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Proyecto Literatura


Enviado por   •  3 de Diciembre de 2012  •  2.001 Palabras (9 Páginas)  •  573 Visitas

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La leona y el águila.

La leona con incontrastable, se había fijado en que el águila salía de su nido y comenzaba a cazar para buscar comida, lo seguía corriendo. Le hacia miles de saludos, estirando el pescuezo y moviendo la cabeza como títere gritando de alegría y no dejándolo ni un rato, mientras ella en tierra firme.

No tenia ni idea mínima de ser dueña absoluta del corazón del águila, y pensaba que si él no se había todavía declarado, sólo debía de ser por timidez.

Cuando la leona volvía a su cueva, el águila volaba hasta su nido donde vivía otra gran amiga de el la gaviota, y ahí se quedaba, cerca del nido esperando la oración, hora en que salía la gaviota a tomar el fresco y a comer.

Pero un día la leona lo sorprendió; no pudo dejar de manifestar su despecho; y tuvo que obligar a declararse de una vez a cual de ellas prefería.

El águila tuvo que confesar que a ninguna de ellas que solo apreciaba la comida que le proporcionaban ambas

La boca da besos a la cuchara pero no de amor.

La odisea “homero” (fragmento)

Musa, cuéntamos sobre el hábil varón que en su largo extravío,

después de haber arrasado el alcázar sagrado de Troya,

conoció muchas ciudades y personas.

Sufrió muchos males en los mares luchando

por sí mismo, su vida y la vuelta al hogar de sus hombres,

pero a éstos no pudo salvarles a pesar de su empeño,

encontrando la muerte con sus propias locuras. ¡Insensatos!.

Devoraron las vacas del Sol Hiperión e, irritada la deidad,

los privó de luz para el regreso.

Principio da a contar donde desees, ¡oh diosa nacida de Zeus!.

Cuantos antes esquivaron la áspera ruina,

en sus casas se encontraban a salvo del mar y la guerra,

sólo a él, que añoraba con dolor a su mujer y su tierra,

le retenía la augusta Calipso, divina entre las diosas,

en sus grutas, con la intención de convertirlo en su esposo.

Vino con el paso de los años, aquel en que habían

decretado los dioses que el héroe retornarse a su hogar de Ítaca.

Continuaba en vano sufriendo sin ver a los suyos.

Dolidas las otras deidades, disentía Poseidón, irritado en su enojo,

contra Ulises, que erraba de vuelta a su patria.

Homero

Los ladrones y el gallo.

Entraron unos ladrones en una casa y sólo encontraron un gallo; se apoderaron de él y se marcharon. A punto de ser inmolado por los ladrones, rogoles el gallo que le perdonaran alegando que era útil a los hombres, despertándolos por la noche para ir a sus trabajos.

-Mayor razón para matarte, exclamaron los ladrones-, puesto que despertando a los hombres nos impides robar.

Nada hay que aterrorice más a los malvados que todo aquello que es útil para los honrados.

Esopo

La Eneida. (fragmento)

Aquel que por mil mares y mil tierras

anduvo perseguido y fue acosado

de la violencia de los altos dioses

por el enojo y vengativa saña

de la severa Juno, y tantos males

sufrió y pasó mil guerras […],

y dado a sus penates aposento

en el felice Lacio, del cual viene

el ínclito linaje de latinos[…]

Dime, oh mi Musa, tú las causas de esto:

por cuál dios ofendido o por qué causa

la reina de los dioses enojada

forzó al varón así en piedad insigne

a sufrir tantos y tan duros casos

y a padecer trabajos tan inmensos.

¿Tal ira, tal coraje hay en los dioses?[…]

Virgilio

Doña Perfecta (Fragmento)

Benito Pérez Galdós

—¡Mis tierras! —exclamó con júbilo el caballero, tendiendo la vista por el triste campo que alumbraban las

primeras luces de la mañana—. Es la primera vez que veo el patrimonio que heredé de mi madre. La pobre hacía

tales ponderaciones de este país, y me contaba tantas maravillas de él, que yo, siendo niño, creía que estar aquí

era estar en la gloria. Frutas, flores, caza mayor y menor, montes, lagos, ríos, poéticos arroyos, oteros pastoriles,

todo lo había en los Alamillos de Bustamante, en esta tierra bendita, la mejor y más hermosa de todas las

tierras... ¡Qué demonio! La gente de este país vive con la imaginación. Si en mi niñez, y cuando vivía con las

ideas y con el entusiasmo de mi buena madre, me hubieran traído aquí, también me habrían parecido

encantadores estos desnudos cerros, estos llanos polvorientos o encharcados, estas vetustas casas de labor,

estas norias desvencijadas, cuyos canjilones lagrimean lo bastante para regar media docena de coles, esta

desolación miserable y perezosa que estoy mirando.

Benito Pérez Galdós

Los pocillos (fragmento)

Alberto la miró. Durante el silencio, se sonrieron. Al margen de José Claudio, y sin embargo, apropósito de él. De

pronto Mariana supo que se había puesto linda. Siempre que miraba a Alberto se ponía linda. Él se lo había

dicho por primera vez la noche del 23 de abril del año pasado, hacía exactamente un año y ocho días: una

noche en que José Claudio le había gritado cosas muy feas, y ella había llorado, desalentada, torpemente triste,

durante

...

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