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EMPRESAS DEL FUTURO


Enviado por   •  3 de Marzo de 2015  •  1.868 Palabras (8 Páginas)  •  286 Visitas

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El CAMBIO PARA LAS EMPRESAS DEL FUTURO

Nosotros tenemos que empezar con el cambio tenemos que aportar y formar dicho cambio, y debemos ir construyéndolo con el día a día ya sea nuestra proyección debe ser fijado en un tiempo establecido ya se ha largo y corto plazo en todos los aspectos de nuestras vidas.

Aunque no lo creamos nosotros formamos parte de un proceso en nuestro diario vivir pero influyen variables como los valores personales y colectivos en este libro con cada capítulo que leía veía mi vida reflejada y comprada entre mi empresa mi lugar laboral y mi lugar familiar y me encuentro con una cantidad de cosas que nunca las había visto desde ese punto de vista y es que puedo ver reflejado en el autor un vació físico y un vacío espiritual y como nada en la vida es perfecto tememos al cambio como tal .

A veces no nos damos cuenta que en esta vida todo es muy valioso lo físico se puede obtener pero lo espiritual es difícil de conseguir no hay un punto de equilibrio entre ambos, y en el camino encontramos el conocimiento, el aprendizaje, la perspectiva hacia nuestro avance.

Pero vamos al comienzo del recorrido en el camino de la vida por eso me detengo a pensar que si pusiera en una balanza las acciones personales y las acciones sociales, tiene que ser el conjunto de esto para fortalecerte así mismo.

Ahí es donde debemos tener muy claro nuestras capacidades, nuestras limitaciones debemos de desarrollar y aprovechar esto al máximo ,pero en si debemos ser coherentes con lo que decimos y hacemos y hay que ir construyendo los líderes del mañana.

Nuestro autor toma como punto de referencia que una empresa corresponde a un 100% de un ecosistema ,somos una cadena y veo realmente la importancia como tal de formar equipo de trabajo y veo cómo influye con gran fuerza por valores éticos y morales a los que todos vamos a aspirar lo mejor para nuestro futuro.

la Humanidad tiene sentido de lo trascendente, pero afrontamos dilemas morales, se dota de acuerdos, explora todas las dimensiones del Ser y concede importancia vital a las preguntas eternas y a sus posibles respuestas.

Esto nos conlleva como tal abrir caminos y explorar otros puntos de vista, casi siempre rodeados de admiración, a las luces del yo espiritual: la generosidad verdadera, la compasión y el sacrificio, la virtud, la honestidad, la humildad o la paciencia.

En nuestra época hemos sido testigos y hemos h visto nacer las mayores innovaciones y la más creciente abundancia de recursos, en su mayor parte motivadas por el bien colectivo. Pero hemos vivido también el frecuente error de poner el interés personal por encima del social hasta el límite de la aberración. Hasta el límite de instalarse en la sociedad la impresión de que no es compatible un liderazgo empresarial con un bien común, que lo que es bueno para el directivo en busca del legítimo beneficio, es opuesto al interés de quienes le rodean.

Al mismo tiempo, genera soluciones a la frágil intendencia del yo físico temporal, al hambre, al frío, a la enfermedad. Y, también, a las grietas del no menos delicado yo mental: la necesidad de estima, la falta de autoestima, el miedo y la incertidumbre, el egocentrismo, o la carencia de sabiduría.

https://www.youtube.com/watch?v=XrpRZzoietU

La Historia de la Humanidad es un largo camino de progreso y evolución en busca del último sentido trascendente, jalonado de soluciones a las necesidades primarias. El individuo y el colectivo social se han ido conformando entorno a ese péndulo que oscila entre el hambre física y el hambre espiritual.

Imperfectos como somos, no damos con el punto justo de equilibrio entre ambas dimensiones, la trascendente y la temporal, y oscilamos fuertemente entre ellas. Por cada gran avance que hacemos, damos un gran paso atrás. Por cada nueva era del conocimiento hay un doloroso episodio de oscuridad.

Pero la componente final que resulta de ambas fuerzas ha sido siempre, hasta ahora, un lento pero continuado avance hacia la luz. Avance que no puede ocultar ni todo el camino que aún nos queda por delante ni toda la espesura que dejamos atrás. La perspectiva y el aprendizaje.

¿Qué ha construido dicho avance permanente, si es visto con distancia secular? A menudo, la irrupción de personas notables que galvanizaron un latente sentir colectivo. Otras veces, las menos notorias pero las más frecuentes, fueron extendidos consensos sociales que cristalizan a través de los medios de que progresivamente nos dotamos para ello. En todos los casos, la suma de la convicción y la acción personal y la social.

Y nada indica que dichos poderosos elementos estén en retirada, sino más bien que se ven crecientemente fortalecidos por la lenta evolución personal, el tenue aprendizaje histórico y la suma de cada vez más extensos y poderosos medios de toma de conciencia y actuación colectiva.

Es en esa oscilación entre la imperfección y la luz que también las organizaciones humanas, y sus liderazgos, se han movido, no pudiendo ser ajenas al delicado balance entre nuestras limitaciones y nuestras capacidades. Y, de entre ellas, las organizaciones económicas y quienes las lideran han sido con frecuencia una muestra de cómo el ser humano cae con facilidad en su torpeza aunque su Ser le pida que desarrolle su grandeza.

Los siglos recientes han visto nacer las mayores innovaciones y la más creciente abundancia de recursos, en su mayor parte motivadas por el bien colectivo. Pero hemos vivido también el frecuente error de poner el interés personal

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