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DESOBEDIENCIA CIVIL


Enviado por   •  22 de Mayo de 2013  •  11.466 Palabras (46 Páginas)  •  539 Visitas

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DESOBEDIENCIA CIVIL

Acepto plenamente la divisa: el mejor gobierno es el que menos gobierna, y quisiera verlo actuar en este sentido más rápida y sistemáticamente. Realizada, equivale en última instancia a esto en lo que también creo: el mejor gobierno es el que no gobierna en absoluto, y cuando los hombres estén preparados para él, éste será el tipo de gobierno que todos tendrán. El gobierno es, bajo óptimas condiciones nada más que un recurso, pero la mayoría de los gobiernos suelen ser, y a veces todos los gobiernos son inoportunos. Las objeciones que han sido planteadas contra la existencia de un ejército regular, son muchas y de peso. Finalmente éstas pueden también aplicarse a un gobierno establecido. El ejército regular no es más que un tentáculo del gobierno establecido. El mismo gobierno, que sólo es el medio escogido por el pueblo para ejecutar su voluntad, está igualmente sujeto a sufrir abusos y corrupción antes de que el pueblo llegue a actuar a través de él. Lo prueba la actual guerra mexicana, obra de relativamente pocos individuos que utilizan el gobierno establecido como instrumento personal, ya que, al principio, el pueblo no habría aceptado este proceder.

¿Qué es este gobierno norteamericano si no una tradición, aunque reciente, que se propone transmitirse a sí misma intacta a la posteridad, pero que a cada instante pierde parte de su integridad? No tiene la vitalidad ni la fuerza de un solo hombre viviente, ya que un solo hombre puede doblegarlo a su voluntad. Es una especie de pistola de madera para la misma gente. Pero no por esto es menos necesario ya que el pueblo debe tener algún aparato complicado, o lo que fuere, y escuchar el ruido que produce para satisfacer la idea que tiene de gobierno. Así, los gobiernos demuestran cuán exitosamente se les puede imponer a los hombres y, los hombres a su vez, imponerse a sí mismos para su propio beneficio. Esto es excelente, todos debemos admitirlo. Sin embargo este gobierno nunca fomentó por sí mismo ninguna empresa que no fuera el empeño con que se apartó de su camino. El no mantiene libre al país. El no coloniza el oeste. El no educa. El carácter inherente al pueblo norteamericano es el autor de todo la que se ha realizado, y habría hecho algo más si el gobierno no se hubiese interpuesto a veces en su camino; ya que el gobierno es un recurso por el cual los hombres accederían gustosos a dejar a los demás en paz, y como hemos dicho cuando más oportuno es, es cuando deja más en paz a los gobernados. Si el intercambio y el comercio no fuesen maleables, jamás conseguirían librar los obstáculos que los legisladores les colocan continuamente en el camino. Si hubiera que juzgar plenamente a estos legisladores por los efectos de sus acciones y no parcialmente por sus intenciones, merecerían que se les colocase y castigase junto con las personas nefastas que obstruyen las vías férreas.

Pero para hablar de manera práctica y como ciudadano, a diferencia de quienes se autoproclaman partidarios del no gobierno, no pido inmediatamente que no haya gobierno, sino inmediatamente un gobierno mejor. Dejemos que todo hombre dé a conocer qué tipo de gobierno merecería su respeto y esto sería un paso para obtenerlo.

A final de cuentas, una vez que el poder está en manos del pueblo, la razón práctica por la cual se permite que una mayoría mande, y por mucho tiempo, no es porque ésta tienda más a estar en la correcto ni porque esto parezca más justo a la minoría, sino porque físicamente es más fuerte. Pero un gobierno donde la mayoría manda en todos los casos, no puede basarse en la justicia ni siquiera hasta donde los hombres la comprendan. ¿No puede haber un gobierno en el que las mayorías decidan virtualmente según su conciencia y no en relación a lo correcto e incorrecto? o ¿en el que las mayorías decidan únicamente sobre aquellas cuestiones a las cuales es aplicable la regla de la conveniencia? ¿Debe el ciudadano renunciar a su conciencia, siquiera por un momento o en el menor grado a favor del legislador? ¿Entonces porque el hombre tiene conciencia? Pienso que debemos primero ser hombres y luego súbditos. No es deseable cultivar tanto respeto por la ley como por lo correcto. La única obligación que tengo derecho de asumir es la de hacer en todo momento lo que creo correcto. Se ha dicho con bastante verdad que una corporación no tiene conciencia, pero una corporación de hombres conscientes es una corporación con conciencia. La ley jamás hizo a los hombres ni un ápice más justos; además, gracias a su respeto por ella hasta los más generosos son convertidos día a día en agentes de injusticia. Un resultado común y natural del indebido respeto por la ley es que se puede ver una fila de soldados: coronel, capitán, cabo, soldados, dinamiteros y todo, marchar en admirable orden cruzando montes y valles hacia las guerras, contra su voluntad, sí, contra su propio sentido común y su conciencia, lo que convierte esto, de veras, en una ardua marcha de corazones palpitantes. No abrigan la menor duda de que están desempeñando una ocupación detestable teniendo todos inclinaciones pacíficas. Ahora bien, ¿qué son? ¿Son acaso hombres? ¿O son pequeños fuertes y polvorines portátiles al servicio de algún inescrupuloso hombre en el poder? Visitemos el Astillero de la Marina y contemplemos a un marino, un hombre tal como lo puede hacer un gobierno norteamericano, o tal como puede hacer a un hombre este gobierno con su magia negra -sombra y reminiscencia- de humanidad, un hombre muerto en vida, de pie, y ya, para así decirlo, sepultado con sus armas y acompañamientos fúnebres, aunque podría ser que,

Ningún tambor se oyó, tampoco una nota fúnebre Not a drum was Heard, not a funeral note,

Cuando transportamos su caballo hacia el fuerte; As his horse to the rampart we hurried;

Ningún soldado disparó una salva de adiós Not a soldier discharged his farewell shot

Ante la tumba donde enterramos a nuestro héroe. 0'er the grave where our hero we burried

La masa de hombres sirve al Estado así: no como hombres principalmente sino como máquinas, con sus cuerpos. Son el ejército regular y la milicia, los carceleros, los guardias civiles, la fuerza pública, etc. En la mayoría de los casos no hay libre ejercicio, ni de juicio ni de sentido moral, sino que se colocan en el mismo plano que la madera, la tierra y las piedras; y quizá se pudieran fabricar hombres de madera que sirviesen tan bien a ese fin. Esto no merece más respeto que el que merece un espantapájaros o un puñado de inmundicia. Tienen el mismo valor que los caballos y los perros. Sin embargo a gente como ésta se les tiene comúnmente por buenos ciudadanos. Otros -como la mayoría de los legisladores, políticos, abogados,

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