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Ensayo basado en el libro: Mal de escuela de Daniel Pennac


Enviado por   •  10 de Marzo de 2022  •  Trabajo  •  2.550 Palabras (11 Páginas)  •  321 Visitas

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Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Facultad de Ciencias y Educación.

Currículo y Evaluación

Ensayo basado en el libro: Mal de escuela de Daniel Pennac

Angie Nataly Abril A.  Cód.20191140051

henos aquí pues llegados a una nueva fase de la formación de enseñantes, que se centrará cada vez más en el dominio de la comunicación con los alumnos.

daniel pennac 2008

¿De qué manera se aprende? y en ese proceso ¿cómo se manejan las emociones?

Los términos educación, enseñanza y aprendizaje parecieran el unísono que marca las particulares parsimonias escolares, la aparente rigidez y el distintivo hermetismo que se ha instaurado en el imaginario colectivo de la escuela ha ido sufriendo abismales cambios en respuesta a un llamado constante a la transformación. En los últimos años se ha respondido a este llamado, generando una mayor apertura a distintos modelos de aprendizaje y enseñanza. Vivimos en un mundo de transformaciones sociales y tecnológicas que afectan a la humanidad, como la globalización, conflictividad, diversidad, interculturalidad, que modifica los estilos de vida donde las presentes generaciones de estudiantes son cada vez más heterogéneas, con nuevas maneras de relacionarse y otras formas de pensar, lo que hace necesario, un cambio de perspectiva acerca de las interacciones en el aula. (López.2020)

Daniel Pennac a través de su libro “Mal de escuela” nos presenta de manera autobiográfica una profunda reflexión acerca del proceso de aprendizaje y enseñanza experimentado en la escuela, este como un asunto tortuoso, pesado, casi mortificante en su condición de “zoquete”, sin duda alguna, la enseñanza más valiosa del texto recae en el hecho de recurrir al amor como fundamento para un aprendizaje efectivo. Siendo este el punto de convergencia de todos esos factores determinantes en el quehacer educativo, en el aprender a enseñar y el aprendizaje en sí mismo. Los protagonistas aquí serán los maestros, tanto los desinteresados y grises, como los apasionados casi azules. Como menciona Pennac (2008) “La escuela la hacen, en primer lugar, los profesores”.

A lo largo del presente texto desarrollaremos un asunto que pasa desapercibido, muchas veces ignorado y frecuentemente subestimado: la relación entre emociones y aprendizaje. También, el desarrollo de este intercambio multifacético del aprendizaje: elementos cognitivos, emocionales y fisiológicos, así como las relaciones entre procesos educativos y aspectos vinculados con el entorno sociocultural (Barrios-Tao.2016) que justifican la necesidad de comprender este vínculo determinante, las prácticas de enseñanza en el aula, la relación entre emociones y motivación, y la efectividad de las experiencias emocionales en el desarrollo docente (Sutton et al 2005).

Un aspecto fundamental para comprender la manera en que se aprende es el protagonismo de la dimensión cognitiva en la educación, esto ha marcado la desatención de las emociones en las prácticas de enseñanza-aprendizaje, en la formación y relación que se establece entre profesor-estudiante. Una tendencia a homogenizar casi de manera compulsiva ha truncado el camino de una enseñanza armoniosa, el aprender requiere de elementos profundos que impacten en el espíritu del estudiante y no solo debe ser un parámetro de medición sustentado en la mera capacidad cognitiva, aprisionada por métodos arcaicos y de carente transformación. “La idea de que es posible enseñar sin dificultades se debe a una representación etérea del alumno…justifica plenamente la función de profesor puesto que debemos enseñárselo todo, comenzando por la necesidad misma de aprender.” (Pennac.2008) con esto el autor nos abre una serie de nociones relacionadas con rol de los participantes durante el proceso de aprendizaje.

El aprendizaje posee bases fuertes en el campo de la neurociencia, la misma que ha estudiado profundamente la incidencia del ámbito emocional en la estructuración, receptividad, efectividad y asertividad en el aprendizaje. Nuestra condición humana abre un espectro multidireccional, tremendamente complejo y sin duda maravilloso. Esto justamente me ha impulsado a consolidar el fuerte argumento de Pennac sobre la importancia del despertar emocional, con la explicación científica que ratifica la lucidez del autor al escribir mal de escuela.

Cuando pensamos, podemos optar por dos vías bastante disímiles entre sí. Un primer sistema se caracteriza por ser muy intuitivo y emocional y, por supuesto, muy rápido, al ritmo de la emoción que lidera en ese momento a la persona; un segundo sistema, coincidiría más con un pensamiento analítico, reflexivo y, por supuesto, racional. (Kahneman.2002). Las emociones humanas resultan de vital importancia para la motivación, el desarrollo de aprendizajes y la memoria. En este contexto, el aprender algo, el construir nuevos significados sobre hechos, experiencias y situaciones o el reflexionar sobre el propio mundo interior genera variaciones en las conexiones sinápticas existentes y con ellas cambios en nuestro cerebro, en otras palabras, un buen aprendizaje, literalmente, modifica nuestro cerebro.(Salavera.2019) Resulta evidente que la formación emocional refleja experiencias, prácticas y procesos importados al ámbito educativo que se vinculan con aspectos de rendimiento, bienestar y mejoramiento en los procesos de enseñanza-aprendizaje.

Según Jensen (2004), las emociones dirigen la atención del ser humano, crean significados y generan sus propias vías de recuerdo, nuestro lado racional puede fijarse una meta de estudio o de trabajo, pero son las emociones las que nos van a dar la pasión para luchar por ese objetivo. Si somos capaces de encontrar un significado en lo que estamos aprendiendo, la información nueva va a pasar el primer filtro del cerebro, lo que se traduce en un aprendizaje profundo y significativo.

Gerardo Casas Fernández (2003), menciona:

“Los estudiantes que se sienten ansiosos, enfurecidos o deprimidos no aprenden; la gente que se ve atrapada en esos estados de ánimo no asimila la información de manera eficaz ni la maneja bien. Las emociones desagradables y poderosas (ira, ansiedad, tensión o tristeza) desvían la atención hacia sus propias ocupaciones interfiriendo el intento de concentración en otra cosa. Cuando las emociones entorpecen la concentración, lo que ocurre es que se paraliza la capacidad mental cognitiva”.

En base a esto, se evidencia la cohesión que fundamenta y apoya de manera explícita una de las reflexiones hechas por Pennac, cuando dice “Estás sentado en tu silla, aunque en otra parte, prisionero del limbo de la lamentación, durante un tiempo que no pasa, una especie de perpetuidad, que haría pagar a cualquiera, y muy caro, esa sensación de tortura.” Donde es evidente el malestar, el estado elevado del no ser y la recurrente negación ante el aprendizaje; sin duda el rol del maestro que incurre en el insensible actuar incide en esta escena recurrente en los espacios de aprendizaje, pero ¿las emociones del docente qué lugar ocupan? Tal vez silenciosas, apagadas, extraviadas o incluso exterminadas por la implacable predeterminación.

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