Bien Vivir
Enviado por wildoder • 9 de Junio de 2012 • 1.137 Palabras (5 Páginas) • 453 Visitas
Estamos viviendo una profunda crisis civilizatoria.
La construcción de alternativas capaces de caminar hacia la construcción, necesariamente tienen que ser anti-capitalistas.
La humanidad ya ha sobrepasado los límites de la capacidad de carga de la Tierra. La armonía con el resto de la vida y una radical redistribución del acceso a los bienes comunes del planeta, no está garantizada la continuidad de la vida humana a mediano plazo.
El calentamiento global es sólo la expresión más visible de procesos de destrucción sistemáticos que están reduciendo la diversidad genética, devastando bosques tropicales, sobre explotando los mares, contaminando las aguas. Según la FAO, en el año 2009 más de mil millones de personas, casi la sexta parte de la
Población del planeta, padece de hambre.
Las respuestas de mercado, las soluciones tecnológicas, implican apostar a la misma lógica de mercado, y los mismos patrones de conocimiento que nos han conducido a la actual crisis. Las respuestas del llamado keynesianismo verde y otras propuestas de reformas “verdes” del capitalismo buscan salidas a la crisis económica por la vía de la creación de fuentes de inversión y de innovación tecnológica que, al no cuestionar los supuestos básicos del crecimiento sin fin, no pueden sino profundizar los problemas que confrontamos. Algunas de estas iniciativas como los biocombustibles, o los llamados mecanismos de desarrollo limpio, por otro lado, están contribuyendo a profundizar las desigualdades, están afectando la producción de alimentos, y haciendo que los sectores más pobres del planeta sean quienes carguen sobre sus hombros los costos de la crisis.
Las repuestas a la crisis financiera/económica de los años 2008/2009 señalan claramente que no hay un reconocimiento de las implicaciones de la crisis ambiental, ni de lo que implica haber sobrepasado la capacidad de carga del planeta. Todas las políticas de “recuperación” de la economía han estado orientadas a retomar el crecimiento económico. La inyección masiva de fondos públicos precisamente a los mismos bancos que a través de la especulación financiera aceleraron la crisis, permite constatar la medida en que las respuestas a la crisis son más de lo mismo.
En toda América Latina se produjo un amplio movimiento de rechazo al neoliberalismo y fue esta ola de luchas populares lo que condujo a la elección de los actuales gobiernos. Existía por lo tanto la expectativa de que con estos nuevos gobiernos con discursos anti-neoliberales se produjesen reorientaciones básicas en las lógicas extractivitas que han caracterizado históricamente la inserción de las economías del continente en el mercado global. Sin embargo esto no ha ocurrido, no se han producido reorientaciones en los modelos de desarrollo imperantes. Con los gobiernos de izquierda y progresistas que han gobernado a la mayoría de los países de Sudamérica en la última década, no sólo no se ha frenado, sino que se ha acentuado un modelo de inserción en el mercado mundial basado en la extracción de bienes primarios, en el asalto a los bienes comunes de la vida. El monocultivo de soya transgénica que hoy ocupa aproximadamente la mitad de las tierras cultivadas en Brasil, Argentina, Paraguay y Bolivia, los millones de hectáreas de caña de azúcar destinados a la producción de biocombustible y al monocultivo de eucaliptos (extractivismo agrícola), la profundización de la dependencia de la economía venezolana en el petróleo, la apertura de grandes extensiones territoriales a la explotación minera, ilustran los modelos productivos dominantes en todo el continente. Las
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