AUTORIDAD Vs. PODER
Enviado por PHOENIXLEY • 30 de Junio de 2013 • 1.672 Palabras (7 Páginas) • 433 Visitas
ENSAYO
AUTORIDAD Vs. PODER
Yuleydis Rojas Marcano
Antes de hablar de autoridad y poder conviene ir a la raíz etimológica debido a las discrepancias que existen en relación al significado de ambos términos.
Etimológicamente “autoridad” viene del latín auctoritas, que significa aumentar, promover, hacer progresar. Desde este punto de vista es una cualidad creadora de progreso y de prestigio moral, se aplica a la capacidad o superioridad de una persona en función de una determinada actividad y saber. También se aplica a la fuerza de convicción o poder de una persona que suscita natural acatamiento.
En tanto el término “poder”, proviene del latín potere: ser capaz. La raíz de la palabra es poti, que significa marido, señor, amo. Del griego posis, marido; de allí des-potes (déspota) originalmente el señor de la casa. Del domos (en griego) y domus (en latín) de donde deriva dominus (dominar). Nótese el carácter patriarcal o, más bien dicho, machista del origen etimológico del término. El poder, en su acepción más amplia, puede ser definido como mera potencialidad; no el hacer, sino la capacidad de hacer. El poder es potestad, poderío, prepotencia, preponderancia, dominio, mando, privilegio, superioridad y (en cierta forma) negación. El diccionario de la Real Academia Española en su primera acepción indica que poder es “tener expedita facultad o potencia de hacer algo”.
Partiendo de estas definiciones se puede decir que la autoridad es el arte de influir en las personas de manera positiva para lograr que le obedezca voluntaria y libremente. La persona que ejerce autoridad es porque ha desarrollado una serie de comportamientos demostrados con hechos. La principal actitud del que ejerce autoridad, es el interés por el bienestar de los demás; esto da la sensación de que el que obedece es importante y por ende le da seguridad, la seguridad a su vez le da confianza, y la confianza le hace acatar y obedecer sin presiones ni obligaciones. El mantener de manera continua la autoridad depende del prestigio y veracidad de la persona que la ejerce.
Erich Fromm (De Tener al Ser), expresó: “Ser autoridad se basa no sólo en la capacidad para realizar ciertas funciones sociales, sino igualmente en la esencia misma de una personalidad que ha conseguido un alto grado de desarrollo e integración. Estas personas irradian autoridad y no tienen que dar órdenes, amenazar ni sobornar.”
El objeto de la autoridad es procurar el bien común, que sería el conjunto de condiciones necesarias en la sociedad para que cada una de las personas que la constituyen pueda desarrollarse plenamente. Si el ejercicio de la autoridad se orienta en esa dirección, es legítimo que alguien gobierne sobre otros, aun reconociendo que se trata de personas libres, pues se trata del ejercicio de una autoridad humanista que respeta la dignidad de las personas. La libertad así no se lesiona, sino que se hace propicio su desenvolvimiento armónico y progresivo, pues la libertad verdadera acepta la autoridad así como la autoridad verdadera reconoce la libertad.
En cambio el poder se ejerce por la fuerza y se sustenta en la violencia. Es obligado e impositivo. Un individuo puede hacer su poder efectivo apelando a los temores, a la manipulación o al compromiso de los que tienen sentimiento del deber.
A diferencia de la fuerza, la autoridad se vincula a lo legítimo, previene la aplicación de la fuerza; ya que cuando se usa la fuerza es porque ha fallado la autoridad.
Mientras que la autoridad apela, el poder ordena y se respalda en la imposición. Así la autoridad se distingue del poder por su influencia en la persuasión por la legitimidad sustentada en la libertad.
Hay quienes abusan de la autoridad que se les concede en razón de algún cargo que ocupen, inmediatamente al haber abuso se pierde la autoridad y solo queda un mal uso del poder. Esto se puede ver en las organizaciones, con jefes que consideran que al estar en un cargo de alto rango, se le debe lealtad y obediencia absoluta solo por el hecho del título conferido. Se encuentran estos casos, en los hogares con padres autoritarios, que piensan que el haber engendrado y tener bajo tutela a los hijos, tienen el título de propiedad de los mismos y por ende el “derecho” de imponerles lo que deben hacer, sin apelar a sus conciencias enseñándoles y preparándoles para enfrentarse a la vida. Aún se encuentra en salones de clases, con profesores altivos que al no poseer el carácter, la personalidad y el interés por el bienestar de sus alumnos, abusan de su posición para maltratarlos psicológicamente, y peor aún venderles el puntaje para obtener el título, sin importarles el que no están preparados para defenderse limpiamente ante la sociedad. Todos estos son deficiencias de carácter en individuos egoístas, amadores de sí mismos, que al no sentirse satisfechos con lo que son denigran de los demás y se esfuerzan por ser piedra tropiezo para no ver el éxito en sus semejantes.
En la Biblia, en el capítulo 1 del libro de Juan, describe a Jesús
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