Escuela Rural

LA ESCUELA RURAL

La escuela rural tiene tanta importancia no solo en la vida campesina, sino en el desarrollo general de los pueblos. En la ciudad hay influencias múltiples: cine, radio, periódico, televisión, teatro: hay la propaganda comercial y la influencia de grupos organizados; las avenidas populosas y los transportes pletóricos ejercen influencias sobre el ser que se forma, y que recoge sin discriminar, incitaciones e ideas, normas y costumbres. Mas en la pequeña aldea, donde no llegan los agentes culturales, ni siquiera los elementos oficiales de Salubridad, de seguro social; donde no hay ni cine ni otras diversiones; en donde no se efectúan los grandes encuentros de futbol ni los espectáculos de manifestaciones populares, donde hasta el servicio religiosos es modesto y esporádico, la escuela tiene un gran campo de acción. Debe convivir con el pueblo, recoger sus ansias y sus tradiciones y formular un programa de acción extraescolar. Ha de ser vínculo entre el conjunto campesino y el poder público. Ha de unir su vida a la vida de su comunidad y considerar en su programa los dos aspectos: escolar y extraescolar; pero no como entidades diferentes, sino como complementarias, como caras del mismo cuerpo: un cuerpo indivisible.

Todo esto le da una fisonomía propia a la escuela rural. No es inferior a la urbana, es simplemente distinta. Es un error pretender igualarlas y un absurdo copiar programa la escuela rural que trate de ser epígono de la citadina. Cada una tiene su medio distinto, su ambiente diverso y, de acuerdo con el principio de concordancia, ha de obrar conforme a su realidad, a su comunidad vital, como dice Wilhem Lay, en su obra de pedagogía. No se puede hablar del hombre ignorando su circunstancia, afirma Ortega y Gasset, y, por lo mismo tampoco es válido disolver el binomio escuela y comunidad. En la escuela urbana, la educación – principalmente en esta etapa la industrialización y de masas – debe propenderá un equilibrio entra la vida colectiva y la individual; entre la actividad productora y la necesaria recreación. En otros términos, ha de poner énfasis en educar para el trabajo y para el ocio; para la sociedad y para lo soledad, el retorno al hombre, dice Jan Mantovani.

Tratándose de escuelas ubicadas en comunidades – rurales por excelencia – debe afirmarse que han de ser órganos genuinos de ellas, partes integrantes de tales conglomerados, sumarse a sus estructuras, para buscar inspiración y apoyo en la vida campesina, con su tradición y sus costumbres, con su amplitud y sus necesidades. Este debe ser el punto de salida y de llegada de las actividades educadoras, las cuales, claro está, han de realizarse en un esfuerzo continuado por completar y elevar la educación asistemática, que la comunidad imparte a sus nuevos integrantes.

Jesús m. Isais, Escuela rural Biblioteca Pedagógica de Perfeccionamiento Profesional. SEP México, DF. pp.

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