La Psicologia Y Religion
Enviado por argy1390 • 5 de Noviembre de 2013 • 2.239 Palabras (9 Páginas) • 281 Visitas
La teoría del insigne psicoanalista Carl Gustav Jung siempre ha estado rodeada por un alo de misticismo, o por lo menos esa es la impresión, mas bien superficial que muchas personas se han formado con respecto a esta teoría, impresión fundamentada principalmente en el amplio conocimiento y uso que Jung le da a conceptos mitológicos, religiosos, metafísicos e incluso alquímicos para explicar los fenómenos psicológicos. Por esta razón era mas que verosímil que Jung escribiera un libro dedicado concretamente al análisis de una de las actividades mas exclusivas del genero humano, la religión. Conceptos como el inconciente colectivo, la autonomía del inconciente, los complejos, anima y animus, entre otros son ampliamente aplicados através de esta obra, además de que se exponen casos de análisis oníricos lo que aunado con lo previamente mencionado convierte a este libro en un ejemplo perfecto de la teoría jungiana
Según Jung todo tipo de psicología que se ocupe de la estructura psicológica de la personalidad humana, deberá por lo menos de tener en cuenta que la religión no sólo es un fenómeno sociológico o histórico, sino, también, un importante asunto personal para un gran número de individuos. La invocación, el encantamiento, el sacrificio, la meditación, las prácticas son rituales hechos por creencias religiosas. La Iglesia católica, administra los sacramentos con la finalidad de brindar los beneficios espirituales que confortan a los creyentes. Nadie puede obligar a la gracia divina a que se presente en el acto sacramental, ella se encuentra en él. la religión es una actitud especial del espíritu humano, actitud que -de acuerdo con el empleo originario del concepto "religión"- podemos calificar de consideración y observancia solícitas de ciertos factores como dioses , demonios, ideas, ideales que por experiencias los ha llevado a temerles o bien a amarlos o adorarlos. El psicólogo orientado científicamente ha de desatender la pretensión de todo credo a proclamarse verdad única y eterna. Dado que se ocupa de la vivencia religiosa primordial, debe centrar su atención en el
Aspecto humano del problema religioso, haciendo caso omiso de lo que con ella han hecho las confesiones. Un médico en enfermedades nerviosas y mentales no toma en punto de partida un credo cualquiera si no la psicología del hombre religioso.
Puesto que la neurosis esta con lo más íntimo de la vida del hombre siempre dará ciertas inhibiciones al paciente en el momento de que se le pida que describa en forma detallada los motivos por lo que lo hicieron enfermar. Y aun aunque confié en el medico este dudara en responder. El hombre es neurótico en médica que ha perdido la confianza en sí mismo. Se teme que la corriente concepción materialista de la psique no sea una ayuda para casos de neurosis. El fondo de la psique indica que es un producto secundario de los procesos orgánicos del cerebro. Todo trastorno psíquico debe de tener una causa orgánica o física. No sabemos si en la neurosis existe o no un efectivo trastorno de los procesos orgánicos cerebrales; y si se trata de trastornos de índole endocrina resulta imposible decidir si ellos son causa o efecto del trastorno. De otro lado, es incontrovertible que las neurosis reconocen causas anímicas. Es, por cierto, sobremanera difícil figurarse cómo mediante la sola confesión pueda un trastorno orgánico curarse en un momento. Es decir como una simple discusión o confesión puede curar, como el psicológico puede sanar ciertas enfermedades solo en cuestión de contarlas así mismo evitando cirugías. La psique se encuentra donde lo busques en un cierto entendimiento, no existe físicamente. Las imaginaciones existen y pueden ser tan reales y tan nocivas y peligrosas como los estados físicos. Los trastornos anímicos son harto más peligrosos que las epidemias o terremotos. Ni las epidemias de peste o de viruela medievales han matado a tantos hombres que sus pensamientos. Como un ejemplo de un paciente que sufre de una enfermedad imaginaria, que decirle que es algo imaginario lo mataría su alma. Este prejuicio es de fecha relativamente reciente. Hasta hace mucho, aun la gente sumamente civilizada creía en agentes anímicos capaces de influir sobre nuestro entendimiento y nuestro ánimo. Había magos y brujas, espíritus, demonios, ángeles y hasta dioses que podían provocar ciertos cambios psicológicos en el hombre. En tiempos anteriores el del cáncer imaginario hubiera creído que alguien lo hechizo o que estaba poseído y nuca se le hubiera ocurrido considerarse así mimos como el causante de cierta fantasía. Su propia idea del cáncer constituye una excrecencia espontanea originada en aquella parte de la psique no identifica a la conciencia y que aparece como una formación autónoma que interrumpe en la conciencia. La conciencia es nuestra existencia psíquica propia .estos casos explica hasta cierto punto, el miedo que los hombres tienen a adquirir conciencia de si mismos. En la mayoría de los hombres hay como una especia de temor a los peligros del alma, pero es comprensible que estos los vean como algo ridículo de aceptar, aunque deberíamos de entender que este es un miedo justificado. Los sueños en aquellos tiempos las tribus pensaban que eran mensajes de dioses o demonios, que les daban señales como el africano que sonó que lo quemaba al siguiente día hablo con sus familiares pidiéndoles que lo ataran y lo quemaran, que de esta manera se salvaría de sus enemigos. La iglesia admite que ciertos sueños proceden de Dios, pero esta se reúsa a entrar en detalles. El protestantismo ha perdido, en especial, todos los más finos matices del cristianismo tradicional: la misa, la confesión, la mayor parte de la liturgia y el significado del sacerdote como representante de Dios. Si el paciente es un católico practicante, aconséjele, sin excepción, que se confiese y comulgue para resguardarse contra una experiencia inmediata, acaso superior a sus fuerzas. Con los protestantes la tarea no es de ordinario tan fácil, porque dogma y rito sean decolorado y debilitado tanto que han perdido en alto grado su eficacia. Por lo común la confesión no existe, y los pastores comparten la general antipatía hacia los problemas psicológicos y, por desgracia, también la extendida ignorancia psicológica. El sacerdote católico que hace de consejero, por lo general exhibe mayor habilidad psicológica, y acaso, asimismo una más profunda comprensión. Por otra parte, los pastores protestantes han pasado
Por el entrenamiento científico de la Facultad de Teología. En un medico sería fácil adherir a la creencia científica. Roma locuta causa
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