Cuento Doroty Rojas!
Enviado por chaveitor • 30 de Abril de 2016 • Trabajo • 2.025 Palabras (9 Páginas) • 358 Visitas
Doroty Rojas
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Al hablar con su voz tan profunda pero a la vez perturbada no pude más que callar y permitir que continuara, después de todo al fin conocería su versión de los detalles, cosa que concedió sólo a un selecto grupo a través de sus años de vida.
-¿Que es lo que estas viviendo?, ¿Como es en donde estas?-
Su mirada perdida tras el par de retinas blanquizcas e inertes; tal vez desde el día en que fue malamente concebido; daban el sentido de seriedad que su voz y su gesticulación marcaban a las palabras que iba diciendo de la siguiente manera:
-Bajo por las viejas escaleras desvencijadas cubiertas de polvo, al llegar abajo un cuarto medio iluminado se vislumbra, es un lugar que da hacia la calle; los viejos ventanales rotos en algunas partes, dejan ver que ningún trapo ha sido pasado por encima de ellos en años, cubiertos por unas oxidadas mallas que casi obstruyen la visibilidad por completo por la cantidad de mugre que tienen impregnada.
Continuo narrando en otro tiempo del verbo pero con la misma frialdad y angustia en la voz que hacia parar el tiempo actual para transportarte a su tiempo y convencerte de que esa bestia moribunda y despojada de todo cuidado por parte del mismísimo dios alguna vez fue una criatura como nosotros; solo un ser humano mas.
-Al descender podías encontrar igualmente un cuarto desordenado y luego al caminar un poco por el lugar lograbas hallar un par de puertas que fungían como piso, era la entrada a un lugar tan callado como la muerte y siniestro como las tinieblas.
El principio lucia con unas paredes de ladrillos, chuecos cada uno de ellos por lo que en su conjunto formaban unas torcidas paredes, un pasillo que llevaba a las entrañas de sabrá el maldito lucifer donde.
-El lugar estaba descolorido, con un ambiente frió y seco sin el menor grado de humedad, el frió te calaba hasta los huesos parecía penetrarte y envolverte poco a poco, no importaba que tanto te cubrieras ese frió no te lo quitabas de ningún modo.
-Las descoloridas paredes de ladrillo cambiaban repentinamente a paredes de piedra de un color entre gris y verde como el que adquieren ciertas verduras al echarse a perder; el olor no difería mucho de una pero no era ese el olor exactamente. Ahora se que era el olor de la melancolía, la tristeza y la rabia. ¡Todas mezcladas!
-Al llegar a la habitación a la que conducía el pasillo te encontrabas con un gran cuarto. No había otra cosa que algunas bancas de madera muy gruesa y completamente seca; al estar sobre algunas de ellas rechinaban como si se lamentaran de que alguien estuviera en ese lugar, advertían las lamentaciones que cargarías si te quedabas mas de lo debido, pero nadie podía saberlo, únicamente el curso de las acciones nos marco esta fatídica realidad.
Realidad enfermiza que nos hizo agonizar hasta el grado más alto dentro de nuestras pobres almas.
-Al estar acostados todos nosotros en ese cuarto debimos darnos cuenta de aquello que nos acechaba; no lo veíamos por que no queríamos percibir algo así, nadie querría nunca ver algo tan siniestro; ese fue el primer error que cometimos, o no, mas bien el segundo, el primero fue ir cada noche a ese lugar en busca de tranquilidad, lo único que encontramos fue lo contrario; la desolación de mi alma es debido a aquellos días o a la eternidad encerrada en esas demoníacas horas en que tuvieron lugar todas las espeluznantes cosas que nos ocurrieron.
El polvo blanco y pesado nos llenaba los pulmones de una ansiedad indescriptible, parecía haber tenido milenios en ese lugar, era parte ya de ahí y por mas que tratábamos de quitarlo aparecía increíblemente de nuevo, cada noche en la que nos disponíamos a dormir no sentíamos como ese polvo nos contaminaba el alma, nos la volcaba del color mas contrario a su materia, el negro mas puro estaba encerrado en cada molécula de ese polvo proveniente de los avernos del infierno mas tormentoso.
-El miedo me penetro por completo cuando ella vino a mi; entre una de los cientos de noches que tengo perdida en mi memoria esta es la primera que quisiera olvidar por completo.
-Llevaba un raído chal sobre su rostro pero tan oscuro que no permitía ver por completo su desfigurado semblante, no era mas grande que cualquier mujer promedio pero llevaba en si la mayor cantidad de maldad jamás conocida por algún ser vivo o muerto, te lo digo y escúchame bien por que solamente yo lo sé, si El derramo sangre antes de morir fue por que vio el abismo profundo y agonizante adonde te llevan este tipo de criaturas.
-Fue cuando solo quedábamos menos de una docena, todos dormíamos pero yo escuche unas pisadas, realmente ligeras pero en esos momentos poco era lo que podía conciliar el sueño, así que me levante tratando de hacer el menor ruido posible. Llame a uno de mis hermanos mayores pero el ni siquiera se inmuto un poco, no lo hice despertar.
-Santos, Santos…
- ¿Quién esta ahí?, Susurre en la oscuridad mientras me acercaba al lugar de donde provenía esa voz melódica y endulzante.
-Santos ven a mi y te daré lo que tantos han buscado por miles de años.
-¿Quien eres mujer? ¡Muéstrate!, le ordene con la voz más temblorosa que cualquiera pudiese emitir.
-Seguí la voz hasta que por gracia del divino o por mero instinto sabia que la tenía enfrente, me quede tan petrificado como una estatua de esas que suele haber en las plazas. Sentía su aliento en mi frente, a veces tan frió como una noche en el desierto otras tan caliente como la lava de un volcán. No necesito mover sus labios para que la pudiera escuchar, su voz retumbaba en mis oídos aunque los demás parecían haber caído en un sueño mas profundo de lo común, a decir verdad tal vez sólo mi cabeza la escuchaba…
-¿Como supo eso Santos, como sabe que no fue solo un sueño suyo?
Entonces el demacrado viejo cambio su rostro hacia el mío como si me pudiera ver y me sujeto con una de sus temblorosas, huesudas y marchitas manos pero con una fuerza inexplicable para ese decrepito cuerpecillo y me dijo halándome hacia el:
-Así como tú no crees en mis palabras, muchos no han creído en las de El.
-No, si le creo- le dije con una voz casi de sumisión -continué por favor.
-Al estar parado frente a frente ante tal fuerza oscura la conciencia y el sueño se ven mas similares que nunca, así como su rostro era como el de una bebe pero con la mirada fija en la nada, con los labios carcomidos, los dientes mal formados y la piel llagada como el de una anciana enferma pero a la vez tan infantil, todo se ve casi como lo mismo, lo bueno con lo malo parece solo un juego de palabras y nada mas, pero es el poder mas temible para nosotros, aquel que nos nubla la conciencia.
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