La Escuela Que Necesitamos.

La Escuela Que Necesitamos (Elliot W. Eisner)

1. Replanteo del alfabetismo

El término alfabetismo evoca la imagen de la lectura y la escritura. Estar alfabetizado es ser capaz de hacer lo que la lengua posibilita: hablar, inscribir el lenguaje en el texto y decodificar el texto para extraer los significados que contiene. La virtud del alfabetismo radica, por supuesto, en que hace posible el significado.

Como el significado es la esencia del alfabetismo, podemos (y creo que debemos) concebir este ultime en términos más amplios que los acostumbrados. El alfabetismo puede concebirse como la capacidad de decodificar o codificar el significado en cualquiera de las formas sociales a través de las cuales este se transmite.

Una forma de lenguaje es proposicional: está destinada a establecer relaciones precisas entre sujeto y predicado y a reducir la ambigüedad en la medida de lo posible entre los términos lingüísticos empleados y sus referentes. Pero para encontrar el uso más refinado de la metáfora, así como la explotación de la forma al servicio del significado.

La adquisición del alfabetismo en una forma no puede usarse para predecir el alfabetismo en otra Hablar del alfabetismo como si fuera una única destreza aplicable a todas las formas del texto es subestimar las exigencias especiales que imponen las distintas formas de lenguaje.

Jerome Bruner ha propuesto una útil serie de distinciones entre dos grandes formas de lenguaje, que él denomina paradigmática y narrativa paradigmática, La paradigmática, ejemplificada con la mayor claridad por el lenguaje de las ciencias, hace hincapié en la referencia. La forma narrativa, cuyo mejor ejemplo son las artes y las humanidades, pone el acento en la sensación: cómo una situación, una persona o un objeto el planteaba de diferentes formas del lenguaje posibilitan diferentes formas de conocimiento.

El alfabetismo es más amplio que el lenguaje porque los sistemas que los seres humanos han inventado para transmitir significados abarcan más que el lenguaje.

El significado se transmite en las formas visuales que llamamos arte, arquitectura, cine y video. Surge en el sonido pautado que llamamos música. Aparece ante todo en la experiencia humana del movimiento, luego en el gesto y después en la danza. Se manifiesta en los modos como se construyen las relaciones sociales a través de los ritos y rituales que representan y expresan nuestras más altas aspiraciones y nuestros temores más profundos. Alfabetizarse, en el sentido más amplio del término, quiere decir aprender a tener un acceso significativo a las formas de vida que estos sistemas de significado hacen posibles; lo que deberíamos desarrollar en nuestras escuelas, un espectro de alfabetismos que permita a los alumnos participar, disfrutar y encontrar significado en las grandes formas a través de las cuales se ha constituido el significado.

Entre los principales recursos que posee el niño se cuenta un sistema sensorial que le permite experimentar el mundo cualitativo en el que ingresa. . El mundo de la experiencia es un mundo enraizado en cualidades, y la capacidad de «leerlas» es una destreza que puede desarrollarse durante toda la vida. Junto con este desarrollo gradual viene la adquisición del lenguaje. Los niños aprenden a rotular las cualidades que antes han explorado en forma tan intensiva.

Un hecho interesante y significativo es que los docentes de jardín de infantes suelen alentar a los niños a utilizar sus sentidos para explorar materiales y actividades.

No hay duda de que la adquisición del lenguaje tiene algunas funciones cognitivas importantes. Ciertas ideas no pueden pensarse ni conocerse sin el lenguaje. Al mismo tiempo, este, en tanto forma privilegiada de representación, tiene su costo. En la medida en que la clasificación elude la exploración perceptual de la individualidad de los objetos y acontecimientos, reduce lo que puede conocerse de ellos.

En otras palabras, nuestro sistema sensorial es que nos posibilita tomar contacto con el mundo.

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