Jesuscristo Sud
Enviado por PICACHOWANKA • 9 de Marzo de 2014 • 754 Palabras (4 Páginas) • 269 Visitas
Expiación de Jesucristo
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Debemos tener esperanza que por medio de la expiación de Cristo seremos resucitados a vida eterna.
¿Qué es la Expiación?
Tal y como se utiliza en las Escrituras, expiar consiste en padecer el castigo por los pecados, con lo cual se eliminan los efectos del pecado y el pecador arrepentido puede reconciliarse con Dios. Jesucristo fue la única persona capaz de llevar a cabo la Expiación por toda la humanidad. Gracias a Su Expiación, todas las personas resucitarán y quienes hayan obedecido Su Evangelio recibirán el don de la vida eterna con Dios.
Por ser descendientes de Adán y Eva, todas las personas heredan los efectos de la Caída. En nuestro estado caído, estamos sujetos a la oposición y a la tentación. Cuando cedemos a la tentación, nos distanciamos de Dios, y si perseveramos en el pecado, experimentamos la muerte espiritual, quedando separados de Su presencia. Todos estamos sujetos a la muerte temporal, que es la muerte del cuerpo físico (véase Alma 42:6–9; D. y C. 29:41–42).
La única manera de salvarnos es permitir que alguien nos rescate. Jesucristo siempre ha sido la única persona capaz de hacer un sacrificio de esa naturaleza.
Desde antes de la Creación de la tierra, el Salvador ha sido nuestra única esperanza de recibir “la paz en este mundo y la vida eterna en el mundo venidero” (D. y C. 59:23).
Él es el único que tenía el poder para dar Su vida y volverla a tomar. Heredó de María, Su madre terrenal, la capacidad de morir; y de Su Padre inmortal, el poder para vencer la muerte. Él declaró: “Como el Padre tiene vida en sí mismo, así también dio al Hijo el tener vida en sí mismo” (Juan 5:26).
El Salvador es el único que puede redimirnos de nuestros pecados; Dios el Padre le dio ese poder (véase Helamán 5:11). Él pudo recibirlo y llevar a cabo la Expiación porque se mantuvo libre del pecado: “Sufrió tentaciones pero no hizo caso de ellas” (D. y C. 20:22). Habiendo vivido una vida perfecta y sin pecado, estaba exento de las exigencias de la justicia. Como poseía el poder de la redención y no tenía ninguna deuda con la justicia, podía pagar la deuda por los que se arrepientan.
El sacrificio expiatorio de Jesús se realizó en el jardín de Getsemaní y en la cruz del Calvario. En Getsemaní, se sometió a la voluntad del Padre y comenzó a tomar sobre Sí los pecados de todas las personas. Él nos ha revelado algo de lo que experimentó al pagar el precio de nuestros pecados:
“Yo, Dios, he padecido estas cosas por todos, para que no padezcan, si se arrepienten;
“mas si no se arrepienten, tendrán que padecer así como yo;
“padecimiento que hizo que yo, Dios, el mayor de todos, temblara a causa del dolor y sangrara por cada poro y padeciera, tanto en el cuerpo como en el espíritu, y
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