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La Monotonia Cotidiana


Enviado por   •  20 de Noviembre de 2013  •  2.980 Palabras (12 Páginas)  •  307 Visitas

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LA MONOTONIA COTIDIANA

La asistencia de los niños a la escuela es una experiencia tan común en nuestra sociedad, que nos quedamos mirando como se van, raras veces nos detenemos a pensar que será de ellos cuando lleguen a clases.

Ciertamente a los padres les interesa saber qué tal va su hijo en la escuela y cuando vuelve a casa le preguntan qué ha pasado o, en términos generales, qué tal le ha ido. También los profesores se interesan por un aspecto muy limitado de la experiencia escolar del niño. Los profesores, como los padres, raras veces se detienen a considerar la importancia de miles de episodios insignificantes que, unidos, constituyen la rutina de la clase.

El niño es, asimismo, poco selectivo, aunque alguien se tomase la molestia de preguntarle todos los detalles de su jornada escolar, probablemente sería incapaz de enumerarle todo lo que ha hecho a lo largo del día, solo dice los acontecimientos más significativos (me han dado un 10 en lectura, hoy entro un niño nuevo etc., ). Este interés por los acontecimientos más destacados, de la vida escolar es comprensible desde el punto de vista de la atención humana. No obstante, en lo que a la configuración y al sentido de nuestra vida se refiere, estos acontecimientos que casi siempre silenciamos pueden tener tanta importancia como los que suelen llamar la atención de nuestro interlocutor.

La rutina cotidiana, la monotonía, y el molesto ¨lo de siempre¨ pueden colorearse de vez en cuando con acontecimientos que iluminan una vida que de otro modo sería oscura, pero esta monotonía de nuestra vida cotidiana encierra una potencia demoledora propia.

La escuela es un lugar en que se aprueba o se suspende, se aprenden cosas nuevas y se adquieren nuevas capacidades. Pero también un sitio donde los alumnos se sientan, escucha, esperan, levantan la mano, también bostezan, pintan sobre la tapa de los pupitres, hacen colectas. Para apreciar la importancia de estos acontecimientos triviales de la clase hay que tener en cuenta la frecuencia con que ocurren, en otras palabras, tenemos que reconocer que los niños pasan mucho tiempo en la escuela.

La cantidad de tiempo que los niños pasan en las escuelas pueden determinarse con bastante precisión, fuera de dormir y quizá jugar, no hay otra actividad que ocupe tanto el tiempo del niño como la asistencia a la escuela. Si quitamos el dormitorio (donde sus ojos permanecen cerrados la mayor parte del tiempo) en ninguna otra habitación pasa tanto tiempo el niño como en la clase. La asistencia a la iglesia nos ofrece otra base de comparación, para que un niño de 6 años pase tanto tiempo en la iglesia como en la escuela tendría que pasar en ella los domingos enteros durante 24 años.

La clase como el reciento de la iglesia, raras veces se confunde o se ve como algo distinto de lo que en realidad es. Aunque entrara en ellas a media noche, o en un ahora en que no haya actividad esa persona no tendría dificultad para imaginar qué es lo q suele pasar allí. Aunque este vacía, una iglesia es una iglesia y una clase es una clase. Por otro lado, el hecho de que los alumnos pasen los seis años de los estudios primarios en una clase con suelo de madera, o frente a un encerado negro o verde no es tan importante como el hecho de que el entorno ene que se desenvuelve esos 6 ó 7 años sea muy estable.

Los profesores de la escuela elemental pierden, a veces, demasiado tiempo discutiendo sobre la decoración más adecuada para la clase. Pero estas modificaciones no son más qué adaptaciones superficiales. Puede cambiarse el tablón de anuncios, pero nunca se puede prescindir de él, puede cambiarse el orden de las sillas, pero siempre tendrá que haber un número determinado de ellas. Incluso los olores de la clase son bastantes uniformes y parecidos, a este olor se añade un nuevo componente: en cada clase se nota ese olor amargo que produce el polvillo de la tiza.

También en ese entorno de cosas y olores se convierte en algo tan familiar para profesores y alumnos. La clase no es sólo un entorno físico relativamente estable, los niños se sientan en los mismos pupitres y el profesor está casi siempre junto al mismo encerado. Esto facilita al profesor o al alumno captar a los asistentes de un solo golpe de vista y así capta quien asiste y quien no a clase.

En resumen, las clases son lugares especiales. Lo que en ellas sucede y el modo en que sucede contribuye a diferenciar este entorno de los demás. Las clases se parecen, en muchos aspectos, al hogar, a la iglesia y a las salas de un hospital, pero no en todos. Lo que distingue a la clase de otros entornos no es solamente el rasgo distintivo de la enseñanza y el aprendizaje, aunque sean estos rasgos los que destacamos siempre que nos proponemos describir la vida escolar.

Hay otros rasgos, menos obvios pero igualmente presentes, que contribuyen a describir la vida a la que los alumnos tienen que adaptarse. Aprender a vivir en una clase implica, entre otras cosas, aprender a vivir en un grupo, la mayor parte de las cosas que se hacen en la escuela se hacen en colaboración con otros, al menos en presencia de otros y este hecho tienen una influencia determinante en la vida del alumno. Finalmente, en la escuela se establece claramente una división entre débiles y fuerte. Los profesores son más fuertes que los alumnos en el sentido de que tienen más responsabilidad en la configuración de los acontecimientos de la clase y esta diferencia de autoridad es otro condicionante de la vida escolar ante la cual tienen que reaccionar los alumnos.

Con frecuencia los alumnos se encuentran fuera del medio escolar, entre un grupo numeroso de gente, son objeto de crítica o alabanza, pero este tipo de experiencias se dan con una frecuencia especial en el medio escolar y es precisamente en este medio donde se desarrollan los mecanismos de adaptación.

Todo el que se dedica a la enseñanza sabe que la clase implica mucho trabajo, aunque un observador ocasional pueda pensar lo contrario.

El profesor desempeña, además, otra función que ocupa parte de su tiempo. La función de sargento de intendencia. El espacio de la clase y el material escolar son limitados y el profesor tiene que ordenar inteligentemente estos recursos. Otra responsabilidad del profesor, que dirige nuestra atención a otro aspecto importante de la vida de la clase, es la de distribuir el tiempo. El profesor es el que se ocupa de que todo comience y termine a su debido tiempo, más o menos.

Si se permitieran a los alumnos estudiar un tema hasta que se cansaran de él, nuestro plan de estudios tendría que sufrir una modificación drástica. El problema de que si el profesor debería, o no, ser una mezcla de guardia de tráfico, juez, sargento de intendencia y cronómetro tiene poco interés para lo que estamos tratando,

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