierno; o bien, por el príncipe y aquellos barones que poseen títulos que no se otorgaron por gracia del soberano, sino por la nobleza de sangre.

En aquellos estados donde el príncipe se apoya en sus siervos para gobernar, él ejerce una autoridad mayor, pues en sus dominios no hay quien tenga el suficiente poder como para considerarse superior a él.

Hay 3 formas de conservar los estados adquiridos, cuando estos ya se han acostumbrado a vivir bajo sus propias leyes; la primera es destruirlos, la segunda es habitar en ellos y la tercera permitir que siga viviendo bajo las normas antiguas. Porque se trata de un gobierno que ha sido creado por el príncipe y que depende de amistades e intereses para apoyarlo, por lo que mantendrán el apego de su príncipe para afianzar su autoridad.

“El medio más eficaz de dominio es la destrucción”

Los hombres siempre caminan por senderos que ya otros han recorrido y siempre tratan de ser como lo fue el anterior siguiendo sus mismos pasos, pero eso resulta imposible de hacer; y en ocasiones puede ser contraproducente y con resultados negativos a como el anterior a éste.

Un hombre sabio intenta siempre seguir los caminos de los grandes hombres, e imitar a quienes han sido excelsos en el ejercicio de su talento, para que el propio talento, aunque sea menor, se alimente del de aquellos.

En estos casos los principados nuevos son más difíciles de conservar, según sea el talento de quién lo ejerza.

Es necesario discernir si los innovadores poseen fuerza propia o dependen de otro, esto es, si para llevar a cabo a su empresa, tienen que rogar, o pueden imponer su fuerza. En primera instancia acabarán mal y nunca llegarán a ningún lado, pero cuando se apoyan en sí mismos y usan las fuerza, rara vez corren peligro.

Como dice Maquiavelo “quien no construye a tiempo los cimientos podría ponerlos después, siempre que tengan una virtud; aunque con ello cause múltiples problemas a los arquitectos y ponga en riesgo el edificio”.

Aquél que juzgue convenientemente, en su principado nuevo, protegerse de sus enemigos y ganar amigos, vencer con la fuerza o el engaño, hacerse amar por la gente y ser temido, ser seguido y reverenciado por los soldados, implacable o los que pueden o deben ofender, innovador en las cosas del estado, severo y agradable, magnánimo y liberal, capaz de suprimir la milicia desleal, y crear una nueva, hábil para fomentar la amistad de los reyes y príncipes de manera que tengan que beneficiarle cortésmente o atacarle con respeto, no podrían encontrar ejemplos más recientes que las acciones de este hombre.

“Los hombres sólo hacen

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