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SOLUCIONES PRIVADAS PARA RESOLVER LAS EXTERNALIDADES


Enviado por   •  2 de Junio de 2014  •  2.244 Palabras (9 Páginas)  •  519 Visitas

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3.- SOLUCIONES PRIVADAS PARA RESOLVER LAS EXTERNALIDADES.

Una de las formas en que el sector privado puede resolver las externalidades sin la ayuda de la intervención directa del Estado consiste en internalizarlas, formando unidades económicas que tengan suficiente tamaño como para que las consecuencias de sus acciones ocurran dentro de la unidad.

Veámoslo con otro ejemplo; la externalidad positiva entre la apicultura y los manzanares. Esta externalidad puede internalizarse si el propietario de los manzanos también se hace apicultor. Naturalmente, esto sólo funcionaría si el manzanar fuera suficientemente grande como para que las abejas no se fueran a otros.

3.1. El teorema de Coase.

Según este teorema, puede resolverse los problemas de las externalidades reasignando los derechos de propiedad. Con unos derechos de propiedad debidamente diseñados, los mercados podrían hacerse cargo de las externalidades, y el Estado asignar correctamente estos derechos, con lo que su intervención sería prácticamente esa; lo demás lo haría el mercado.

Por ejemplo, supongamos que una fábrica que emite humo contaminante pretende instalarse próximo a una zona residencial, y el Estado interviene concediéndole a los habitantes de las viviendas el derecho de propiedad sobre el aire puro.

En un mundo ideal, en el que la información fuese perfecta, el dueño de la fábrica podría averiguar cuánto vale el aire puro de cada vecino y el total que tendría que pagar a los vecinos. Lo compararía con el coste del equipo para eliminar humos y, si éste era mayor, pagaría a los vecinos por contaminarle su aire. Pero es muy difícil que la fábrica pudiera averiguar con exactitud lo que tendría que pagar a cada vecino.

El teorema de COASE es bastante atractivo, asignando un papel mínimo al Estado. Pero es muy difícil saber los costes causados al medio ambiente, por lo que su aplicación es muy limitada. Por eso, actualmente los autores están de acuerdo en exigir una mayor intervención del Estado.

3.2. Las sanciones sociales.

El ejemplo de la externalidad que impone el fumar puede utilizarse para ilustrar otro mecanismo de control de las externalidades: las sanciones sociales y la inculcación de valores sociales. Por ejemplo, la máxima “haz a tu prójimo lo que harías a ti mismo” puede entenderse como un intento de resolver las externalidades.

Esta regla podría traducirse aproximadamente a la jerga de los economistas: “genera externalidades positivas y no generes externalidades negativas”. A todos se nos enseña que algunos de nuestros actos ocasionan perjuicios a otros, por los que no tenemos que pagar, al menos directamente, en forma de compensaciones monetarias. Existen, sin embargo, otras sanciones posibles. Los padres tratan de inducir a sus hijos un comportamiento socialmente aceptable. Aunque este proceso de socialización consigue evitar numerosas externalidades negativas en la familia, no tiene tanto éxito en la resolución de muchas de las externalidades que surgen en la sociedad moderna: ni siquiera una multa de 20,000 pesos puede ser suficiente para inducir a algunas personas a no tirar basuras en los parques públicos. No es posible basarse únicamente en mecanismos sociales para reducir las externalidades.

3.3. Fallos de las soluciones privadas

Existen esencialmente tres razones por las que es necesaria la intervención del Estado. La primera esta relacionada con el problema de los bienes públicos. Muchas externalidades entrañan la provisión de un bien público, como aire puro o agua limpia: en particular, puede ser muy costoso impedir que una persona disfrute de los beneficios de estos bienes.

Los problemas de la búsqueda voluntaria de una solución eficiente son aún mayores si la información es imperfecta. En una situación de este tipo, una de las partes puede arriesgarse a no llegar a un acuerdo mutuamente ventajoso con la intención de sacar mayor partido de la negociación.

También pueden surgir problemas incluso en los casos en que los mercados están muy bien establecidos.

La segunda razón por la que es necesaria la intervención del Estado está relacionada con los costes de transacción. Es muy costoso conseguir que los individuos se unan voluntariamente para internalizar estas externalidades. La provisión de esos servicios de organización es un bien público. De hecho, podría pensarse que el Estado es precisamente el mecanismo voluntario que han creado los individuos para internalizar las externalidades o reducir de alguna forma la pérdida de bienestar ocasionada por la externalidad.

La tercera razón por la que normalmente los mercados pueden no resolver satisfactoriamente el problema de las externalidades estriba en que los derechos de propiedad establecidos generan frecuentemente ineficiencias.

La utilización del Estado como vehículo para resolver las externalidades tiene la ventaja de que ahorra costes de transacción ( no hay que crear una organización adicional para resolver cada uno de los tipos de externalidades que ocurren) y de que evita los problemas del polizón que plantean generalmente los bienes públicos. Entre las desventajas se encuentran: el mecanismo político dista de ser un medio perfecto para asignar los recursos, ya que puede ser manipulado por los grupos de intereses especiales. Por otro lado, las reglamentaciones y las normas elaboradas en el sector público han de ser aplicadas por una burocracia, con todas las limitaciones que esta tiene.

4. REMEDIOS PÚBLICOS PARA RESOLVER LAS EXTERNALIDADES

Existen cuatro grandes categorías de remedios públicos para resolver las externalidades: el gobierno puede imponer multas; puede subvencionar los gastos para reducir las externalidades negativas; puede dictar normas para atenuar las externalidades negativas que imponen unos grupos a otros; o puede

intentar definir, a través del sistema jurídico, un conjunto de derechos de propiedad que disuada a los individuos de ocasionar externalidades negativas.

Debemos disipar el frecuente error según el cual nunca debemos permitir que una persona o una empresa imponga una externalidad a otras. A veces se dice

que jamás de be permitirse a una empresa contaminar el aire y el agua. Según la mayoría de los economistas, esas posturas absolutistas no tienen sentido. La contaminación tiene, de hecho, un coste social, pero éste no es infinito, sino finito. La gente estaría dispuesta a aceptar como compensación una cierta cantidad de dinero por tener que vivir en una comunidad en la que el aire y el agua estuvieran más sucios. Por lo tanto, es preciso comparar los costes y los beneficios del control de la contaminación. El problema del mercado no es que genere

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