Bipolaridad Tipo III
Enviado por Joxar • 18 de Junio de 2013 • 2.598 Palabras (11 Páginas) • 479 Visitas
Bipolaridad tipo III en niños: Una situación no diagnosticada
Juan Carlos Martínez A. Claudia González L. Cristián Sotomayor F.
RESUMEN
Introducción: Los antidepresivos se han asociado a viraje desde depresión a hipomanía o manía.
Objetivo: Dar a conocer el viraje farmacológico y su implicancia en el diagnóstico de la bipolaridad tipo III.
Metodología: Se revisa la literatura, presentando una actualización sobre la manía e hipomanía farmacógena y sus implicancias para la clínica.
Resultados: El viraje por antidepresivos es mayor en depresión bipolar, con el uso de tricíclicos y depende directamente del tiempo de la terapia antidepresiva.
Conclusión: Los unipolares que viran con antidepresivos serían más bien bipolares que no han desarrollado aún la otra fase de modo espontáneo. El viraje farmacológico es el mejor predictor para el desarrollo de enfermedad bipolar con una especificidad del 100%, por lo que se les denomina “pseudounipolares”, englobándolos dentro del espectro bipolar como “bipolares tipo III”.
(Palabras clave: antidepresivos, viraje farmacológico, bipolaridad tipo III).
INTRODUCCIÓN
Los estudios epidemiológicos han demostrado que los desórdenes psiquiátricos están presentes en un tercio de los niños británicos1; sin embargo, y a pesar de esta alta prevalencia, es extremadamente raro que los médicos pediatras reciban algún tipo de entrenamiento en éste tipo de trastornos2, pese a lo cual en no raras ocasiones, recurren al uso de psicotrópicos. Sin ir más lejos, Jensen y cols, revelaron que el año 1995, 300 000 niños que visitaron a su médico de cabecera, recibieron la prescripción de un antidepresivo inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina (ISRS)2. Así mismo, 58% de los pediatras reconoce haber indicado a lo menos una vez en el año un ISRS para el manejo de la depresión3 y 9% reconoce que haber usado recurrentemente dichos fármacos para manejar a sus pacientes depresivos4.
Dentro de los antidepresivos, en los niños y adolescentes, los más usados son los antidepresivos tricíclicos como la imipramina, por su efectividad en la enuresis nocturna, en el déficit atencional con hiperactividad y en la depresión, aunque su utilidad en éste último trastorno ha sido cuestionada1,5-8; le siguen en orden de frecuencia de uso, la amitriptilina, la desipramina y la nortriptilina6,8. Otro grupo de antidepresivos, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), también han sido utilizados en la edad infanto-juvenil, destacando entre estos, la fluoxetina, la sertralina, la paroxetina, el citalopram y la fluvoxamina6-8.
Dentro de los efectos secundarios de los antidepresivos tricíclicos destacan sequedad bucal, visión borrosa, constipación, náusea, hipotensión ortostática, mareo, sedación o insomnio, pérdida o ganancia de peso, y taquiarritmias que pueden ser graves e incluso mortales7,8. Por su parte, los ISRS producirían cefalea, náusea, mareo, insomnio, anorexia, intranquilidad, adormecimiento y temblor; todos los cuales son transitorios y no requieren de la suspensión del tratamiento7.
En los textos de psicofarmacología, se tiende a excluir dentro de los síntomas adversos, el viraje farmacológico de eutimia o depresión a hipomanía o manía franca, secundario al uso del antidepresivo. Esto pese a la gran importancia que cobra reconocer un hecho como éste, tanto para el tratamiento como para el pronóstico del paciente.
OBJETIVO
El propósito de este trabajo es dar a conocer la existencia del viraje farmacológico y su adecuada interpretación, como consecuencia del uso de antidepresivos, desde el ánimo normal o depresivo, a la hipomanía o manía.
METODOLOGÍA
Con esta finalidad se efectuó una búsqueda bibliográfica en MEDLINE y se seleccionaron y analizaron las 32 publicaciones que, a juicio de los autores, aportaban la información más relevante sobre epidemiología y características de la enfermedad bipolar en niños; viraje farmacológico en relación al tipo de depresión, tipo de antidepresivo y duración de la terapia. Para esto utilizamos palabras claves como antidepresivos, viraje farmacológico, bipolaridad tipo III y manía.
RESULTADOS
Epidemiología y características de la enfermedad bipolar en la infancia
La prevalencia de la enfermedad bipolar fluctúa entre el 0,4–2%, con tasas similares para la adolescencia y la adultez9-12. Clásicamente esta patología de divide en bipolaridad tipo I (fases maniacas y fases depresivas) y en bipolaridad tipo II (fases hipomaniacas y fases depresivas)13.
Según el DSM–IV, la hipomanía se caracteriza por un período diferenciado durante el cual el estado de ánimo es persistentemente elevado, expansivo o irritable durante al menos 4 días y es claramente diferente del estado de ánimo habitual. Durante el período de alteración del estado de ánimo, han persistido síntomas como: autoestima exagerada, disminución de la necesidad de dormir, más hablador de lo habitual o verborreico, fuga de ideas o experiencia subjetiva de que el pensamiento está acelerado, distraibilidad, aumento de la actividad intencionada o agitación psicomotora, implicación excesiva en actividades placenteras que tienen un alto riesgo potencial para producir consecuencias graves, siendo estos cambios observables por los demás13.
La hipomanía se diferencia de la manía en que la primera no es tan grave como para provocar un deterioro importante social o laboral ni para requerir hospitalización13.
Reichart y Nolen9, entrevistaron a 325 psiquiatras de niños y adolescentes y se les preguntó cuantos niños bipolares menores de 13 años diagnosticaron durante el último año, detectándose una prevalencia de 0,001%, cifra muy inferior al 0,1% sugerido para el grupo etario entre 9 y 13 años. La primera explicación para este pobre reconocimiento está en lo complejo que resulta éste diagnóstico inclusive para los especialistas, ya que los niños, por lo general, no presentan los síntomas maníacos del adolescente y adulto. En estos, la manía se caracteriza más bien por hiperactividad, irritabilidad, “pataletas”, temperamento difícil y labilidad anímica, entre otros9. Por dicha sintomatología, resulta difícil poder distinguirla de un trastorno conductual y especialmente de un déficit atencional con hiperactividad (DAH); de hecho, en los Estados Unidos, el 91% de los niños bipolares cumplen todos los criterios para un DAH9, lo que viene a confirmar lo fácil que resulta la confusión. Por otra parte, es muy probable que se planteen los diagnósticos de trastorno depresivo con déficit atencional e hiperactividad (como comorbilidad),
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