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Estres Control


Enviado por   •  20 de Febrero de 2014  •  10.187 Palabras (41 Páginas)  •  259 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Los clínicos utilizamos un libro denominado “DSM” (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) para hacer diagnósticos de salud mental. El Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) es uno de los muchos diagnósticos que aparecen recogidos en el DSM-IV-TR (la última versión de dicho manual). Este manual proporciona un formato que pretende organizar y comunicar información clínica, captar la complejidad de las situaciones clínicas y describir la heterogeneidad de los individuos que presentan un mismo diagnóstico, dividiendo esta información, en 5 apartados a los que denomina “ejes”. El Trastorno Límite de la Personalidad, está ubicado en el eje II del citado manual, bajo la categoría de “Trastornos de la Personalidad”.

Un Trastorno de la Personalidad es un patrón permanente e inflexible de experiencia interna y de comportamiento que se aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto, tiene su inicio en la adolescencia o principio de la edad adulta, es estable a lo largo del tiempo y comporta malestar o perjuicios para el sujeto (American Psychiatric Association, 1996, DSM-IV)

En el DSM-IV-TR se describen 10 Trastornos de la Personalidad, que, en función de una similitud de características, se dividen en 3 grupos (A, B y C). El grupo A incluye los trastornos paranoide, esquizoide y esquizotípico de la personalidad, que suelen parecer raros o excéntricos; El grupo B incluye los trastornos antisocial, límite, histriónico y narcisista de la personalidad que suelen ser percibidos como dramáticos, emotivos o inestables; El grupo C incluye los trastornos por evitación, por dependencia y obsesivo-compulsivo de la personalidad que suelen ser descritos como ansiosos o temerosos.

El Trastorno Límite está situado dentro del grupo B y es definido como un patrón general de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la auto-imagen y la afectividad, y una notable impulsividad que comienza al principio de la edad adulta (adolescencia) y se da en diversos contextos. El DSM-IV-TR, recoge una lista de 9 ítems a los que denomina “criterios diagnósticos” y en los que profundizaré en el apartado 3 de este artículo.

El objeto de este artículo es hacer una reflexión sobre el concepto / diagnóstico de Trastorno Límite desde una perspectiva clínica y exponer la interrelación entre los criterios diagnósticos recogidos en el DSM-IV-TR pues aunque el citado manual los recoge de manera independiente, en la práctica esta “independencia” es relativa. Es más, tratar estos criterios (que se traducen en dificultades) de manera independiente, puede ser uno de los aspectos que contribuyan a la confusión y que dificulten la comprensión de este trastorno.

BREVE HISTORIA

La calificación límite ha sido considerada un cajón de sastre durante muchos años y solía emplearse cuando un clínico no estaba seguro del diagnóstico del paciente. El término límite surgió en esta línea y se recurría a él, cuando no se tenía claro si el paciente sufría una neurosis (pacientes ligeramente enfermos) o una psicosis (pacientes muy enfermos). La idea de recurrir a este término partió de las dificultades observadas en un grupo de pacientes que no encajaban en ninguno de los dos polos de “enfermedad” y que parecían oscilar entre características de funcionamiento normal y características de funcionamiento patológico, situándose por tanto al límite de la normalidad y de la patología. En la actualidad la denominación límite se concibe como un nivel avanzado y potencialmente grave de funcionamiento desadaptativo de la personalidad. Significa un nivel habitual de comportamiento y un patrón duradero de funcionamiento alterado (Millon T, Davis R.D, 1998) que si bien se puede estabilizar durante un considerable período de tiempo, dando la apariencia de un funcionamiento adaptado, persiste en el tiempo causando limitaciones notables en la calidad de vida de las personas que lo padecen.

Aunque el término borderline data de mediados del siglo pasado, el trastorno límite de la personalidad no fue reconocido formalmente como un diagnóstico hasta 1980 (Cervera G., Haro G, Martínez-Raga J y otros, 2005). Desde su aparición como diagnóstico “oficial” en el DSM-III, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales en el año 1980, se han realizado múltiples investigaciones y se ha generado una gran controversia entre profesionales especialmente en torno al tratamiento y posible pronóstico (Mosquera, D., 2004).

El trastorno límite es el trastorno de personalidad más frecuente en poblaciones clínicas. Según G. Selva, F. Bellver y E. Carabal esto es debido a la alta comorbilidad de esta entidad con los trastornos afectivos, de ansiedad y de abuso de sustancias, y a la elevada tasa de intentos de suicidio, lo que en conjunto provoca una gran demanda asistencial por parte de estos pacientes (Cervera G., Haro G, Martínez-Raga J y otros, 2005).

Según los datos del DSM-IV-TR, este trastorno aparece en el 2% de la población. La mayoría de autores estima una prevalencia de entre el 1 y el 2%, otros consideran que estas cifras se quedan cortas y que en realidad la prevalencia estaría en torno al 4% de la población. El TLP es más frecuente en el sexo femenino, con una ratio entre 2:1 y 4:1, si bien esto podría ser debido a sesgos en la selección de la muestra y a que las mujeres buscan tratamiento con más frecuencia que los hombres (Cervera G., Haro G, Martínez-Raga J y otros, 2005). Otro sesgo puede ser debido a factores culturales (la expresión de emociones está “mejor vista” en las mujeres, por lo que los hombres tienden a disimular el sufrimiento y a manejarlo de maneras muy diferentes a las mujeres).

Así, mientras es habitual (y esperable) que las mujeres manifiesten sus emociones de manera intensa y que tiendan a la agresión autodirigida, es decir, a hacerse daño a ellas mismas (autoagresividad), los hombres tienden a reprimir la expresión de las emociones y tienden a la agresividad dirigida hacia fuera (heteroagresividad). Uno de los motivos “culturales” es que la expresión de emociones por parte de los hombres suele ser asociada a “debilidad”. Estos comentarios están basados en la experiencia clínica y pretenden invitar a la reflexión, aunque hay muchas excepciones y por lo tanto, no se puede generalizar.

El TLP es un síndrome complejo y heterogéneo que nace de la necesidad de categorizar un grupo de pacientes con inestabilidad emocional y trastorno en el control de impulsos, que no encajan dentro de los síndromes tradicionales (Cervera G., Haro G, Martínez-Raga J y otros, 2005). Se trata de un diagnóstico que por sí mismo, no explica nada, pues la realidad es que una persona puede llegar a esta etiqueta de maneras muy diversas. Es

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