Deus Caritas Est

Deus Caritas Est

El documento encíclico nos invita a corresponder al amor a dios. Un amor que Él nos ha concedido primero, con el que nos ha creado y don que tenemos desde el inicio de nuestra existencia. Es un don que permite, nos unge a buscar la unión con el Señor y con todos nuestros pares. Porque el valor del amor a Dios es de doble sentido y significado: amar a Dios es amar al prójimo y buscar su bien. El ágape es amor divino, aquel que es eterno y que anhela a Dios. El eros es el amor mundano, más terrenal. Los mandamientos son otra expresión de amor, de aquel recuerdo de amor con Dios. No se los piensa como una obligación, como una condición para pertenecer al reino de Dios sino como una entrega de amor voluntaria y abandono a Dios.

La Iglesia es la casa de Dios en el mundo y es imperativo que en la casa cristiana no deba haber alguien que sufra por necesidades. Es por eso que esta institución llama al hombre, al cristiano a unirse a la importantísima tarea de la Iglesia con la caridad. Ayudar al prójimo, dar de comer al hambriento, vestir al desnudo. Es una tarea importante ya que vivimos en un mundo con muchas carencias, necesidades e injusticias. Aun así esta ayuda, esta expresión del amor por el hombre debe ser realizada por “profesionales con formación en el corazón”; es decir personas que no sola tengan habilidad para resolver problemas de índole técnica y fisiológica de los seres humanos, sino que tengan una actitud, una cordialidad y voluntad especial que surge de la fe, de las ganas de abrir el corazón al Señor y al prójimo desinteresadamente sabiendo que se persigue el reflejo de Jesús en su entrega total. Acorde a esto es también vital en la acción de la caridad que haya una organización eficiente y efectiva de los esfuerzos. Así mismo es importante tener en cuenta que las acciones caritativas no deben hacerse en ningún contexto ideológico, partidario o político, es decir, debe hacerse sin buscar ningún fin más que el propio amor al hombre. El fin existe y es la fe, el amor divino y la expresión de la obra de Cristo en su salvación a nosotros. La caridad esta entre una de las tres tareas más importantes de la Iglesia. La Iglesia debe predicar la Palabra de Dios, de los sacramentos y hacer la caridad, esta que no es otra que la puesta en práctica del amor, de la gracia y el don entregado.

El mundo ha sido sacudido por muchos cambios ideológicos y socio-económicos como la vieja tensión entre el marxismo y el capitalismo, las actuales consecuencias de la vigente globalización que todavía crecen sostenidamente. Algunas consecuencias ventajas para la integración humana como el crecimiento y sofisticación de las comunicaciones que nos hace estar más cerca de alguna forma, pero que al mismo tiempo nos hace perder el valor y frecuencia de los contactos humanos habituales directos, “carnales”.

Los nuevos tiempos, la modernidad, trajo avances científicos, tecnológicos y nuevos paradigmas sociales modificados por las nuevas formas de comunicarse pero también potencio las necesidades humanas, agrando el desempleo y la gran brecha entre ricos y pobres. En este contexto se ha criticado el fin, la consigna de la caridad cuestionando que no se debería hacer caridad sino crear un orden más justo en la sociedad y en la distribución de los bienes para acabar con la pobreza. Esto último nos lleva a aclarar la posición de la iglesia a

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