EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN
Enviado por Bettina Romero • 9 de Octubre de 2022 • Informe • 2.705 Palabras (11 Páginas) • 89 Visitas
Pquia Ntra Sra de Lourdes-La Gruta,Lanús O- 1er año Catequesis Familiar- 2022
EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN
“Cuando un entrenador manda salir al campo a un futbolista, le pone la mano en el hombro y le da sus últimas instrucciones.
Así se puede entender también la Confirmación. Entramos en el campo de la vida.
Se nos imponen las manos. Por el Espíritu Santo sabemos lo que debemos hacer.
Nos ha motivado profundamente. Su envío resuena en nuestros oídos. Sentimos su ayuda.
No queremos decepcionar la confianza que ha puesto en nosotros y vamos a ganar el partido para Él. Sólo tenemos que querer y escucharle”.
¿Qué quiere decir “confirmación”
Confirmación: una palabra que como tantas otras en nuestra lengua viene del latín. Según el diccionario de la Lengua Española (RAE), significa:
“Acción y efecto de confirmar.[pic 1]
f. Nueva prueba de la verdad y certeza de un suceso, dictamen u otra cosa […].
Parte del discurso, en que se aducen pruebas para demostrar la proposición.”
Sus sinónimos son: corroboración; ratificación; reafirmación; sanción (acto por el que el autorizado
correspondiente ratifica una ley); autenticación; revalidación; refuerzo, fortalecimiento.
El significado del sacramento de la Confirmación.
Veamos, más de cerca, qué pasa con la palabra Confirmación entendida como sacramento.
Nuestra tradición cristiana asume el sentido que acabamos de exponer. Pero la enriquece de tal manera que designa uno de los tres sacramentos de la iniciación (junto con el Bautismo y la Eucaristía).
Es el sacramento que lleva a la plenitud, fortalece, ratifica y completa lo que ha obrado en nosotros el Bautismo. El bautizado se robustece con el don del Espíritu Santo, arraiga con mayor profundidad en la realidad de la filiación divina, se une más íntimamente a la Iglesia y recibe una capacitación más intensa para ser testigo de Jesús Resucitado en el mundo. Es esta última dimensión del sacramento de la Confirmación lo que le da especificidad y lo distingue del Bautismo.
Bautismo y Confirmación: una relación de plenitud.
No debemos pensar que el primero de los sacramentos sea parcial en sus efectos o necesite una ulterior compleción. Sencillamente resulta que la vida es suficientemente rica, compleja y a menudo difícil y ello hace conveniente una atención más grande al aspecto dinámico de la filiación divina.
Cuando Jesús se despide de sus amigos, en el momento solemne de la Ascensión, les dice: “recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra” (Ac 1,8).
Palabras que ciertamente nos emocionan, porque es por su verdad que nosotros ahora estamos leyendo estas páginas y hemos venido hasta aquí para aprender a hacer lo que Jesús encomendaba a sus amigos: ¡hoy, nosotros!
Por la Confirmación recibimos la capacidad de “ir y hacer discípulos de todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 8,19), de “para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar (…)” (Mc 3,14b-15).
Es esta fuerza y este encargo lo que posibilita en nosotros el sacramento de la Confirmación.
PARA LA REFLEXIÓN… ¿Qué significa para ti ser testigo de Cristo en el mundo?
¿Cómo traduces el mandato de Jesús a sus discípulos en tu vida?
El Espíritu Santo en la tradición de la Iglesia Católica
Por eso, debido a esta dimensión vital y existencial, la tradición cristiana conecta íntimamente el sacramento de la Confirmación con el Espíritu Santo, que alguien ha llamado el Gran Desconocido en la vida de los cristianos. Y ello nos da la oportunidad de hablar de otro de los núcleos de nuestra fe cristiana: la Santísima Trinidad, una realidad aparentemente difícil de apreciar, pero de una riqueza inmensa cuando se convierte en experiencia, gracias precisamente a la Palabra y a los Sacramentos.
Veámoslo más de cerca…[pic 2]
El Espíritu Santo es una de las tres personas que forman lo que, con palabras más próximas a nosotros, llamamos la familia más íntima del Dios-Amor. Un solo Dios (el Amor sin límites) y tres personas que- aman y se aman (el Padre/ABBA; el Hijo; el Espíritu Santo). Como una cantata a tres voces: una sola canción; tres voces distintas. Podemos hablar de la canción y de cada una de las voces. Cada voz es cada voz y la canción, la canción. Cada voz es la canción. Y la canción se despliega en la armonía de las voces. Podemos decir qué es cada una de las voces. Así al menos lo perciben los músicos, más dotados que la mayoría de los mortales, para dejarse tomar por el misterio de la música. Así también lo perciben todas aquellas personas que se dejan introducir en el misterio del Dios Trinidad.
Si “Dios es amor” (1Jn 4,8) quiere decir que es don: entrega y receptividad del propio ser a los demás.
En primer lugar, en el seno de la Trinidad; después, en la creación y en las personas reunidas para
formar la Iglesia.
Si es Amor sin límites, es don sin límites ni medida ni recortes.
Por lo tanto, no puede permanecer prisionero de una relación bipolar, como la que se da entre el yo y el tú, como tantas veces nos suele pasar a nosotros, que amamos a la manera humana, limitada. El amor del Padre y del Hijo, porque es un amor divino: radical, absoluto, total, inmenso, se abre al Tercero, al Espíritu: al otro, que está ahí desde siempre y para siempre, con su persona, que se ofrece al amor del Padre y del Hijo para que su amor se expanda hasta la totalidad y el infinito, de manera, radical, eterna y absoluta.
De esta forma, el Amor muestra su plenitud, de la que todo amor es una pequeña chispa. Es lo
que la doctrina de la Iglesia Católica llama el misterio de la Trinidad. A nosotros nos resulta fácil entender el Padre y el Hijo: responden a esquemas habituales en nuestra experiencia. Todos sabemos qué es un padre y qué es un hijo; una madre y sus bebés. Y aunque los pueda haber malos, sabemos perfectamente qué es un buen padre / una buena madre y qué es un buen hijo / una buena hija: los que se aman. Y están dispuestos a dar la vida el uno por el otro. La historia humana está llena de ejemplos en este sentido.
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