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Informe final Caso práctico asma


Enviado por   •  29 de Febrero de 2024  •  Trabajo  •  3.344 Palabras (14 Páginas)  •  96 Visitas

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Carátula con el nombre de la institución, carrera, semestre y paralelo título del caso clínico, nombre de los integrantes y periodo académico.


Descripción morfofisiológica.

El asma puede aparecer en cualquier edad, pero es más frecuente en la infancia y la adolescencia. Sin embargo, algunos adultos también pueden desarrollar asma por primera vez o tener un empeoramiento de la enfermedad que ya padecían desde la niñez (Callen & Bamonde, 2019).

(Callen & Bamonde, 2019) menciona que tiene una base genética y ambiental, es decir, hay personas que tienen una predisposición hereditaria a padecerla y que se ven afectadas por diferentes factores que pueden desencadenar o agravar los síntomas. Estos factores pueden ser:

  • Alérgenos, como el polen, los ácaros, los pelos de animales o los alimentos;
  • irritantes, como el humo del tabaco, la contaminación, los productos químicos o los perfumes;
  • infecciones respiratorias, como el resfriado o la gripe;
  • el ejercicio físico, el estrés, los cambios de temperatura o de humedad, entre otros.

Desde el punto de vista morfofisiológico, el asma se caracteriza por una alteración de la estructura y la función de las vías respiratorias, que se manifiesta por los siguientes cambios:

  • Inflamación de la mucosa bronquial, que es la capa que recubre el interior de los bronquios. Esta inflamación se produce por la activación de diferentes tipos de células del sistema inmunitario, como los linfocitos T, los eosinófilos, los mastocitos, los neutrófilos y los macrófagos, que liberan sustancias proinflamatorias, como las citocinas, los leucotrienos, las prostaglandinas y la histamina. Estas sustancias causan edema, enrojecimiento, aumento de la secreción de moco y daño del epitelio bronquial (Eichenberger, Diener, Kofmehl, & Spengler, 2018).
  • Broncoconstricción, que es el estrechamiento de los bronquios debido a la contracción del músculo liso que los rodea. Esta contracción se produce por la estimulación de los receptores nerviosos que se encuentran en la pared bronquial, que responden a los estímulos alérgicos o irritantes. La broncoconstricción reduce el diámetro de los bronquios y dificulta el paso del aire hacia los pulmones (Rodríguez, 2018).
  • Hiperreactividad bronquial, que es la tendencia de los bronquios a responder de forma exagerada y sostenida a los estímulos que normalmente no provocarían una respuesta o que la provocarían de forma leve. Esto hace que los bronquios se inflamen y se contraigan con facilidad, lo que aumenta la frecuencia e intensidad de los síntomas asmáticos (Rodríguez, 2018).
  • Remodelación bronquial, que es el conjunto de cambios estructurales que se producen en los bronquios como consecuencia de la inflamación crónica. Estos cambios incluyen la fibrosis o engrosamiento de la pared bronquial, la hipertrofia o aumento del tamaño del músculo liso, la angiogénesis o formación de nuevos vasos sanguíneos, la metaplasia o transformación de las células epiteliales y la pérdida de las fibras elásticas. La remodelación bronquial altera la arquitectura y la función de los bronquios, lo que contribuye a la persistencia y la gravedad del asma (Ana & Virginia, 2018).

El asma es una enfermedad que puede tener un impacto negativo en la calidad de vida de las personas que la padecen, ya que limita su capacidad para realizar actividades cotidianas, como trabajar, estudiar, hacer deporte o dormir. Además, el asma puede provocar complicaciones, como el asma grave, que es una forma de asma que no se controla con el tratamiento habitual y que puede causar ataques de asma que pongan en riesgo la vida; la exacerbación asmática, que es un empeoramiento repentino y severo de los síntomas que requiere atención médica urgente; o el estado asmático, que es una situación de asma grave que no responde al tratamiento y que puede causar insuficiencia respiratoria, hipoxia, acidosis o incluso la muerte (Callen & Bamonde, 2019).

Esta una enfermedad que no tiene cura, pero que se puede controlar con un tratamiento adecuado y un seguimiento médico regular. El tratamiento del asma se basa en el uso de medicamentos que se administran por vía inhalatoria o por vía oral, y que tienen dos objetivos: aliviar los síntomas y prevenir las crisis. Los medicamentos que alivian los síntomas se llaman broncodilatadores, y actúan relajando el músculo liso de los bronquios y facilitando el paso del aire. Los medicamentos que previenen las crisis se llaman antiinflamatorios, y actúan reduciendo la inflamación de los bronquios y disminuyendo la hiperreactividad bronquial. Además del tratamiento farmacológico, el asma también se puede controlar evitando o reduciendo la exposición a los factores desencadenantes, realizando ejercicio físico moderado y adaptado, siguiendo una dieta equilibrada y saludable, dejando de fumar y manteniendo una buena higiene respiratoria (Rodríguez, 2018).

Una enfermedad compleja y heterogénea, que puede presentar diferentes formas clínicas, grados de severidad y respuestas al tratamiento. Por ello, es importante que las personas con asma reciban una atención individualizada y personalizada, que tenga en cuenta sus características, sus necesidades y sus preferencias. Asimismo, es fundamental que las personas con asma se impliquen activamente en el manejo de su enfermedad, que conozcan sus síntomas, sus medicamentos, sus factores desencadenantes y su plan de acción, que sigan las indicaciones de su médico y que consulten ante cualquier duda o problema. De esta manera, se podrá lograr un mejor control del asma y una mejor calidad de vida.

Definición de la patología.

El asma es una enfermedad crónica que afecta a las vías respiratorias de los pulmones, causando inflamación, estrechamiento y aumento de la producción de moco. Estos cambios dificultan el paso del aire y provocan síntomas como tos, falta de aire, opresión en el pecho y sibilancias (sonidos silbantes al respirar). El asma puede variar en severidad y frecuencia, desde episodios leves y ocasionales hasta crisis graves y persistentes que pueden poner en riesgo la vida (Ana & Virginia, 2018).

El diagnóstico del asma se basa en la historia clínica, el examen físico y las pruebas de función pulmonar, que miden el flujo y el volumen de aire que entra y sale de los pulmones. Estas pruebas pueden incluir la espirometría, el medidor de flujo espiratorio máximo o la prueba de provocación bronquial. También se pueden realizar otras pruebas, como análisis de sangre, radiografías de tórax o pruebas de alergia, para descartar otras causas de los síntomas o identificar los posibles alérgenos (Callen & Bamonde, 2019).

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