Etapas Del Duelo
Enviado por juan_mldd • 21 de Abril de 2013 • 3.379 Palabras (14 Páginas) • 492 Visitas
FASES DEL DUELO
"Aprende a medir que avanzas, aprende de instante en instante. Permanece despierto" Krishnamurti
Ante la pérdida de un ser querido, las reacciones que se presentan son normales y predecibles. La recuperación transcurre por etapas que son muy parecidas al proceso de una herida que evoluciona hasta la cicatriz. Son comunes a todos aquellos que se encuentran en estado de duelo. Pueden presentarse en forma simultánea, solo algunas de ellas por una vez, el predominio de una sobre otras y la persistencia de algunas por un tiempo más prolongado que pueden continuar en la siguiente fase del duelo.
Aunque ha sido y es muy criticado desde el punto de vista científico, el modelo en fases ayuda a entender el duelo como un "proceso" y no como un hecho. Es oportuno conocer, por anticipado, aquello que puede o no pasar a lo largo de ese camino o viaje en que se constituye el duelo, lo que permitirá a las personas estar preparadas para los malos momentos que pueden o no presentarse.
Además, estos ciclos no son como escalones, en los que se da "un paso a paso"; en su lugar, son más bien horizontales y alguien puede estar en la primera fase, y con un pie entre la primera y la segunda, y retroceder, es decir, da un paso adelante y luego otro atrás (sensación bastante frecuente que hace parte de la dinámica del duelo).
Las fases o etapas son:
1. AFLICCIÓN AGUDA
Se inicia en el momento del fallecimiento y tiene prácticamente todos los elementos de un estado de shock emocional. Sin ser rígidos en la duración de este período, pues cada persona lo hará según su propio tiempo y estilo, su duración aproximada es de uno a tres meses. Sus características más sobresalientes son:
Incredulidad Se trata de una de las primeras respuestas a la pérdida: la persona no cree lo que le está pasando, es una pesadilla; su familiar está trabajando, de vacaciones, en el hospital; esto no puede pasarle a él, es un error. Debido a que no es obligado ni preciso aceptar "de una vez" tan dolorosa realidad, la persona se moverá entre períodos de aceptación y de negación, según ella considere oportuno o necesario para su nivel de angustia.
Anulación psíquica Fenómeno temporal en donde la capacidad de comprensión se ve alterada y la persona, para su interacción con el medio, está sujeta a los estímulos que le aportan sus sentidos (en términos coloquiales "se cierra el entendedero"); de esta forma, la memoria sensorial (particularmente la visual y auditiva) no sólo está bien conservada sino muy activa, y acompañada de una hipersensibilidad a la comunicación no verbal (la que viene de los gestos, postura, tono de la voz, etc.).
Confusión e inquietud El impacto de la pérdida deja al deudo aturdido y confundido, con sensación de entumecimiento y desorientación: con frecuencia no sabe que hacer, dónde acudir, a quién consultar o dónde estar. Puede moverse de un lado a otro sin sentido, mostrarse inquieto, utilizando el movimiento como estrategia para descargar ansiedad y angustia.
Oleadas de angustia aguda Se trata de pequeñas crisis de gran angustia que se presentan varias veces al día, duran unos minutos y suelen ser disparadas por recuerdos del difunto: agitación, llanto, actividades sin objeto, sensación de ahogo y de vacío en el abdomen, opresión en el pecho, debilidad muscular, sofocos y preocupación con la imagen del fallecido. Pueden llegar a ser tan dramáticas que la persona tenga sensación de muerte y se vea en la necesidad de buscar asistencia médica. Este fenómeno ayuda a entender el porqué una persona en duelo puede mostrarse en ocasiones aparentemente "serena" y al momento "angustiada", y variar así a lo largo de los primeros días o, más adelante, que una de estas oleadas se presente coincidiendo con una fecha significativa (p.ej., aniversario, cumpleaños, día del padre); al tratarse de una respuesta de los primeros días, su presencia posterior puede sorprender al deudo y a aquellos que le rodean, dándoles la falsa sensación de que se trata de un "retroceso" en su proceso de duelo.
Pensamientos obsesivos Repetición mental constante, a modo de imagen fotográfica, de los eventos que condujeron a la pérdida (p.ej., sus últimas palabras, la forma en que murió, expresión de la cara, heridas sufridas). Al tratarse de un estímulo negativo (doloroso, angustiante), una estrategia que ha mostrado ser útil a los deudos es la de oponerle otro estímulo pero de tonalidad contraria, es decir, muy positivo (una de aquellas imágenes o fotografías que suscitan una sonrisa sólo al verlas) y que la persona debe llevar con ella para cuando se presente uno de estos pensamientos obsesivos. Cuando el cuerpo del fallecido no es visto, estos pensamientos son sustituidos por "fantasías obsesivas", las cuales pueden ser muy angustiantes.
Síntomas físicos Aunque no son de obligada presencia, si que pueden presentarse uno o más de ellos al mismo tiempo. Se relacionan con la activación de los ejes neural y neuroendocrino. Entre ellos están: sequedad de boca y mucosas, respiración suspirante, debilidad muscular, llanto, temblor incontrolable, perplejidad, trastornos del sueño y del apetito, manos frías y sudorosas, náuseas, aumento de la frecuencia urinaria, diarrea, bostezos, palpitaciones y mareos.
Otras reacciones Pensamientos negativos sobre el futuro, desesperanza, revisión negativista o pesimista de la vida, fantasías de suicidio, sensación subjetiva de tensión y/o de haber sido sobrepasado por las circunstancias, respuestas explosivas como pérdida de control, dificultades de concentración, incapacidad transitoria para el mantenimiento de las actividades de la vida diaria, imposibilidad para descansar y disforia.
2. CONCIENCIA DE LA PÉRDIDA
A medida que los síntomas y reacciones iniciales pierden su intensidad, y la persona acepta intelectualmente la nueva situación, comienza esta segunda fase del duelo. Cuando el funeral termina, y los amigos y conocidos reanudan sus vidas normales, el verdadero significado de la pérdida golpea con fuerza al superviviente. Es pues un período caracterizado por una notable desorganización emocional, con la constante sensación de estar al borde de una crisis nerviosa y enloquecer. Aunque disminuye el nivel de angustia inicial, el dolor comienza a sentirse con mayor intensidad; en una palabra, la persona se siente peor. Sus características más importantes son:
Ansiedad de separación Nerviosismo, protesta y malestar por la separación, sensación de desasosiego, de inquietud interior por no ver al ser querido, y que la persona suele expresar con un angustiante ruego a Dios: "déjame
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