Emociones Autoconscientes
Enviado por cinthyana • 23 de Febrero de 2013 • 1.329 Palabras (6 Páginas) • 428 Visitas
Las emociones autoconscientes: culpa, vergüenza y orgullo
Las emociones son estados anímicos que manifiestan una gran actividad orgánica, que se refleja a veces como un torbellino de comportamientos externos e internos, y otras con estados anímicos permanentes.
Se puede decir, que las emociones no son entidades psicológicas simples, sino una combinación compleja de aspectos fisiológicos, sociales, y psicológicos dentro de una misma situación polifacética, como respuesta orgánica a la consecución de un objetivo, de una necesidad o de una motivación
Las emociones como los motivos pueden generar una cadena compleja de conducta que va más allá de la simple aproximación o evitación.
Seguidamente en los últimos tiempos, los psicólogos tienden a agrupar la culpa, la vergüenza y el orgullo bajo la denominación de emociones autoconscientes. La razón de ello es que en estas tres emociones subyace, como rasgo fundamental, algún tipo de evaluación relativa al propio yo. Estas emociones surgen cuando se produce una valoración positiva o negativa del individuo en relación con una serie de criterios acerca de lo que constituye una actuación adecuada en diversos ámbitos.
Lo que interesa destacar es que son reacciones emocionales que tienen como antecedente algún tipo de juicio –positivo o negativo- de la persona sobre sus propias acciones. Teniendo esto en cuenta, es fácil entender la enorme importancia que estas emociones van a tener en el control y la dirección de la propia conducta.
La culpa, la vergüenza y el orgullo, además de implicar todas ellas algún tipo de valoración relativa al propio yo como elemento antecedente y esencial, comparten otros rasgos importantes.
Así mismo existen diversos rasgos generales de las emociones autoconscientes, señalando q estas son secundarias y derivadas, por lo tanto la mayoría de los autores consideran que dichas emociones parecen surgir como resultado de diversas transformaciones de otras más básicas. Asimismo, se consideran emociones complejas, porque requieren el desarrollo previo de ciertas habilidades cognitivas. En concreto, para que aparezcan se ha de dar como condición necesaria el desarrollo de una cierta noción del yo como separado de los demás, de una cierta autoconciencia. Posteriormente en diversos estudios se ha constatado que ya para los 2-3 años los niños presentan muchas manifestaciones prototípicas del orgullo, la vergüenza y la culpa. Ello parece cuestionar los planteamientos de quienes sostienen que estas emociones requieren el desarrollo previo de habilidades cognitivas muy sofisticadas.
Estas emociones también se consideran sociales y morales, ya que tienen importantes aspectos interpersonales. En primer lugar, dichos aspectos se hallan presentes en su desarrollo. El desarrollo en el niño ciertos criterios acerca de lo correcto y lo incorrecto, lo deseable y lo rechazable en la forma de comportarse, es básicamente fruto de la interiorización de los valores y las normas de su cultura. En segundo lugar, son también sociales, por cuanto a que la mayoría de las veces surgen en contextos interpersonales y por último, estas emociones conllevan tendencias de acción con importantes implicaciones interpersonales. Estas conductas, cuando se llevan a cabo, cumplen un papel fundamental en la reparación de las relaciones interpersonales que han podido resultar dañadas como consecuencia de las acciones u omisiones de la persona.
Entonces podemos decir que junto con la empatía, estas emociones juegan un papel fundamental como elementos motivadores y controladores de la conducta moral.
Podemos describir estas emociones como:
Culpa: es una de las emociones más destructivas, y la mayoría de las personas la experimentamos en mayor o menor grado, tanto si es por algo que hemos hecho como por algo que no hemos sido capaces de hacer. No es un sentimiento agradable, por eso, cuando alguien nos pide algo que no queremos hacer, dudamos antes de negarnos por que tememos volver a experimentar ese terrible sentimiento.
Señalar que la predisposición a sentirnos culpables quizas puede haberse originado en la infancia, especialmente si teníamos el tipo de padres o profesores que
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