Artículo: ¿Qué es una buena escuela?

Artículo: ¿Qué es una buena escuela?

Después de leer el artículo dado, y con el sustento de saberes previos responde con claridad:

1. ¿Qué se le demanda a la escuela hoy?
2. ¿Qué significa una escuela “cascarón”? ¿Qué se propone para evitarla?
3. ¿Qué características debe tener una buena escuela? Menciona y explica cada una de ellas. (Opciones a-b-c). Ten en cuenta el rol del docente y del alumno en cada una de ellas.
4. Con  los conocimientos adquiridos elabora tu concepto de “buena escuela”

1. Las demandas actuales de la escuela tienen que ver con nuevos tiempos, algunos sostienen que las condiciones en las que vivimos hacen referencia a una “modernidad liquida”, término o concepto implementado por Zygmunt Bauman, en las que se incrementan la velocidad de los intercambios, en las que la fluidez y la flexibilidad se convierten en valores, y lo duradero y estable aparece como sinónimo de pesadez y atraso. Por otro lado, la precariedad e incertidumbre se asocian a la pobreza, a la desigualdad, a la crisis, a la inclusión. En este contexto, a la escuela se le demandan muchas cosas, se le pide que enseñe, de manera interesante y productiva, cada vez mas contenidos; que contenga y que cuide, que acompañe a las familias, que organice a la comunidad; que haga de centro distribuidor de alimentos, cuidado de la salud y de asistencia social; que detecte abusos, que proteja los derechos y que amplíe la participación social.

1. Institución-cascaron

El concepto de Instituciones-cascaron hacen referencia a aquellas que exteriormente se ven iguales que siempre, llevan los mismos nombres, pero por dentro son bastante diferentes, el cascaron exterior permanece pero por dentro han cambiado. Son instituciones que se han vuelto inadecuadas para las tareas que están llamadas a cumplir.

Giddens sostiene que la escuela es una de estas instituciones-cascarón, que no han sido transformadas al mismo ritmo que se transformó la sociedad y la cultura, estas instituciones no saben cómo hacer frente a las transformaciones de las relaciones de autoridad, a la emergencia de las nuevas subjetividades y a las nuevas formas de producción y circulación de saberes.

Frente a esta crisis de proponen dos modelos de “buena escuela”:

-Escuela como centro social: preocupado por educar en ciertos valores y organizar la conducta de los futuros ciudadanos para evitar la violencia y el conflicto en sociedades crecientemente desiguales.

-Escuela como lugar de aprendizaje: estrictamente vinculado con la instrucción cognitiva, dominado por el saber experto, la multiplicidad y riqueza de recursos didácticos y la idea de innovación permanente.

Los dos se plantean como respuestas excluyentes, en un antagonismo que opone la enseñanza al cuidado y que no contribuye a pensar otras relaciones entre escuela y sociedad, su análisis es pobre en relación al sentido y las razones de la organización escolar, a qué hacer con las tradiciones heredadas, y a cómo plantearse los desafíos de la transmisión cultural manteniendo las preguntas sobre justicia y relevancia de esa transmisión.  

1. Una buena escuela es una escuela democrática

El término democracia se ve vinculado con el ámbito de los derechos, ya que la educación es un derecho que encierra a otros derechos, por eso se debe destacar que nadie puede tener dentro de la escuela menos derechos que los que posee fuera de ella en tanto a ciudadano. Es por eso que muchos consideran que una buena escuela debe ser inclusiva, y no expulsora; debe promover relaciones democráticas entre los distintos miembros de la comunidad educativa, con el conocimiento y en su organización. La escuela debe fomentar prácticas que promuevan la construcción una sociedad justa, de entendimiento colectivo, de distribución equitativa, que proteja a los más desfavorecidos, a los que más necesitan el amparo, a los que no pueden solos.

En este sentido, el rol del docente, es el de velar por brindarles lo mejor, hacerlo del mejor modo y contribuir a abrirles puentes hacia un futuro deseable, sin asfixiar aquello que los más jóvenes tienen para decir. Un docente abierto al dialogo, que sepa escuchar, dispuesto a aceptar las opiniones diferentes, creando ambientes de confianza y espacios donde los alumnos puedan expresarse, debatir, escuchar y ser escuchados.

El rol del alumno en este caso sería el de responder positivamente al espacio de interacción brindado por el docente, un alumno abierto al debate desde el respeto, participativo, comprometido, dispuesto a aceptar los diversos puntos de vista, abierto a aprender del otro y con el otro.

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