Sicologia
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EXPERIMENTOS PSICOSOCIALES. Nº4: La cárcel de Stanford (Philip Zimbardo, 1971)
25 septiembre, 2012 | Autor Fundación iS+D
Este experimento trata sobre la adopción de los roles asignados a individuos y grupos y como aquéllos cambian la conducta y las expectativas de éstos. Fue realizado en 1971 por un equipo de investigadores encabezado por Philip Zimbardo de la Universidad de Stanford. Fue subvencionado por La Armada de los Estados Unidos, que buscaba una explicación a los conflictos en su sistema de prisiones y en el del Cuerpo de Marines.
Como en experimentos tratados anteriormente, se buscaron voluntarios para someterse a un experimento por unos 15$ diarios. Se presentaron 70 personas, entre los que se seleccionó a 24 después de comprobar sus antecedentes penales, su estado mental y físico y la ausencia de posibles problemas relacionados con el abuso de drogas. Nueve de ellos serían guardas y nueve reclusos, se eligieron de manera aleatoria los que formarían parte de un grupo y del otro. Otros seis participantes quedaron como posibles reemplazos si el experimento lo necesitaba en algún momento. Todos ellos eran estudiantes universitarios de clase media.
Se recreó una pequeña cárcel en los sótanos de la Universidad de Psicología de Stanford. Se creó una pequeña celda de aislamiento de 60×60 cm y con una altura en la que entrara una persona de pie. No había relojes ni ventanas, todo ello estaba pensado para que, tanto guardas como reclusos, se adentraran rápidamente en una atmósfera de cárcel real de una manera funcional.
Debían mantener el orden en la prisión con la única condición de que, en principio, no podían ejercer violencia física. Llevaban gafas de sol para evitar el contacto visual directo con los reclusos y porras prestadas por la policía. Hacían turno de 8 horas.
Iban vestidos sólo con una especie de “saco”, sin ropa interior, con una media en la cabeza simulando que estaba rapados, una cadena atada en el tobillo derecho y se sustituyó su nombre real por un número de identificación. Los reclusos podían esperar algún tipo de vejación, violación de su intimidad o de algunos de sus derechos civiles, pues así lo habían firmado en el contrato.
Un domingo por la mañana diferentes patrullas reales de la policía acudieron a los domicilios de los diferentes reclusos y los arrestaron bajo acusación de atraco a mano armada y robo, bajo la atenta mirada de los vecinos. Se les llevó a una comisaría real y se siguió un procedimiento formal (identificación, huellas, etc.) y se les recluyó en una celda provisional con los ojos vendados. Más tarde se les trasladó a la cárcel de Stanford donde se les desnudó y roció con un espray para “espulgarles”.
Se hacían varios recuentos al día con el fin de ejercer un control sobre los reclusos a la vez que se les daba poder a los guardas. Al principio ninguno de los dos papeles estaba fuertemente interiorizado, de hecho se podían apreciar bromas y buen ambiente. Así, el primer día transcurrió sin problemas pero el segundo, bajo sorpresa del personal investigador, hubo una rebelión. Los reclusos se quitaron las medias de la cabeza, los números e hicieron barricadas con las camas en las puertas de las celdas, mientras se burlaban de los guardas. Cuando llegaron los guardas de la mañana se enfadaron con los de la noche por no ser capaces de guardar el orden. Llamaron a los otros 3 guardas y entre los 9 consiguieron calmar los ánimos y restablecer el orden. Después de lo sucedido desnudaron a todos los reclusos y les quitaron las camas. En este punto empezaron las humillaciones, ya que se dieron cuenta de que 3 guardas no podían contra 9 reclusos, así que pasaron de los posibles castigos físicos a los psicológicos. Habilitaron, además, una “celda de privilegio”. En esta celda se metió a los3 menos alborotadores y se les dio buena comida, camas y se les permitió el aseo. Esto rompió la solidaridad entre los presos.
En este momento ya se había llegado a una situación real y se habían asumido los roles.
Un
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