La Educación Media Superior
Enviado por Emmely77 • 3 de Julio de 2014 • 1.805 Palabras (8 Páginas) • 173 Visitas
Quienes estamos cerca de los alumnos de bachillerato, adolescentes en las puertas de la mayoría de edad, tenemos, ante todo, la obligación de conseguir y alentar en ellos un nivel adecuado de autoestima para completar de manera exitosa su proceso de crecimiento y autorrealización. Maslow, de acuerdo con su psicología transpersonal, señala en el adolescente con una adecuada autoestima, las siguientes características:
Se acepta a sí mismo como es; tiene una percepción clara y eficiente de la realidad; tiene mayor apertura a la experiencia; mayor integración, cohesión y unidad con sus pares; espontaneidad, expresividad y vitalidad; identidad lo más firme posible, aunada a la autonomía y unicidad; objetividad, independencia y proyección del yo; desarrollo de la creatividad; estructura democrática del carácter; gran capacidad amorosa; un código moral propio; tiende a centrarse, no sólo en sus problemas, sino en los ajenos; sus relaciones interpersonales comienzan a adquirir profundidad; expresa rígidamente sus sentimientos y opiniones; tiene sentido del humor sin ser agresivo ni hiriente; capacidad de fusión de lo concreto y lo abstracto.
Es necesario partir del listado de Maslow para, en primera instancia, comprender el comportamiento del estudiante de bachillerato, pero también y sobre todo, estimularlo a pesar de que ello conlleve muchas veces el enfrentamiento con el estudiante en el aula. Diferencia entre ilusion y alucinacion
Ilusión y alucinación son dos fenómenos que surgen como consecuencia de un error en la percepción. En la ilusión hay una percepción deformada de un objeto. Es decir, donde hay un objeto, se ve otro. En cambio, en la alucinación hay una percepción de un objeto sin la presencia de ese objeto.Ideas como la independencia, el carácter de la democracia, el código moral acendrado, pueden significar una afrenta para un docente que no ha precisado la noción de autoridad.
Además de comprender tales rasgos de carácter, el profesor tendrá la obligación de estimularlos a través de su trato cotidiano dentro de la escuela, conjuntamente con la forma de impartir su cátedra. Los conocimientos deberán ser instalados en el adolescente atendiendo a su cada vez mayor capacidad para fusionar, como dice Maslow, lo concreto con lo abstracto conforme a la creciente madurez. Pero también, dichos conocimientos tendrán que ir de la mano con el programa académico que haya sido estipulado.
Dentro del aula escolar existen dos protagonistas: el estudiante y el profesor. Este último es responsable de gran parte de la dinámica y desarrollo de las relaciones que se puedan dar dentro del aula y con fuerte injerencia en las que se dan de manera externa a ella. En el aula existen ciertas influencias entre cada integrante, es decir, alumno con alumno, alumno con maestro y el grupo con los demás integrantes y autoridades de la escuela. De acuerdo con Woolfolk en su obra Psicología Educativa, para mantener un buen ambiente escolar, es indispensable que el docente active la colaboración de los estudiantes, se mantenga al tanto de los avances en cuanto a tareas, actividades y conocimiento, maneje con autoridad –sin autoritarismo- los problemas de disciplina y las estrategias de solución.
Como ya se dijo arriba, la educación escolar coadyuva con el desarrollo personal. En el aula se origina el desarrollo personal, la formación de identidad y, por supuesto, el proyecto de vida. El ámbito escolar no sólo ofrece los conocimientos y la posible práctica para una futura inclusión en el mundo laboral, sino que abastece de experiencias creadoras de conductas que, de ser negativas, pueden convertirse en obstáculos no sólo para el adolescente, sino para el futuro adulto. Por lo anterior, el ambiente escolar debe ser el asiento de las condiciones favorables para que el individuo tenga un entorno integral confiable y seguro.
Toda sociedad y asociación está regida por normas y reglas que sistematizan la interacción social y aseguran el buen funcionamiento de la misma. Los jóvenes en esta etapa tienden a desafiar tales normas y a veces considerar actos que transgredan la norma como parte de su forma de ser y un rasgo que los caracterice. Es por ello que la violencia, las adicciones y la consecuente falta de autoestima, ni qué decir del bajo aprovechamiento y la deserción escolar, son los más grandes inconvenientes a los que, tanto docentes como padres de familia y la sociedad entera, nos llegamos a enfrentar. Es indispensable para el profesor saber detectar algunas llamadas de alerta para poder llevar a cabo estrategias que permitan la adaptación del alumno de acuerdo con las normas establecidas.
Al estudiante de bachillerato, de acuerdo con su edad, le atrae estar en contacto y comunicación con el mundo exterior; tener la conciencia de pertenencia a un grupo de iguales y con ello fortalecer y reafirmar su personalidad en camino a formar parte del mundo adulto. El docente puede, ya no padecer ni temer esta característica en sus alumnos, sino aprovecharla como una forma de educar la personalidad de éstos y, además, como el estímulo para informarlos y formarlos en el aspecto académico que será el asiento para su inserción sana y productiva en el trabajo.
Uno de los grandes asuntos a los que nos enfrentamos en este tiempo de hiperinformación que paradójicamente nos lleva a la desinformación y a la incomunicación, es el hecho de que la propia tecnología está llevando a la humanidad, ni qué decir a los adolescentes en primer término, a un alejamiento paulatino de sus intereses individuales y a la vez genéricos, para después convertirlos en los peores enemigos de la academia y el conocimiento por el solo placer de poseerlo. Los colegios se han convertido en el peor enemigo del estudiante, y esto nos toca, a quienes estamos en el ambiente de la impartición
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