Supervisor

sirve hoy un supervisor?», «¿Qué viene a hacer en el plantel?», «¿Por qué sólo hablan con el equipo directivo y no le dan la cara al personal?», «¡Se acuerdan de la normativa únicamente cuando hay problemas!», «Sólo andan buscando errores y fallas y jamás tienen una palabra de aliento o una orientación práctica para mejorar o corregir», «¿Qué viene a hablarnos de pedagogía?... ¡sólo le interesan los papeles!»…

En comentarios de pasillo así se expresa un malestar y, a la vez, un gravísimo desconocimiento del alcance de la función supervisora, junto a vivencias de un pasado en el que la supervisión era vista sólo como un mecanismo policial dentro de la escuela. Se desconoce su misión, sus obligaciones, al servicio de quién está; se la ve como un agente administrativo dirigido a penalizar aquellos centro que no son de la simpatía de la autoridad, se siente que el supervisor prefiere a un centro sin conflictos aunque trabaje mal que a un centro que por su proceso de renovación crea tensiones.

En síntesis, no se sabe bien a qué responde la supervisión aunque se tiene la convicción de que sirve más para penalizar que para orientar. Es decir, persiste un concepto de supervisión tradicional muy alejada de lo que por esencia debe ser, en una concepción amplia y futurista de lo educativo.

A vuelo de pájaro podemos avizorar varios modelos de supervisión. Está la fiscalización autocrática, cuyo fin u objetivo es aparentemente el de encontrar errores y fallas en el trabajo educativo. Lo que es muy fácil porque no hay actuación humana que no esté expuesta a yerros, máxime la educativa en la que entran en juego tantos actores y tantos factores. Este modelo conlleva la crítica destructiva, la imposición de ordenes para cumplirlas sin dilación ni discusión y no requiere una capacitación profesional indispensable.

Un segundo modelo podría ser la supervisión constructiva que consiste en buscar los medios más adecuados que ayuden a subsanar los errores o fallas. Trabaja sobre la base de los datos recogidos en la supervisión autocrática.

Un tercer modelo es la supervisión democrática, creadora, orientadora y científica, capaz de realizar las aptitudes deseables en el personal y obtener un mejor rendimiento en el trabajo.

La característica esencial que delata la autocracia en la supervisión es la ignorancia, entendida ésta por:

- Ausencia de planes concretos.

- Desconocimiento de las normas y procedimientos para tratar las quejas.

- Solución de los problemas de acuerdo al punto de vista personal del supervisor.

- Eliminación inconsciente de toda buena idea, calificada de inapropiada por el solo hecho de provenir del personal.

- Resentimiento o contrariedad permanente que destruye la actividad y afecta la moral del personal supervisado.

Se podría considerar, desde el punto de vista psicológico, que el supervisor autocrático es en el fondo un individuo inseguro, que para defenderse se reviste de una coraza artificial.

En cambio la característica esencial que pone de manifiesto la supervisión democrática es la conciencia, expresada en una buena organización, una adecuada administración y una supervisión propiamente dicha. no se orienta a descubrir fallas ni a buscar culpables para castigar sino a lograr una mejor «producción« educativa, y a que el personal se comprometa en la búsqueda de una enseñanza eficaz, con el mayor cúmulo de felicidad y bienestar para todos. Cada persona quedará colocada en el puesto que le corresponde y tendrá libre el camino para alcanzarlo.

Es obvio que este modelo exige no un supervisor jefe o fiscal sino un supervisor-líder en el buen sentido de la palabra, es decir, un conductor nato que no trate de resolver él todos los problemas sino que oriente y promueva a la comunidad educativa a esmerarse por realizar sus propios fines. Por eso mismo prescinde de las órdenes bruscas, inconsultas, que siembran temor y son dadas sin análisis previo de la propia actitud.

Características de la supervisión:

AUTOCRATICA

Dice "yo".

Dice "vaya” o “haga esto".

Ordena con brusquedad.

Se basa en su autoridad.

Atemoriza.

Exige puntualidad.

Acusa.

Critica y menosprecia.

Hace el trabajo estéril.

Promueve reuniones de tipo informativo.

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