TEOLOGIA DE LA PROSPERIDAD
Enviado por scullyfiles • 7 de Abril de 2012 • 7.777 Palabras (32 Páginas) • 1.492 Visitas
LA TEOLOGÍA DE LA PROSPERIDAD
1. INTRODUCCIÓN.-
Hay una sola teología que es la madre de todas las formas de hacer teología, esa es la teología de la Palabra de Dios. Pero, el enemigo de ésta Palabra Sagrada, en este caso el diablo, trata continuamente de pervertirla. Un ejemplo de esto lo encontramos en la Epístola a los Gálatas, ellos estaban yendo en pos de otra teología. El teólogo San Pablo se da cuenta de esto y los amonesta diciéndoles que no hay otro mensaje, sino que algunos los estaban perturbando con un mensaje falso. Lo que ocurre con un mensaje falso es que desnaturaliza a los oyentes. De más, son innumerables las formas de hacer teologías (teología del pacto, teología de la siembra, etc.) que han mal interpretado el texto de la Palabra de Dios. Esta es una de las guerras más intensa que vive la iglesia del Señor.
En esta oportunidad trataré sobre un tipo de teología que está adquiriendo gran protagonismo e influencia en estos tiempos, que en vez de construir corrompen a los creyentes: La teología de la prosperidad, la cual enseña que la voluntad de Dios es que sus hijos sean, ricos, sanos y felices. De no ser así, las enfermedades, pobreza y sufrimiento son considerados como parte de la maldición por la desobediencia a la ley.
El mensaje de esta predicación es que lo bienes materiales, o la riqueza, el éxito, la fama y la salud física son bendiciones que Dios ha puesto al alcance del ser humano. Es decir, riqueza y salud forman parte del propósito de Dios para todos los creyentes. Lo único que éstos necesitan hacer para apropiarse de esos bienes es ejercitar la fe.
2. ORIGEN Y DESARROLLO.-
El sustrato ideológico de esta teología se liga con el idealismo y optimismo filosófico estadounidense del siglo XIX, aunque su origen formal se desarrolla, más que todo, en los Estados Unidos, principalmente en los años 1950s.
En este tiempo fueron vitales las enseñanzas y liderazgo de W. Kenyon (precursor más preclaro del movimiento), popularizadas pronto por Kenneth Hagin (reconocido líder del Movimiento Palabra de fe ). Las raíces de esta teología se relacionan con el marco incomparable del boom económico después de la Segunda Guerra Mundial.
Hagin alaba a Kenyon en uno de sus primeros libros: El Nombre de Jesús, declarando abiertamente la fuente que le influencia. Posteriormente, Hagin pasó estas enseñanzas a Kenneth Copeland. Aunque Hagin era el líder reconocido, no era tan elocuente como algunos de sus seguidores. Su acento campesino, mala gramática y obvia carencia de educación formal eran poco apreciados por las clases medias.
El movimiento ganó ímpetu con un líder más joven y bien articulado, Kenneth Copeland. Su obra titulada “Leyes de la prosperidad”, lo lanzó al estrellato del Movimiento de la fe, ofreciendo una nueva visión del mundo que tapaba las brechas dejadas por una ortodoxia abandonada.
La historia temprana de la teología de la prosperidad en los Estados Unidos tiene tres pilares en el movimiento de Lluvia Tardía de los años 1940s: William Branham, Oral Roberts y Gordon Lindsay. Mucho de la fuerza de los grupos de este movimiento se basa en el uso y la adquisición de medios de comunicación radiales y televisivos, así como en la importancia que se le da a la música en los eventos religiosos. Decir entonces que la teología de la prosperidad es un fenómeno eminentemente “massmediático” no está lejos de la realidad. Sus críticos señalan este aspecto en su afán de conseguir suficientes emisoras cristianas de televisión, programas y satélites que saturen las ondas, como condición para conquistar el mundo”.
Toda teología es hija de su tiempo, no sólo porque existen condiciones objetivas que la hacen atractiva, sino también por la manera, directa o indirecta como se aborda el poder. El énfasis directo de este discurso religioso consigue que fácilmente, se le entienda como un producto de una cultura altamente individualista y egocéntrica del capitalismo de fines del siglo XX.
La rápida difusión de las enseñanzas de Kenneth Hagin y Kenneth Copeland, (en las décadas de los sesenta y setenta) a través los medios de comunicación escritos y audiovisuales, significó que sus ideas cruzaran las barreras nacionales y se proyectaran buscando adeptos y colaboradores alrededor del mundo. En este sentido es muy interesante notar que los proponentes de estas doctrinas afirman que sus enseñanzas no son aplicables a los países que tienen una economía pobre. Por ende, la selección de los nuevos mercados se realizó con un riguroso control de calidad, eligiéndose aquellas naciones que manifestaban mejores índices macroeconómicos, economías en vías de desarrollo o aquellas que hubiesen experimentado un crecimiento sostenido.
América del Sur no quedó ajena al impacto de estas enseñanzas materialistas. El auge económico, la solidificación de los procesos democráticos y la explosión de las comunicaciones, provocaron que países como Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, y por supuesto Perú, entre otros, tuvieran un acceso casi inmediato a la nueva evangelización tecnológica que vivía América del norte. Los grandes ministerios comenzaron a transmitir sus cultos y maratónicas recaudaciones de dinero primero en las radioemisoras y canales de televisión tradicionales, y luego en los medios de comunicación que los evangélicos nacionales adquirieron.
Es importante mencionar que no existe en ninguna parte de América Latina una reflexión teológica que se autodesigne “Evangelio de la Prosperidad” o “Teología de la Prosperidad.” Sus expositores tampoco se identifican en esos términos. Lo que sí se puede constatar es que son los críticos quienes le han dado estos calificativos. En definitiva se trata de un apodo…Los apologetas de dicha reflexión teológica se sentirían más a gusto con el término “evangelio” que con “teología”; pues, mientras el primero tiene la connotación de una “Buena Noticia”, el segundo posee una más “racionalista” o “modernista”, que ellos rechazan.
En América Latina esta teología parte de un paquete religioso neopentecostal , que tomó fuerza a partir de los 1980s. Incluye un conjunto de doctrinas que van desde la guerra espiritual, el ministerio quíntuple, el discipulado de los doce, hasta la restauración del culto y un programa agresivo de crecimiento de las iglesias. Escritores que aprueban el movimiento lo presentan como parte de una “tercera ola” neopentecostal que se manifiesta en todas las denominaciones; la primera ola es el pentecostalismo clásico, y la segunda el movimiento carismático católico romano.
Sin ir tan lejos, en el Perú existen diversos ministerios por los que la Teología de la Prosperidad llega a
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