Resumen Cartas Del Diablo

RESUMEN: CARTAS DE ESCRUTOPO (CARTAS I-X)

Parece como si creyeses que los razonamientos son el mejor medio para librarte de las garras del enemigo. La jerga, no la argumentación, es tu mejor aliado en la labor de mantenerle apartado de la iglesia. Hazle pensar que es poderoso, o sobrio, o valiente; que es la filosofía del futuro. Tu trabajo consiste en fijar su atención en ese flujo [de sus experiencias sensoriales inmediatas]. No dejes de insistir acerca de la normalidad de las cosas. En la actualidad, la misma iglesia es uno de nuestros grandes aliados. Todo lo que puede ver tu paciente es el edificio que se rige en el medio solar. Y cuando penetra en la iglesia, ve al tendero de la esquina que se abalanza hacia el con una liturgia que ninguno de los dos comprende. Tiene una idea de los "cristianos" que considera muy espiritual, pero que es predominantemente gráfica. No le permitas que llegue a preguntarse cómo esperaba que fuesen. Por ahora, mantén sus ideas vagas y confusas. Trabaja a fondo durante la etapa de anticlímax que ha de atravesar el paciente durante sus primeras semanas como hombre religioso. Al desear su libertad, el Enemigo renuncia a la posibilidad de guiarles a cualquiera de los objetivos que Él les propone. Ahí está nuestra oportunidad; pero una vez que superan con éxito esta aridez inicial, los humanos se hacen menos dependientes de las emociones y resulta mucho más difícil tentarles.

Me complace mucho todo lo que me cuentas acerca de las relaciones de este hombre con su madre. Pero has de aprovechar tu ventaja. Mantente en estrecho contacto con nuestro colega Gluboso, que se ocupa de la madre, y construid entre los dos, una costumbre sólidamente establecida y consistente en que se fastidien mutuamente, pinchándose todos los días: mantén su atención centrada en la vida interior, asegúrate de que siempre se preocupe por el estado del alma [de su madre] y nunca por su reuma, haz que tu paciente sea muy consciente de [la expresión de su madre] y déjale que piense lo mucho que le desagrada. Lo mejor es alejar totalmente al paciente de la intención de rezar en serio. Mientras estén pendientes del Enemigo, estamos vencidos. Haz que se dediquen a contemplar sus propios méritos y que traten de suscitar en ellas sentimientos o sensaciones. Debo advertirte que no esperes demasiado de una guerra. Podemos esperar una buena cantidad de crueldad y falta de castidad. Pero, si no tenemos cuidado, veremos a millares volviéndose hacia el Enemigo. Él quiere que los hombres se preocupen de lo que hacen; nuestro trabajo consiste en tenerles pensando qué les pasará. Es asunto tuyo procurar que el paciente nunca piense en el temor presente como en su cruz, sino sólo en las cosas de las que tiene miedo.

Cuando los humanos no creen en nuestra existencia perdemos todos los agradables resultados del terrorismo directo. Por otra parte, cuando creen en nosotros, no podemos hacerles materialistas

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