PODEMOS NO SABER
Enviado por Gerardo Pinto • 24 de Noviembre de 2019 • Ensayo • 3.091 Palabras (13 Páginas) • 149 Visitas
PODEMOS NO SABER
Qué pasaría si las cosas que pensamos se hicieran realidad?, ¿qué pasaría si nuestros sueños se empezaran a cumplir? Me he dado cuenta de las realidades de la vida, de que el ser humano necesita un apoyo, una amistad, o por defecto, una persona que actúe como vicario para que lo lleve a conocer a Dios o algo parecido. Hoy quiero hablar, desde una postura no tan cristiana, sino un poco más racional (ser cristiano no es siempre ser un ser racional). Quiero dejar en claro que para ser cristiano hay que dejar de lado todo lo que sencillamente es racional, sentarse en una roca a la vera del camino, esperar respuestas de lo alto, dejarse fluir por las canciones y llorar para sacar todas las culpas para sentirse mejor y más bueno en la vida. No es mala idea ese contrato, me diría un psicopedagogo: se están enseñando a calmar sus pasiones; porque a fin de cuentas ser cristiano hoy en día se resume a estar en una iglesia y llevar la tilde de bueno en la vida, una Biblia Thompson de 25 kilos bajo el brazo y la corbata tropical amplia, con el saco a 30 grados de calor repitiendo las famosas frases... Aleluya, Gloria!
Te estuviste cuestionando si era bueno ir o no a la iglesia, si Dios te iba a castigar si faltabas un día, o que tus hijos no tendrían salud cuando nacieran.
Tú que lees estas líneas: tienes más cosas que entregarle al mundo de las que piensas, recuerda que la vida es una sola y no hay segundas oportunidades. En este momento estás construyendo a la persona que serás de por vida. Si tienes veinte años, son veinte años que no volverán y eso es trágico, si tienes cuarenta, son cuarenta hermosos años que nunca más volverán. Entonces, ¿no sería más sensato comenzar a hacer y deja de ser?
Nuestras clases de historia siempre fueron de ciencia ficción, con teorías extraordinarias, teorías que jamás nos enseñarán a pagar la cuota de fin de mes o a calmar nuestra ciega sed de amar. Ya se habrán dado cuenta que no todo está dicho, que nuestra imaginación es parte de todas nuestras teorías, que nuestro pasado, inclusive, lo construimos con imaginaciones para llenar esos vacíos mentales que existen, tratando de explicar cosas que deberíamos evitarlas o más bien aceptarlas, un abuso de un primo, de un tío, un golpe mal dado, las estúpidas risas que te hicieron sentir tan mal que pensaste en desaparecer. Pero el ser humano es por naturaleza un árbol de cuestiones. Vuelvo a repetir que estoy hablando desde el lado preguntón y no desde el lado cristiano.
Si encerráramos a cuatro personas en un cuarto, sus primeros días serían conocerse, hacerse preguntas, hablar de sus familias, los primeros días estrecharían lazos, más, pasando los días comenzarían a conspirar unos de otros y a hacer bandos, divisiones. Suena ilógico, son cuatro personas, pero es así: déjalos sin un líder y verás cómo se muerden. Por eso que la humanidad inventó la política y la religión: para poder tener un escape a los deseos humanos, aunque parezca incómodo para muchos cristianos, solo fíjense cuantos de sus amistades han hablado estupideces de ustedes, los que traicionaron sus intenciones, cuántos son los que vienen en el momento de la necesidad y cuantos te abrazan cuando hay prosperidad.
En las escuelas teológicas van a encontrar personas buscando sabiduría, sabiduría vacía. Desean llenarse de conocimientos. Son los que llegan con grandes esperanzas de amar y servir, pero terminan siendo parte de un establishment poco usual. Pudieron ver varias razones para pasar pruebas de historias y exámenes teológicos, más durante años van a saborear algunas disciplinas que los colocarán supuestamente más alto que otros seres humanos: ellos son escogidos para cierta tarea. La mayoría de la gente se cuestiona cosas respecto de su seguridad, estos muchachos estudiantes tienen los parches adecuados para que todos se aferren a la verdad. Ya nuestras iglesias no son las mismas, siempre influencia sobre las personas, como si de a poco se fuera arruinando el sentido de la libertad. Por eso vuelvo a decir que no hablo desde el lado cristiano sino más bien del lado pensante, veremos si logran entender, o si me explico bien yo (ya estamos razonando).
¿Qué pasaría si lo que pensamos, nuestros pensamientos más recónditos, se hicieran realidad? Puedo darles otro ejemplo: Los presidentes anhelan prosperidad para sus conciudadanos y, además, que las grandes empresas y personeros no dejen de apoyarlos. Para eso hay dinero de por medio, dinero de todos, y que va destinado a mantener el poder. Por el contrario, no podrán hacer que las personas estén mejor, pero si mantener el poder. Permítame reír un momento, ¿alguien pensó que el mundo se rige por el amor y por las buenas costumbres? Son solo lazos comerciales e influencia, tratar de estar por arriba de los demás, esos son los deseos de la mayoría de las personas: figurar, diplomas, aplausos, sueños escondidos, malos sueños.
Qué pasaría si nuestros sueños se hicieran realidad, visto que nuestros sueños tienen naturaleza humana, y psicológicamente un sueño es un deseo falto o no cumplido, tenemos la paga como humanidad respecto de nuestros sueños y deseos: NUESTRO MUNDO.
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Estuvieron a punto de matarlo con ese filoso cuchillo de cocina, no podía gritar más fuerte, solo resignarse un momento y llorar en silencio en la calle oscura.
Los encapuchados querían su celular y las zapatillas que él traía puestas. Lo intimidaron con golpes en la cara dejándole marcas eternas en las sienes y en los parpados, uno de ellos roto y sangrando mucho. Él sabía que era un asalto y que eran conocidos amigos de barrio, más no los podía identificar por los antifaces que llevaban en la cara, no hablaban, solo golpes y ese cuchillo que en unos segundos sería introducido en su estómago.
Lloraba en silencio, solo fueron dos minutos de atraque y golpeteos, pero en su mente le pasó la vida por delante. Comenzó a averiguar en su mente que cosas no había cumplido, que cosas dejó sin realizar, lloraba en silencio y mientras sentía el filo helado del cuchillo tratando de entrar en sus entrañas, se negaba a morir, no podía morir tan desgraciadamente en un callejón oscuro, la calle 33, pero no suplicó, ni siquiera trató de nuevo llorar, solo pensó en una ocasión especial, un lugar que no pudo visitar, no pensó ni en su madre, ni en sus hermanas, no pensó en su abuela, tampoco en su novia, amigos, nada, pensó en aquel lugar; si, volvería a ir una y otra vez hasta morir, pensó.
Todo eso ocurrió en dos minutos, el silencio fue quebrado por los ladridos de un perro, de esos que no tienen raza, vagabundos, pero útil en ese momento y al
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