La Identidad De Kundera
Enviado por peperina1762 • 28 de Agosto de 2014 • 1.768 Palabras (8 Páginas) • 294 Visitas
Revelaciones
La mirada como constructora de identidades.
“…en Melibea creo,
Melibeo soy…”
Desde tiempos memoriales el erotismo y el amor en la literatura han despertado curiosidades en diferentes conciencias según las distintas épocas. Esta constante literaria provoca en el lector al menos la sensación de verse reflejados en algunas circunstancias de la historia.
¿Puede alguien estar completamente en sus cabales cuando todo su ser está supeditado a los deseos de la persona a la que idealiza?
¿Es el amor de pareja el que más nos moviliza?
¿Cómo se pierde la identidad a los ojos del otro?
Ya desde el famoso Don Quijote (personaje enamorado), el cual determina su vida por un móvil (Dulcinea); Calisto, cuando grita al viento “…En Melibea creo; melibeo soy…”, o Medea tras el acto del asesinato filial.
¿Cuánto de la mirada de los otros hay en lo que hacemos?, y aún más, si el otro es el que amamos.
La identidad es nuestra existencia “…To be or no to be. That’s the cuestion…”[1], y es justamente lo que Milan Kundera expone en su novela.
Entonces, no es casual decir en principio que todo el texto está atravesado por la "otredad", es decir por la construcción de la mirada del otro: En la amistad, en el amor filial y, por sobre todas las cosas, en el amor de pareja, en donde los ojos son determinantes.
¿Existe mejor espectador que la figura del ser deseado? No, definitivamente. Algunos entusiastas dirán que vale mas llenar estadios que una serenata a solas con la mujer o el hombre se vida. Eso es relativo.
Lo cierto es que un error ante cincuenta mil personas puede pasar desapercibido, pero ante el amante queda grabado a fuego en su sentir, en su imagen, y en sus ojos. Así, lo inmediato se transforma en “vista”; en la cámara exclusiva para construir el actor predilecto del amante. Sin la mirada del otro uno no tiene existencia.
Jean Racine en Fedra [2] deja en claro la oposición entre el Eros sororal y el Eros inmediato. “…El amor sororal se da mas bien como una utopía, un alejamiento hacia el pasado y hacia el futuro (cuya versión institucional sería el matrimonio) el Eros real, el que está pintado, es decir inmovilizado en el cuadro trágico, es el Eros inmediato. Y precisamente porque es un Eros depredadorsupone toda una física de la imagen, una óptica en el sentido propio.
Nada sabemos de la edad ni de la belleza de los enamorados racinianos. Periódicamente batallamos por saber si Fedra es una mujer joven o si Nerón es un adolescente, si Berenice es una mujer madura y Miltrídates un hombre aún atractivo”[3].
Los ojos hablan. Y son capaces de cambiar de rumbo en cada parpadeo. La vista es lo inmediato, “… ¿Por qué es incapaz de reconocer la silueta del ser que mas quiere en el mundo, del ser que él considera incomparable? Abre la puerta de la habitación. Por fin, la ve…” [4] Es el sello que origina y que refleja a la relación.
La identidad es verse reflejado en el mejor espejo del ser humano, que es el del amante. En el amor uno es “construido por el otro” porque El otro le otorga una identidad. “… si estuviera allí, él la llamaría por su nombre. Tal vez, si recordara su rostro, podría imaginarse la boca que pronuncia su nombre. Esta le parece una buena pista: llegar a su nombre por medio de ese hombre…” [5] en esta cita, Chantal, para recordar su nombre, imagina la boca de su amante llamándola.
Desde el punto de vista filosófico podemos decir que el amor sobrepasa los límites de la muerte. En el soneto “Amor constante más allá de la muerte” Francisco de Quevedo escribe “…Su cuerpo dejará no su cuidado; serán ceniza, mas tendrá sentido; Polvo serán, mas polvo enamorado…”[6]. El poema describe un amor de tal profundidad que resulta inolvidable incluso después de la muerte. Si se aplica este concepto a una relación de pareja, se puede decir que el amor es tan fuerte que aunque uno de lo dos muriera, la unión espiritual de ambos miembros seguiría existiendo excediendo las fronteras de muerte.
Bien diferente es el caso de dos amantes que deciden separarse. El lazo de amor y compromiso que los unía deja completamente de existir. La separación es el único motivo por el cual los miembros de la pareja pierden el control sobre el otro. El vínculo entre ambos se rompe; no hay nada. Lo cual no ha de ser así en una relación filial. Por más separación que una persona tenga con un miembro de su familia, hay un lazo de sangre que seguirá existiendo y eso es inevitable.
Así es que se puede afirmar que el amor de pareja esta por sobre el amor filial, ya que en este último existe una unión sanguínea que no se tiene con un amante. Nada es seguro con nuestra pareja. Nada nos une para toda la vida, ¿o si? Veamos:
Cuando Chantal se separa de su ex marido, el lazo que la unía hacia
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