Inteligencia Emocional y Amigdala Cerebral
Enviado por Sebastian Lepe • 24 de Junio de 2020 • Ensayo • 2.413 Palabras (10 Páginas) • 99 Visitas
INDICE
INTRODUCCION…………………………………………………………………………………………………… Pag 2
¿QUÉ SON LAS EMOCIONES?....................................................................................Pag 3 – 4
LAS EMOCIONES EN NUESTRO CEREBRO………………………………………………………………Pag 5 – 6
EMOCIONES Y RACIONALIDAD……………………………………………………………………………Pag 7
¿QUÉ ES Y QUE NOS BRINDARIA LA INTELIGENCIA EMOCIONAL…………………………Pag 8 – 9
CONCLUSION……………………………………………………………………………………………………Pag 10
INTRODUCCIÓN
La emocionalidad es un proceso psicológico de importancia vital, latente en la motivación de comportamiento del ser humano. La inteligencia emocional nos permite regular y expresar emociones, con el fin de promover el crecimiento emocional e intelectual. Las emociones constituyen una de las facetas más fascinantes, y a la vez más desconcertantes del ser humano. Comprender que son, como funcionan, y de qué manera influyen en todo lo que hacemos, es el primer paso para aprender a gestionarlas.
El estudio de las emociones humanas no es algo reciente. Podemos considerar que tiene sus orígenes en el pensamiento filosófico de la antigua Grecia, como ejemplo de ello podríamos citar el mito del carro alado de Platón. Tras los siglos las emociones han sido foco de estudio de diferentes ramas de las ciencias, un hito importante en este campo lo marca Daniel Goleman en 1995, cuando acuña el término inteligencia emocional. Para poder comprender como funciona, primero debemos comprender, que son las emociones, como funcionan en nuestro cerebro, el cómo afectan nuestra racionalidad y finalmente ¿Qué es y que beneficio que nos brindaría la inteligencia emocional?
Palabras clave: emociones, inteligencia emocional, amígdala cerebral, sistema límbico.
¿Qué son las emociones?
Existen tantas definiciones como autores, que dependen de los modelos o paradigmas que estos sustentan. De este modo las teorías conductistas de Whatson y Skinner, expuestas en la obra Inteligencia emocional. Aplicaciones educativas (2000), definen la emoción como: “una predisposición a actuar de una determinada manera, haciendo hincapié en la acción que el sujeto lleva a cabo a posteriori” (Valles Arandiga & Valles Tortosa, 2000), mientras que otros autores se centran más en los componentes psicofisiológicos y definen el término como: “una respuesta somática, caracterizada por alteraciones en la temperatura de la piel, cambios en la distribución de la sangre, alteración del ritmo cardiaco, modificación de la respiración, respuesta pupilar lenta, secreción salivar anormal, movilidad gastrointestinal, tensión muscular y sudor helado” (Cristobal, 1996).
Para definir las llamadas “emociones básicas” las explicaciones se centran en el peso específico que poseen las estructuras cerebrales. Las emociones básicas son estados discretos del organismo, determinados genéticamente y regulados por estructuras nerviosas subcorticales, que tienen un valor adaptativo para los individuos bajo determinadas circunstancias estimulares. Son consecuencia de la actividad de determinados circuitos neuronales del hipotálamo y del sistema límbico, desarrollados en las primeras etapas de la evolución del cerebro de los mamíferos para responder de una forma incondicionada ante estímulos de especial relevancia para la supervivencia de los individuos.
Goleman en 1995 aporta una nueva definición al término emoción: “se refiere a un sentimiento y a los pensamientos, los estados biológicos, los estados psicológicos y el tipo de tendencias a la acción que lo caracterizan” (Goleman D. , 1995).
Esta definición parte del concepto “sentimiento”, que de acuerdo con la Real Academia Española es un estado afectivo del ánimo producido por casusas que lo impresionan vivamente. Es a partir del sentimiento que se desarrollan los aspectos biológicos, psicológicos y conductuales, pero esta definición no nos aporta más información al respecto. Una definición bastante completa es la de Bisquerra, por su carácter integrador:
“las emociones son reacciones a las informaciones que recibimos en nuestras relaciones con el entorno. La intensidad está en función de las evaluaciones subjetivas que realizamos sobre cómo la información recibida va a afectar nuestro
bienestar. En estas evaluaciones subjetivas intervienen conocimientos previos, creencias, objetivos personales, percepción de ambiente provocativo, etc. Una emoción depende de lo que es importante para nosotros. Si la emoción es muy intensa puede producir disfunciones intelectuales o trastornos emocionales (fobia, estrés, depresión)” (Bisquerra, 2006).
Esta es la aproximación más certera que hemos podido recabar dentro de las investigaciones realizadas en relación con el concepto, ya que contempla aspectos como el entorno, la percepción individual de la realidad que tiene cada sujeto, el conocimiento previo y los intereses o aspiraciones, y como todos estos factores pueden afectar a la conducta humana en forma de trastornos o disfunciones.
Las emociones en nuestro cerebro
Se señala que las estructuras nerviosas relacionadas con los mecanismos emocionales hicieron su aparición sobre la faz de la tierra hace unos 250 millones de años, en la época de los últimos reptiles y de los primeros mamíferos. Sin Embargo, no fue hasta el siglo XIX pasado cuando los seres humanos comenzaron a fijar su atención sobre parte tan fundamental de su anatomía. Fue Broca quien dio el nombre de Lóbulo Límbico a la parte del encéfalo que rodea al tallo cerebral y que se haya bajo el manto de la neocorteza. Pasó bastante tiempo antes de que se relacionara este sistema con las emociones, de hecho, el primero se lo relacionó solo con el sistema olfativo. Actualmente se sabe que este sistema tiene que ver con gran cantidad de funciones humanas. No obstante, existe una estructura en el sistema límbico que tendría directa relación con las emociones: La Amígdala.
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