EL EQUIPO SOÑADO POR DIOS

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EL EQUIPO SOÑADO POR DIOS

Autor: Tommy Tenney

ESTUDIANTE: Diana Carolina Regalado

NIVEL: Cuarto

EL EQUIPO SOÑADO POR DIOS

RESUMEN

Dios llama a su Iglesia a la unidad. Por amor al mundo quiere que seamos uno en él.

Dios sueña con una Iglesia en la cual la unidad sea la regla y no la excepción. Sueña con un tiempo cuando todos seamos uno solo, con él y con los demás hijos suyos. Somos los bloques de construcción de su sueño, y su Palabra es la mezcla que nos une. Piedra con piedra, "hilera tras hilera", "precepto tras precepto." El autor menciona: "piedra con piedra" y no "ladrillo con ladrillo." Su reino se construye con "piedras vivas", de diseño Divino, donde Jesús es la primera Piedra Angular.

El mayor obstáculo para poder cumplir con el sueño de Dios es la voluntad del ser humano, no es posible que realicemos su sueño y su voluntad hasta que nosotros rindamos nuestra voluntad a él. Él sólo hará lo que nosotros le permitamos, Dios se rehusa a violar la voluntad del hombre o la mujer.

Pero nuestro ego a veces supera nuestra lógica. Preferimos perder con voluntad inquebrantable a ganar estando en sumisión. La verdad es que si jugamos en el equipo de Dios, ganaremos. Si jugamos en el nuestro, no solo perderemos, sino que morirá parte del sueño de Dios.

La voluntad de Dios depende de la voluntad del hombre, por lo tanto o nuestra voluntad se quebranta, o el sueño de Dios se frustra.

La petición de Jesús fue Padre que sean uno, así como nosotros, esta oración fue su último testamento. Es importante que nos preguntemos, que es lo que soñamos, que es lo que Dios sueña y si nuestros sueños concuerdan con los de Dios.

Necesitamos con desesperación la ayuda de Dios. Necesitamos ser bautizados en el Espíritu de amor y sumergirnos en él, quien es el único que crea la verdadera unidad.

Así como Dios utiliza la unidad bíblica para atraer a la gente hacia sí mismo, el enemigo utiliza la desunión y la división para apartarla de Dios y de la Iglesia. La desunión ha hecho que más cristianos abandonen su compromiso con Cristo que cualquier otro factor relativo a la Iglesia.

La desunión y la división florecen en cualquier ambiente en donde la voluntad humana reine como autoridad suprema.

Necesitamos un espíritu de reconciliación que nos lleve a la unidad. Este espíritu debe vivir en nuestros corazones y en nuestros hogares. Entre amigos y compañeros de labores. Lo necesitamos en todas partes.

Debemos recordar que la verdadera unidad no se alcanza con esconder nuestras diferencias, sino al tratar de manejarlas en forma abierta con la misericordia de Cristo.

Dios sólo usa siervos para hacer nacer la unidad. Nuestra capacidad de promover la unidad estará directamente relacionada con nuestra capacidad de servir. La unidad no ocurre en forma espontánea. No es una sensación repentina del Espíritu. Es algo que se edifica, crece y trasciende.

Existen niveles de unidad que se encuentran basados unos en otros:

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